"La falta de conexión -encarnación- explica el uso y abuso hasta de globos de los paracaidistas" Aradillas: "Hay obispos que son como niños"
"De muy grave –gravísimo- debe catalogarse el problema vocacional, como para no ahorrase este tipo de soluciones ascéticamente tan raras y hasta estrambóticas, no exentas de ciertos peligros…."
La primera “jaculatoria” que en cristiano me salió del alma al ver la foto que acompañaba la noticia de su protagonista, fue la de “¡Son como niños¡”, con referencias explícitas a la siguiente información episcopal:
“El día 23 del pasado agosto, el obispo Mons. Xavier Malles , de 53 años de edad, titular de la diócesis de Cap y Embrun, a las diez en punto de la mañana, tomó tierra en el aeródromo de Tallard, en los Alpes franceses, donde le esperaban un puñado de diocesanos y una docena de periodistas. Acompañado del correspondiente instructor, desde los 4,000 metros de altura, a velocidad de 200 kilómetros/ hora durante diez segundos, en caída libre, y en un paracaídas de color amarillo, por más señas”
¿Y a qué respondió rito -salto- tan espectacular y poco, o nada recomendable para otros obispos, aún siendo estos lectores asiduos y doctores en teologías de ascensiones y descensos bíblicos, canónicos y litúrgicos?
El propio obispo adoctrinó al personal aseverando que, “ante la espectacular falta de vocaciones sacerdotales que padece su diócesis, ideó y puso en práctica la escena para invitar a los jóvenes a que se atrevieran a hacerlo tal y como si se tratara de una empresa similar a la de enrolarse en los seminarios y noviciados, hoy ya casi vacíos. Comentó asimismo el obispo que en su descenso desde las alturas celestes, también se acordó de pedirle a Dios que bendijera a sus diocesanos…
¿Sugerencias y comentarios…? Muchas y muchos. Unas y unos , santos y ejemplares y otras y otros, no tanto. Entre los mismos, pongo el acento en el hecho de que, de muy grave –gravísimo- debe catalogarse el problema vocacional, como para no ahorrase este tipo de soluciones ascéticamente tan raras y hasta estrambóticas, no exentas de ciertos peligros….
¿Acaso perdieron valor y eficacia los procedimientos tradicionales y en uso, de las oraciones y rezos especiales en los “Días de los Seminarios”?
¿Es que la figura sacerdotal perdió su capacidad de entrega limpia y comprometida al pueblo, sobre todo a los más pobres y necesitados?
¿Es posible que estos –los pobres- sean ya tan pocos, que a los sacerdotes de verdad no les satisfaga la Iglesia de los ritos, de las ceremonias y de las solemnidades litúrgicas?
¿Hay que desechar la idea de que como las noticias corren –vuelan- hoy más que los paracaídas, y no todas ellas –las noticias- tanto clerical como episcopalmente, son constructivas, sino todo lo contrario, jóvenes y no tan jóvenes, recusen positivamente ser curas o frailes?
De todas formas, y en el caso de nuestro protagonista el obispo aeronauta y paracaidista, teniendo en cuenta que a un antecesor suyo en el episcopado también se le ocurrió llevar a la práctica, y con intenciones idénticas, tal ascendencia y descenso, y las vocaciones siguieron “de capa caída”, en números rojos y en decadencia tan alarmante, a estas explicaciones habrá que añadírseles otras. Pese a posibles malas interpretaciones, me atrevo a destacar el hecho de que “hay obispos que son como niños”.
La falta de conexión -encarnación con el pueblo, su “carrerismo”, su soberanismo, los palacios episcopales, las “dignidades” de las que se rodean, sus utopías –“lugares que no existen”- , sus ornamentos exóticos y paganos, sus mitras, báculos, anillos, cáligas y “capas magnas” -magnísimas- (a los cardenales se les permiten de cinco metros de cola, que hace poco años, eran 16, -nada más y nada menos que ¡dieciséis¡), son elementos que explican sobradamente, con o sin indulgencias, el uso y abuso hasta de globos de color amarillo, de los paracaidistas alpinos.
No es propio de adultos, de jóvenes y casi de niños, haber llegado y poner el práctica la ocurrencia de que un viaje con la expectación y el recibimiento honroso de diocesanos y de periodistas, también conocidos y reconocidos como “informadores religiosos”, pudiera ser solución eficaz para el problema religioso de las vocaciones sacerdotales…
Por curiosidad, ¿cuántos obispos y superiores de Órdenes y Congregaciones Religiosas estarían dispuestos en España a seguir el ejemplo del obispo francés, pese a que se clausuren los seminarios y los noviciados?
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