Reflexiones de verano a partir de una imagen Dispuestos y disponibles, los que esperan sentados y los que salen al encuentro

Dispuestos y disponibles, los que esperan sentados y los que salen al encuentro
Dispuestos y disponibles, los que esperan sentados y los que salen al encuentro Vicente Luis Garcia Corres

Que bueno es tener sacerdotes de los que esperan sentados y de los que salen al encuentro para estar dispuestos y disponibles, y qué bueno sería contar con todos ellos por igual

En un nuevo paseo a medio camino busco una iglesia para hacer un alto y … cruzarme con una nueva estampa que me sugiera algo.

Sé que algunos piensan de mi que por defender el sacerdocio femenino, la bendición de parejas homosexuales, la diversidad en la Iglesia, el aborto en libertad, o que los niños den guerra en misa soy de los que reniegan de los sacerdotes que usan clériman y se pasan horas dispuestos y disponibles para confesar. Pues lamento decepcionarles. Cuando entré en la iglesia había comenzado una exposición del Santísimo, “¡Ah claro es jueves!” caí en la cuenta. Me quedé y pude ver como tras la exposición el joven sacerdote se desprendía del alba y poniéndose la estola morada se sentaba en el banco, … solo. Me encantó verle.

En todo el templo solo estábamos tres personas, una señora en silla de ruedas, el cura y un servidor.

Durante la hora de adoración solo se incorporaron dos personas más y otras tres hicieron “visita de médico”. Y, qué curioso, todas ellas eran mujeres.

Pero el sacerdote seguía solo. Pude ver cómo aprovechaba a orar con su tablet, mientras seguía esperando a que alguien precisase de sus servicios.

Y entonces pensé, y me pregunté. “¿qué pasará por su cabeza después de pasar toda la tarde dispuesto y disponible para escuchar, aconsejar, dar una palabra de aliento o de consejo, o para dar el perdón del Padre, y ver que nadie se acercaba? 

Mi curiosidad es muy grande y esperé hasta el final de la Adoración. Mientras recogía se percató que le esperaba y se acercó, se presentó y le pregunté mi curiosidad. Su respuesta me gustó: “Bueno es una oportunidad para rezar tranquilo. La verdad es que no me preocupa que no venga nadie, y menos en estos días. Llevo un año en esta parroquia y  no puedo quejarme de la gente a la que he podido confesar.”

Me gustó porque no se sentía frustrado para nada. Procede de un país latinoamericano y reconoce el choque de realidad cuando llegó, pero siente que se va adaptando. 

Reconozco el valor de estos sacerdotes que muy probablemente tengan como referencia al santo cura de Ars. Pero no todos están llamados a ser el cura de Ars. 

Y por otro lado, lo mismo que conozco y reconozco a estos sacerdotes dispuestos y disponibles, también conozco y admiro a quienes están igual de dispuestos y disponibles pero de otra manera; aprovechan su presencia como profesionales en el mundo de la educación o la salud por ejemplo, y sin esconder su condición sacerdotal acaban siendo personas de referencia para muchos que se acercan a ellos para ser escuchados, acogidos, alentados, animados, aconsejados, o incluso para acabar recibiendo el sacramento de la reconciliación. Lo mismo que ese cura que espera a que otros den el paso y se acerquen a ellos estos otros dan el paso y salen al encuentro. Que bueno es tener sacerdotes de los que esperan sentados y de los que salen al encuentro para estar dispuestos y disponibles, y qué bueno sería contar con todos ellos por igual.

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