"¡Ha muerto el papa!" "Adiós a 'lolo Kiko', desde Filipinas: Tu paradoja, nuestra suerte"

"¡Ha muerto el papa! … Francisco quería terminar este Año Santo. Todos sabemos que tenía mucho trabajo pendiente. Lo de la sinodalidad acaba de comenzar. Habría que llevarlo a buen puerto en medio de tanta tempestad"
"Con mucho dolor, desde esta tierra devastada entonces por un supertifón y ahora devastada por una crisis política sin precedentes, queremos decir adiós a nuestro abuelo, 'lolo' en la vernácula, Kiko quien compartió con nosotros y alegrías de ser filipinos en enero de 2014. Su presencia sigue marcando huella"
"Francisco era un jesuita con espiritualidad franciscana, amante de lo pequeño y de la creación. Pero era Jesuita. Gobernaba mediante la determinación ignaciana, creando itinerarios y tensiones o al menos cogiendo estos últimos por los cuernos… ¡Ahí está paradoja bergogliana! ¡Ahí está su diferencia!"
"Francisco era un jesuita con espiritualidad franciscana, amante de lo pequeño y de la creación. Pero era Jesuita. Gobernaba mediante la determinación ignaciana, creando itinerarios y tensiones o al menos cogiendo estos últimos por los cuernos… ¡Ahí está paradoja bergogliana! ¡Ahí está su diferencia!"
| Macario Ofilada Mina
¡Ha muerto el papa! ‘Cuando un amigo se va, algo se muere en el alma’. Las letras de esta sevillana lo expresan muy bien todo lo que sentimos en estos momentos. Un poco huérfanos, abatidos pero no sin esperanza. Si levantara cabeza Francisco, cuyo cuerpo sigue por el momento en la Capilla de Casa de Santa Marta (mientras redactamos esta nota), nos reñiría si perdiésemos la esperanza. Sobre todo en este Año Santo que él abrió con tanta ilusión pero que lo cerrará su sucesor.
¿Quién ocupará la cátedra petrina en su lugar? Muchos dicen que un paisano mío. Pero será decisión del Espíritu Santo aunque en estas islas el cónclave es mucho más que una quiniela cualquiera. Es como un concurso de Miss Universe o unos comicios presidenciales o unos lobbies o grupos de presión desde los bancos de las iglesias. Todo lo reducimos los filipinos a concursos de popularidad puesto que somos un pueblo que ama los populismos y los regímenes de este talante que lamentablemente nos hayan ahogado como ratas como en aquel cuento de la flautista de Hamelín.

Aquel Domingo de Pascua se nos reavivó la esperanza al verlo en el balcón desde donde nos bendijo por vez última aunque sabíamos que ya estaba herido de muerte. Pero siempre quedaba o se palpaba la esperanza incluso cuando desde la ventana en 2005 nos bendijo por vez última aquel Domingo de Pascua el ahora santo Juan Pablo II. Balcón. Ventana. Dos lugares desde donde se asoma uno. Dos lugares desde donde nos saludaron por vez última dos papas, con estilos bien distintos pero coincidentes en lo esencial. Son ahora puertas hacia el cielo. Tenía razón mi abuela cuando me repetía durante mi más tierna infancia: El hombre propone pero solo Dios dispone.
Francisco quería terminar este Año Santo. Todos sabemos que tenía mucho trabajo pendiente. Lo de la sinodalidad acaba de comenzar. Habría que llevarlo a buen puerto en medio de tanta tempestad. El cónclave que comenzará pronto tras enterrar a Francisco pero no su herencia será un crisol que no solo pondrá de manifiesto la tempestad sino que también será un grito de esperanza a los cuatro vientos.
Con mucho dolor, desde esta tierra devastada entonces por un supertifón y ahora devastada por una crisis política sin precedentes, queremos decir adiós, palabra que todavía resuena en esta tierra que dejó de ser colonia de la Madre España y que dejó de ser hispanohablante, a nuestro abuelo, ‘lolo’ en la vernácula, Kiko quien compartió con nosotros y alegrías de ser filipinos en enero de 2014. Su presencia sigue marcando huella.
Francisco es inolvidable no solo por batir el récord de san Juan Pablo II de 1995 sino por el mensaje duradero que sigue resonando, máxime durante aquella misa desafiante en Tacloban cuando el papa, con el chubasquero puesto, elevó la forma y el cáliz para proclamar el poder del Señor de la Historia y del Cosmos frente a los azotes de los vientos y de las lluvias. Estos mismos siguen sacudiéndonos sobre todo de 2016 a 2022 durante el nefasto régimen de Rodrigo Duterte, ahora encarcelado en La Haya por presuntos crímenes de lesa humanidad. Este hecho desató una viva polémica que está a punto de destruir nuestra nación. Duterte quien maldijo a Dios, al mismo papa Francisco, a los obispos, a los fieles es un líder populista fuera de lo común. Es el peor que puede brindar Filipinas, amén de su cultura prevalente de violencia y corrupción, al mundo entero desde la dictadura de Ferdinand Marcos Edralín, cuyo hijo ahora ostenta el mismo cargo que tanto su padre como Duterte habían ostentando marcando las páginas más oscuras de al menos nuestra historia contemporánea.

