"Oremos y trabajemos por Haití. Oremos y trabajemos por Brasil" Rogerio Mossimann da Silva, sj.: Así fui secuestrado, durante cuatro días, en Haití
Restringimos al máximo las salidas, redoblamos la atención. Sin embargo, éramos conscientes que las bandas armadas circulaban en toda la región, y bastaría con estar “en el lugar y hora equivocados” para que ocurriera algo
Aislado, a merced de mi impotencia, rehén de la radical falta de información, solo me quedaba el sagrario íntimo de mi corazón. Nunca he rezado tanto, buscando disponerme a hacer la Voluntad divina
Oremos por este mundo nuestro inmerso en miserias e inseguridades, y comprometámonos, con renovada Esperanza, para que el derecho de vivir en Paz, en la Justicia y Reconciliación, brote y multiplique sus abundantes flores y sus sabrosos frutos de más Vida...
Oremos por este mundo nuestro inmerso en miserias e inseguridades, y comprometámonos, con renovada Esperanza, para que el derecho de vivir en Paz, en la Justicia y Reconciliación, brote y multiplique sus abundantes flores y sus sabrosos frutos de más Vida...
| P. Rogério Mosimann da Silva, sj
(Puerto Príncipe, 06/08/2021, fiesta litúrgica de la Transfiguración). En estos últimos días he recibido mensajes de mucha Gente amiga. Se vuelve ya imposible responder a cada quien, como me gustaría. Por eso escribo estas líneas, al modo de una “Carta a quien debo carta”. Que cada uno, cada una se sepa y sienta estrechado/a por un Abrazo personal.
Como ya es de conocimiento público, sufrí un secuestro la semana pasada, aquí en Haití. Permanecí cuatro largas jornadas en cautiverio, desde la noche del miércoles, 28/07, hasta la noche del domingo, 01/08. El contexto del País se venía agravando sobremanera en estos últimos meses, por lo que no ignorábamos el riesgo, y nuestro cotidiano ya nos exigía la búsqueda de conciliar la debida prudencia y los llamamientos de la misión.
Dominados por pandillas, los alrededores del Noviciado jesuita de Haití constituyen un peligro real. Restringimos al máximo las salidas, redoblamos la atención. Sin embargo, éramos conscientes que las bandas armadas circulaban en toda la región, y bastaría con estar “en el lugar y hora equivocados” para que ocurriera algo. Y me venía a la mente la acción de gracias de Pedro Casaldáliga, anciano y debilitado: “Gracias, Señor, porque por tu Gracia no retrocedemos jamás ante la tentación de dejarnos arrastrar por el miedo”.
Subyugado por la cuadrilla en medio de la pequeña carretera, a pesar de las circunstancias, puedo decir que en general fui bien tratado, sin brutalidad, y no me faltó comida ni agua (para beber, para bañarme).
Pasados estos días, de vuelta para Casa, debo decir, Amigas/os, que estoy bien, procurando ahora descansar un poco, mientras recojo las Enseñanzas de esos días.
La experiencia espiritual, muy profunda, es lo que vale la pena retener. Si en términos de nuestras limitadas coordenadas históricas, me encontré sometido por completo a la decisión, interés y capricho de los jefes (que se dejan seducir por la lógica perversa del inframundo del crimen), o a las oscilaciones de ánimo de los miserables “soldados” (esclavizados por eses mismos jefes), en el horizonte del Infinito, a su vez, me vi totalmente sumergido en las manos de Dios. Aislado, a merced de mi impotencia, rehén de la radical falta de información, solo me quedaba el sagrario íntimo de mi corazón. Nunca he rezado tanto, buscando disponerme a hacer la Voluntad divina (¿y si la hora fuera de ir hasta el fin, entregar mi vida también físicamente, en sacrificio?; ¿y si mi muerte significara un bien mayor para Haití que mi propia vida?). El grito que emerge de las entrañas, como el clamor del mártir Jesús: ¿Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado? (Mt 27, 46). Todavía, sabiendo que Bondye p ap janm lage m (nunca me va a abandonar). “¿Por qué yo?” ¡No!, no me hice esa pregunta. “Sin privilegios ni excepciones” (monseñor Mendes de Almeida). “¿Qué debo decir: Papá, líbrame de esta hora? Pero si es justamente para esa hora que he venido... Padre, glorifica tu Nombre” (Jn 12, 27-28). La Gloria de Dios: que la Persona humana (Irineo de Lyon), que - más heridas y amenazadas por las fuerzas de muerte - las Personas pobres y marginadas (actualización de monseñor Romero) tengan Vida (cf. Jn 10, 10).
