"La unidad de España no es ningún dogma" Bausset: "El obispo Teodor Úbeda decía que el derecho de autodeterminación de los pueblos es una doctrina incluida en el Vaticano II"
Las palabras del obispo Teodor estaban en sintonía con la nota que, 27 años después, hicieron los obispos de Cataluña: "No podemos ignorar ni tener a menos que, en relación a Cataluña, existe un problema político de primer orden"
Como afirma el Papa Francisco, "es hora de saber cómo diseñar, en una cultura que privilegie el diálogo como forma de encuentro, la búsqueda de consensos y acuerdos"
Estas son las declaraciones que el obispo Teodor Úbeda, de Mallorca, hizo al diario Baleares el 7 de septiembre de 1991. El obispo Teodor decía que “el derecho de autodeterminación de los pueblos es una doctrina incluida en el Concilio Vaticano II y, en consecuencia, aceptada y defendida por la Iglesia”. El obispo Teodor añadía aun que “la fórmula política” para “concretar el grado, la manera y los condicionamientos de nacionalismo, es una cosa que ha de decidir el conjunto de la sociedad de cada pueblo, en la cual la Iglesia es solo una voz más”.
Aunque reconocía que él era partidario de “mantener la unidad de España”, el obispo Teodor creía que la Iglesia “podía solicitar el derecho de la autodeterminación”. Por eso también era partidario “de una provincia eclesiástica propia” para las Baleares, ya que consideraba que las Islas “son una entidad sociológica que posee rasgos distintos y diferenciadores de las otras provincias eclesiásticas que existen en España”. De esta manera el obispo Teodor abogaba por desgajar la Iglesia de las Baleares de la Provincia Eclesiástica Valentina, como se da en la actualidad. Por eso e 1984, juntamente con los otros dos obispos de las islas, Teodor Úbeda pidió al Vaticano (que hizo caso omiso), la creación de la Provincia Eclesiástica de las Baleares.
El obispo Teodor rechazaba cualquier motivación política en sus declaraciones, y por eso decía que “el hecho de que la Iglesia subraye y estimule los signos de identidad de cada pueblo, es un planteamiento puramente pastoral”.
Las palabras del obispo Teodor estaban en sintonía con la nota que, 27 años después, hicieron los obispos de Cataluña: “No podemos ignorar ni tener a menos que, en relación a Cataluña, existe un problema político de primer orden, que obliga a buscar una solución justa a la situación creada, que sea mínimamente aceptable para todos, con un gran esfuerzo de diálogo desde la verdad, con generosidad y búsqueda del bien común de todos.
Por eso, tal como hemos pedido repetidamente, con palabras del papa Francisco con las que nos sentimos comprometidos, decimos a los católicos y a todos los que nos quieran escuchar, que «es hora de saber cómo diseñar, en una cultura que privilegie el diálogo como forma de encuentro, la búsqueda de consensos y acuerdos, pero sin separarla de la preocupación por una sociedad justa, memoriosa y sin exclusiones». (Evangelii Gaudium 239)”. Los obispos catalanes, como “pastores de la Iglesia que camina en Cataluña”, afirmaban en esta nota, que no les correspondía a ellos “optar por una determinada propuesta a los nuevos escenarios que en los últimos tiempos se han planteado” (Nota de los obispos de Cataluña, 16 de febrero de 2018).
También el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia afirma que una nación “tiene un derecho fundamental a la existencia”, y a “construir el propio futuro” (nº 157), como decía el obispo Teodor.
Pero el discurso del papa Juan Pablo II en la Asamblea de las Naciones Unidas, el 5 de octubre de 1995, es el más clarificador: “Nadie, ni un estado, ni ninguna otra nación, ni ninguna organización internacional, no está nunca legitimada a afirmar que una determinada nación no es digna de existir”. Por eso los obispos catalanes, en el documento de 1985, “Arrels cristianes de Catalunya”, decían: “Como obispos de la Iglesia de Cataluña, encarnada en este pueblo, damos fe de la realidad nacional de Cataluña, formada a lo largo de mil años de historia, y también reclamamos para ella la aplicación de la doctrina del magisterio eclesial: los derechos y los valores culturales de las minorías étnicas dentro de un estado han de ser respetados e incluso hasta promovidos por los estados, los cuales de ninguna manera no pueden, según derecho y justicia, perseguirlos, destruirlos o asimilarlos a otra cultura mayoritaria”.
Es bien conocido que la mayoría de los obispos españoles han llegado a calificar la unidad de España de “bien moral”. Y así, el pasado 18 de noviembre, en el discurso de apertura de la Asamblea Plenaria de los obispos españoles, el arzobispo Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española, además de decir que “la Constitución española no tiene fecha de caducidad”, hablaba de la “concordia de todos”, oponiéndola a “la tentación del caos”. Por eso el arzobispo Blázquez pedía que “no prevaliese nunca” el caos sobre “la unidad asegurada por la Constitución”.
Por el contrario, los obispos catalanes han defendido “la legitimidad moral de las diversas opciones sobre la estructura política de Cataluña, que se basen en el respeto de la dignidad inalienable de las personas y de los pueblos y sean defendidas de forma pacífica y democrática” (Nota de los obispos catalanes, 16 de febrero de 2018).
También el obispo Xavier Novell, de Solsona, ha defendido “los derechos propios de Cataluña”, que “están fundamentados primariamente en su misma identidad como pueblo”. Por eso el obispo de Solsona ha afirmado que “a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia, Cataluña tiene derecho a la autodeterminación”.
Con todo, y como la unidad de España no es ningún dogma, los cristianos podemos defender libremente, siempre con métodos pacíficos y democráticos, cualquier opción política para el futuro de Cataluña y del estado español.