Y vino Francisco como un tifón que arrasó, que trajo o que seguía trayendo alivio en la misericordia y en la esperanza: los dos ejes temáticos de los dos jubileos de su pontificado fructífero de doce años y que quizá constituyan los mejores resúmenes de su magisterio.
Entre los documentos que firmó el papa Bergoglio destacan muchos a mi juicio como Amoris Laetitia, Laudatio Sii, Fratelli Tutti, Dilexit Nos, Desiderio Desideravi…pero me quedaría con Evangelii Gaudium que me recuerda el otro papa de mis cincuenta y pico añitos de vida que más me marcó: Pablo VI con su Evangelii Nuntiandi. ¡Ah, pero está también Gaudete et Exultate, su llamada a la santidad que consiste, a mi juicio, en no ser fuera de común pero abrir vistas fuera de lo común. Y de hecho, esto es lo que hizo Francisco a favor de la ecología, de los más pobres, de los marginados. No me extrañaría si Gaudete et Exultate llegase a ser uno de los tratados de espiritualidad o clásicos de la mística que a la postre son lo mismo desde una perspectiva experiencial y mistagógica. No podemos olvidar su último mensaje desde aquel balcón abogando por las víctimas de la violencia, defendiendo a los más pequeños.
La paradoja bergogliana
Francisco no era un intelectual como Pablo VI, tenía una sonrisa comparable con Juan Pablo I, era emprendedor como Juan Pablo II pero menos teatrero o actor. No era teólogo como Benedicto XVI. Era simplemente Francisco. Un jesuita con espiritualidad franciscana. Su actitud era en pro de los más pequeños, incluyendo el bien ambiente que el hombre ha reducido conforme a su caprichos. Era amante de lo pequeño y de la creación. Pero era Jesuita. Gobernaba mediante la determinación ignaciana, creando itinerarios y tensiones o al menos cogiendo estos últimos por los cuernos. En las tensiones se halla Dios en el camino, en el itinerario. ¡Ahí está paradoja bergogliana! ¡Ahí está su diferencia! Y este camino franciscano y jesuita abrió la sinodalidad. Es típico de un superior de una comunidad religiosa: buscar caminos comunes, buscar las tensiones, no esquivarlas sino cogerlas por los cuernos o hacerlas compañeras en el viaje buscando buenos horizontes.
Francisco era un jesuita con espiritualidad franciscana, amante de lo pequeño y de la creación. Pero era Jesuita. Gobernaba mediante la determinación ignaciana, creando itinerarios y tensiones o al menos cogiendo estos últimos por los cuernos… ¡Ahí está paradoja bergogliana! ¡Ahí está su diferencia!
Su eclesiología no es la de un buen pastor sino de un oveja. Esta es el modelo para los pastores. Estos deben oler a sus ovejas. Ya decía Pablo VI: Ecclesiam caritatis appetimus. Francisco repetía hasta la saciedad: Quiero una iglesia de los pobres. Y son dos notas del mismo acorde.
Ahora le toca al sucesor no solo armonizar estas notas, y sonarán muchas hasta la disonancia, sino asegurar que el mismo acorde siga sonando en medio de tantas tempestades y sequedades. Y en este proceso de buscar al sucesor, Filipinas tiene 3 electores. Es este el mayor número de participantes en un cónclave en la historia. Dos fueron creados por Francisco (Advíncula y David), uno por Benedicto XVI. Pero el papa Bergoglio es el papa quien más cardenales nos ha dado (Quevedo, Advíncula y David) mientras que Pablo VI nos había dos (J. Rosales y Sin), Juan Pablo II también dos (Vidal y Sánchez) y Benedicto XVI nos había regalado también dos (G. Rosales y Tagle).

