Esta imagen me la ha enviado mi hijo, Pablo, está tomada en Ecuador, donde se encuentra viviendo una experiencia misionera. 

Me ha resultado simpática la imagen de ese Cristo en la mochila y he pensado en concreto en dos de mis hijos, el Pablo y en la pequeña Marta. Pablo hizo el curso ALDATUZ de Misiones Diocesanas Vascas el curso 22/23 y este año decidió vivir la experiencia misionera que se oferta al finalizar el curso. Y, junto a otra compañera del curso, Cristina, allí se han ido. Ella ya ha confesado que no es creyente pero es respetuosa con el cristianismo y le atrae su labor misionera; él no es especialmente practicante, acude a misa los domingos, no todos, pero sí ha crecido en una familia católica practicante. Pero en cualquiera de los dos casos creo que este año han metido a Cristo de alguna manera en su mochila.

Marta, mi pequeña, ha hecho este año el Camino Portugués hasta Santiago de Compostela, y desde hace años ha encontrado en el movimiento Cristianos sin Fronteras un referente de comunidad cristiana. También, a su manera, ella también ha metido este año a Cristo en su mochila. 

Y es que Dios también se viene de vacaciones con nosotros si le hacemos un hueco en la mochila, a veces se asoma por entre la cremallera, pero otras se acomoda y se hace un hueco entre el botellín de agua y el paquete de pañuelos de papel. 

Feliz verano.