Mi celda (el cuartito a equilibrarse sobre el suelo tachonado de estrellas de una vieja choza en una periferia rural) me proporcionó la ocasión de un Retiro. Siguiendo hasta cierto punto, de manera condensada, a pesar de la falta de Silencio externo, la metodología de losEjercicios Espirituales ignacianos, operé una relectura de mi vida entera. También proyecté el futuro, reCORDando a Francisco, quien espera que la humanidad pueda salir mejor de estos tiempos de pandemia. Reflexionaba: si atravieso esa, que lo haga para ser mejor: vivir con más Fe, más Esperanza, más Amor, más espíritu y práctica de Servicio y de Solidaridad, más firme en Fidelidad. Me viene otra vez aquella Voz: “Que vayas más hondo, que entregues más”. Magis.
El Principio y Fundamento me hizo eco: “el ser humano es criado para […]”; “las otras realidades sobre la faz de la Tierra”, relativas y subordinadas a tu Proyecto, para que las utilicemos, en nuestra libertad, con discernimiento, “tanto cuanto” nos ayuden a lograr esa finalidad del Sueño original. Es preciso, pues, hacerme indiferente: “vida larga o vida corta”, alternativa que gana toda otra resonancia ante la posibilidad efectiva de la interrupción brusca de la existencia. También la Oración de S. Ignacio recibe contornos existenciales insospechados: Toma, Señor, y recibe toda mi memoria, inteligencia, voluntad, libertad; todo lo que soy, todo lo que tengo y poseo. Dame solamente tu Amor, tu Gracia, eso me basta, nada más quiero pedir.
Profusión de mociones diversas. En instante tosco, ¿no surgen, a veces, hasta las mismas tontas fantasías de heroísmo, de aparecer como noticia en los medios de comunicación, de verme alzado a objeto de admiración? La debilidad humana, esas y otras afecciones desordenadas, alejadas de Ti, la necesidad de conversión, de depuración, ¡y la palabra primera y permanente de tu Misericordia! (Ejercicios, 1ª Semana).
Nunca, antes, había saboreado internamente así el significado de la palabra ACOMPAÑAR, y jamás me había experimentado tan ACOMPAÑADO. Primero por el mismo Señor, quien me sostenía, me mantenía tranquilo, me fortalecía, y que me llamaba a ACOMPAÑARLO, no sordo a su llamado sino diligente; a seguirLo en su Bandera, anunciando - sobre todo a través de las obras - la Buena Nueva del Reino (Ejercicios, 2ª Semana). Y a caminar con Él hasta el fin (Jn 13, 1), en su Pasión (Ejercicios, 3ª Semana), como narra Ignacio, en la Autobiografía, cuánto se alegró al verse ACOMPAÑAR a Jesús, los puños atados, conducido a prisión. Hermoso de escuchar, difícil de poner en práctica. En ruta, en via crucis, sin teorías o racionalizaciones - tan solo se imponía la interrogación cuanto al resultado de los hechos. Todo encaja en lo posible...
Y junto, ACOMPAÑADO por los compañeros jesuitas de Haití (la comunidad del Noviciado: el equipo de formación, los novicios; y las otras comunidades, la Curia del Territorio); de Brasil (todos los compañeros, y en particular el P. Smyda, Provincial, y su ayudante, el P. Élcio); de Canadá; de la República Dominicana; de Centroamérica; de tantos lugares. Y la Curia General. Y los maestros de novicios de América Latina y el Caribe. Y por mis Familiares. Y por las Amigas y los Amigos, tanta Gente de tantas partes que, yo sabía, una vez recibida la noticia, inmediatamente empezaron a estar presentes conmigo, a orar por mí, y eso siempre me dio una fuerza enorme. Me alimentó también el recuerdo de las Hermanas y Hermanos que ya partieron de esta vida, pero continúan en Comunión desde el seno de la Trinidad. ¡Rostros, Nombres intensamente reCORDados! También me sentí unido, ACOMPAÑANDO, en carne y hueso, a la Gente que sufre, las víctimas de tal violencia, en especial al Pueblo haitiano, a la Gente más pobre y vulnerable del País.