Mas no es el número sino la apertura. Por fin, con Francisco la iglesia filipina ha llegado a la mayoría de edad, algo que ya había comenzado con Juan XXIII quien en 1960 elevó al primer filipino al Sacro Colegio (Santos) pero que de alguna manera con la elevación del primer purpurado filipino al Orden de Obispos dentro del mismo Sacro Colegio. Francisco mismo ha encumbrado a Luis Antonio Tagle, posible sucesor. Si bien la gestión de este de Cáritas dejaba algo que desear, Francisco seguía creyendo en este hombre que ostentó el cargo de arzobispo de la sede manileña, nuestro primate ‘de facto’.
No estoy haciendo ninguna campaña aquí. Más bien quiero subrayar que lo que ha hecho Francisco para Filipinas lo hizo también para varias iglesias de la periferia como por ejemplo el caso del primer cardenal de El Salvador, un obispo auxiliar que, lamentablemente no es ya elector, pero cuyo elevación sigue siendo significativa, pues es un homenaje a san Óscar Romero, un verdadero santo de las periferias e incluso marginado o descalificado en tiempos de dos de los predecesores.
La eclesiología de la oveja exige que esta sea el boss, el modelo, el criterio para los pastores que deben oler a sus ovejas. Y esto a su vez ha abierto un itinerario que llamamos la sinodalidad en que una mujer llegó a ser una ‘ministra’ o miembro del gabinete del papa, al ser elevada al rango de prefecto o prefecta. La hermana Simona Bambilla es solo un comienzo o un eslabón en la sinodalidad cuya finalidad es acabar con la cultura clerical enfermiza de la iglesia, por lo que ha luchado Francisco. Es una lucha que también hemos de hacer en Filipinas. Nuestro pueblo levítico todavía no ha podido desprenderse de la sotana como un imán o como una manta de seguridad o paño de lágrimas. Por eso, seguimos subyugados bajo la dictadura clerical que no nos permite madurar como iglesia. Buen ejemplo, es la lenta o casi ausente implementación del fin de los aranceles o la implementación ya aprobada del programa de formación para el diaconado permanente. Son estas mucho más que asignaturas pendientes. Son síntomas de una enfermedad crónica. Todo se debe a la eclesiología del pastor clerical, del boss, del establishment que solo manipula como flautista de Hamelín a las ovejas y que huele a perfumes carísimos y exquisitos, sin sabor telúrico y sin talante cristiano.
"Nuestro pueblo levítico todavía no ha podido desprenderse de la sotana como un imán o como una manta de seguridad o paño de lágrimas. Por eso, seguimos subyugados bajo la dictadura clerical que no nos permite madurar como iglesia"
Francisco no perdió la voz como Juan Pablo II. Su voz frágil sigue resonando en Filipinas. No como ecos de un pasado sino retos para la consolidación de esta eclesiología de la oveja cuyo camino es la sinodalidad, cuyos ejes son la misericordia y la esperanza y cuya puerta es el balcón, lugar no solo para asomarse sino para encontrarse como amigos e incluso amantes. Francisco ha querido romper barreras entre pueblos y creencias, entre clases sociales y taxonomías discriminadoras para buscar la comunión, para crear un ámbito que comunión que es más bien un hospital donde los heridos reciben cuidado y curación y no son objetos de prejuicios y discriminaciones. Una eclesiología del pastor-boss con su talante clerical no permitiría esto.

Sí. Francisco es un reto para Filipinas más que un recuerdo sentimentalista llamado ‘lolo’ o ‘abuelo’. Es más bien amigo, compañero, oveja como nosotros ‘miserables pero elegidos’. Y ahí en el balcón sus últimas palabras para todos nosotros fueron una bendición, invocando al Dios de Jesucristo, al Dios Uno y Trino. No habló de sus propios logros, como muchos clérigos en los púlpitos filipinos.
Seguramente sabía que él mismo estaba herido de muerte pero quería que las últimas palabras que escuchásemos de él no fueran sobre él mismo sino que fueran la bendición de una oveja a las demás ovejas en Nombre del Dios de Jesucristo, desde el balcón que ahora es puerta al cielo, balcón de encuentros, balcón desde donde hemos de ir a buscar a los marginados.
Y de ahí bajó Francisco para dar un paseíto por la Plaza. Más que una despedida, en que por vez última saludó a sus ‘co-ovejas’ incluso dando unos caramelos a unos niños, es una invitación a un encuentro constante ahí en el balcón, siendo una bendición, siendo una doxología incesante de ovejas, de pobres caminando hacia el Dios que resucitó a Jesucristo y que nos ungió con su Espíritu.
Francisco abrió las puertas santas para este Año Jubilar. Las cerrará su sucesor. Pero desde aquel balcón, con su bendición, nos recuerda que Cristo, quien le ha abierto la puerta a la vida eterna, es la puerta que nunca se cierra. Es la puerta siempre abierta a un hospital de campo en que todos somos ovejas, heridos y malolientes, necesitados de la Misericordia y de la Esperanza que solo Cristo nos puede ofrecer.
El pontificado de Francisco fue un tiempo de unción para la iglesia universal. Para la iglesia filipina esta unción es un reto. Podrán derramarse ríos y ríos de tinta sobre la herencia de Francisco. Esto sí se hará hasta la saciedad. Y ahora tras veinticuatro horas desde su partida a la casa del Padre, de repente en los medios de comunicación han hecho incontables teólogos o expertos vaticanólogos cuya existencia yo no sabía en Filipinas. De repente, con la muerte del papa, ¡todo es un experto! Pero cabe esperar, pese a todo ello, que ríos y ríos de esfuerzo, de unción, de bendición se derramen, como agua copiosa recordándonos el agua bautismal bendecida en la Vigilia Pascual, en esta iglesia y sociedad filipina para curar sus heridas, sus divisiones, sus tensiones. Todos tenemos que encontrarnos en aquel balcón para poder entrar juntos en el cielo estando en esta tierra donde impera el amor del que Francisco fue portavoz en nombre del Dios Uno y Trino.
¡Ha muerto el papa! Ocurrió durante la Semana de Pascua, como en el caso de Juan Pablo II en 2005. ¡Ha muerto el papa bendiciéndonos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo ¡Viva papa Francisco en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo! Amén. Así sea.

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