El acercarse, desde la Eternidad, del Dios que viene, Adviento permanente, para recapitular toda la Historia, reconfigurar, restaurar a todo y a todos/as. Contemplar, y ver todas las cosas nuevas en Cristo, a partir del Último, de lo Definitivo. Remirar, desde el más Allá, el aquí. Cielo nuevo y Tierra nueva. La Resurrección borrando todo rastro de lo imperfecto, transformando, remodelando, relativizando y cumpliendo hasta la plenitud cada realidad pasajera, en la Comunión del Espíritu de Vida que nos ACOMPAÑA y nos abre siempre de nuevo a la misión (Ejercicios, 4ª Semana).
Durante estos días incluso rezamos en comunidad, yo y quienes compartían la misma situación conmigo, porque yo era únicamente un preso entre siete. Se nos dio la oportunidad entonces de aprender, ya que pertenecemos a diferentes confesiones religiosas, la vía de la oración ecuménica.
Ciertamente celebré la memoria litúrgica del Fundador, el Padre Ignacio (31/07), de una manera diferente este año.
Una vez liberado, una gran Consolación me invadió, en forma de GRATITUD (¡el don de la Vida!, el afecto de las Personas a quienes Dios nos regala, para peregrinar con nosotros en este mundo. ¡Presencias!). Para moverme, por la dinámica misma de este recuerdo agradecido, a una respuesta más generosa (Ejercicios: Contemplación para alcanzar Amor).
El lunes, 26/07, el P. Stanley asumió el Noviciado, según la previsión. Mi plan era de dejar la Casa enseguida. Sin embargo, por eso de la transición, y por la necesidad de terminar de organizar algún material y pasar algunas informaciones al nuevo maestro, y por haber recibido la invitación para presidir la Eucaristía en la tarde del miércoles, durante el Triduo de San Ignacio, en la Comunidad que lo tiene cómo patrón, y que se encuentra en Noailles, no lejos del Noviciado, resolví quedarme esos dos o tres días más. Debería partir justo el jueves temprano. Sin embargo, todo sucedió en la víspera, cuando volvía de la Misa y estaba ya a unos 500 metros del portón del Noviciado, alrededor de las 19:30.
Ahora, desde el lunes 2 de agosto, ya estoy en Cazeau, en el Centro de Espiritualidad Manresa. Cuando llegué, fui recibido calurosamente por los miembros de la Comunidad jesuita, junto con el Padre Jean Denis, Superior del Territorio jesuita de Haití, que aquí estaba. Se resaltan los valores y la unión de nuestro cuerpo apostólico, se diluyen las divergencias.
Independiente de este episodio, mi regreso a Brasil ya estaba decidido y se llevará a cabo en pocas semanas. Por lo tanto, me reincorporo a la BRA (Provincia jesuita de Brasil), después de más de 6 años en Haití (desde el 28/04/2015). Reservaré un período de descanso y para vigorizar la Salud, y luego abrazaré mi nueva misión que, como la ciudad donde residiré, aún no está definida.
Una vez más, ¡muchísimas gracias a Todas y Todos las/los que me ACOMPAÑARON y ACOMPAÑAN, con su Amistad, Cariño y Oraciones!, en gesto que supera mi capacidad de abarcar…
Oremos y trabajemos por Haití. Oremos y trabajemos por Brasil. Oremos por este mundo nuestro inmerso en miserias e inseguridades, y comprometámonos, con renovada Esperanza, para que el derecho de vivir en Paz, en la Justicia y Reconciliación, brote y multiplique sus abundantes flores y sus sabrosos frutos de más Vida...