"Cambien de rumbo. Francisco se lo pide. Sus víctimas lo reclaman" Juan Cuatrecasas: "Señores obispos, déjense de cifras, por Dios. Atiendan con sinceridad y efectividad a sus víctimas"

Juan Cuatrecasas
Juan Cuatrecasas

"Viene la iglesia española y sus satélites mediáticos a dar lecciones magistrales de pureza reparatoria e indemnizatoria, cuando durante décadas han tapado y ocultado a sus curas y religiosos pederastas"

"Tapar, ningunear, minimizar, faltar al respeto y dudar de modo gratuito de la credibilidad de sus víctimas, aunque ustedes crean lo contrario, supone atacar a la iglesia católica que predican defender"

"Todas las víctimas deben ser reconocidas y reparadas, claro que si. Pero ustedes deben empezar dando ejemplo con las suyas, en lugar de jugar al recreo del trilero"

Según la investigación y registro realizado para El País por los periodistas Iñigo Domínguez y Julio Núñez, en el presente son 2.858 las víctimas y supervivientes de pederastia en el ámbito eclesiástico contabilizadas. Y 1.548 los pederastas registrados. Datos basados en denuncias y en testimonios que el medio ha ido recibiendo en su sede. Datos terribles sobre esta lacra en nuestro Estado Social y Democrático de Derecho.

De modo paralelo el Defensor del Pueblo, alto comisionado de derechos humanos ha recabado y certificado 674 víctimas y supervivientes de pederastia eclesiástica. 'Una respuesta necesaria', título de su informe, que va camino de cristalizar en torno a sus recomendaciones, dirigidas a los poderes ejecutivo y legislativo, habiéndose registrado esta pasada semana en la comisión de Justicia, una subcomisión sobre el estudio para el reconocimiento y reparación de las víctimas de agresión o abuso sexual infantil en el ámbito de la Iglesia católica, iniciativa conjunta del grupo parlamentario socialista y Sumar.

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El Defensor del Pueblo, ante el pleno del Congreso
El Defensor del Pueblo, ante el pleno del Congreso Defensor del Pueblo

Pues bien, aún y con estos datos, que siempre serán inexactos porque de lo que no se habla no existe y quienes no denuncian o no testimonian, no se contabilizan, aun, repito, hay personajes que se permiten la terrible osadía de intentar desvirtuar la realidad, confrontando porcentajes, minimizando la lacra o usando argumentos comparativos carentes de rigor.

Empezando por la mayoría de los miembros de la ejecutiva de la Conferencia Episcopal de España que cargan el trabuco exigiendo que ellos se ocuparán de sus víctimas, siempre y cuando el gobierno se ocupe de todas, de las de todos los ámbitos. Viene la iglesia española y sus satélites mediáticos a dar lecciones magistrales de pureza reparatoria e indemnizatoria, cuando durante décadas han tapado y ocultado a sus curas y religiosos pederastas, han pasado un rodillo terrible sobre seres humanos agredidos emocional y sexualmente y se han limitado a decir que los casos de pederastia en sus filas son puntuales y que no es un problema estructural e intergeneracional, como a estas alturas ya sabe todo el mundo.

Que como esto ocurre en todos los ámbitos de la sociedad, ellos no son la excepción, buscando a través de una pobre excusa, justificar lo injustificable. Como dijo el literato de Grenoble, Henri Beyle, mejor conocido como Stendhal, quien se excusa, se acusa. He escuchado a mujeres y hombres, vinculados en este asunto con la iglesia española, competir en cifras y porcentajes con asociaciones de víctimas, comparando números de ámbitos diferentes en los que se han perpetrado los delitos. He escuchado a personajes con responsabilidad pública lanzar dardos contra víctimas y supervivientes del ámbito eclesiástico, con un ánimo revictimizador insolente e indolente.

CEE

Señores obispos, déjense de cifras, por Dios. Atiendan con sinceridad y efectividad a sus víctimas. Déjense de modelos que adolecen de credibilidad. Dejen sus miedos y temores de lado. Acometan el trabajo que deben porque no es una opción, es su obligación. Tapar, ningunear, minimizar, faltar al respeto y dudar de modo gratuito de la credibilidad de sus víctimas, aunque ustedes crean lo contrario, supone atacar a la iglesia católica que predican defender. No la defienden así, simplemente hacen la bola de su delirio más grande.

A estas alturas toda la sociedad sabe que se cometieron gravísimos delitos contra la infancia y la adolescencia entre los muros de Pedro, en colegios concertados, parroquias, colonias estivales y catequesis. Y no son circunstanciales. Las cifras siguen subiendo, porque demostrado ha quedado que las víctimas no cuentan cuando quieren, solo cuando pueden hacerlo. Las víctimas, todas y de cada uno de los ámbitos de nuestra sociedad, merecen un reconocimiento público, una reparación justa y un acompañamiento integral.

Las de la iglesia también, pese a sus continuos intentos de maquillaje, a su integrismo negacionista. Déjense de numerología, de pseudociencia al fin y al cabo, y cambien de rumbo. Francisco se lo pide. Sus víctimas lo reclaman. Del 0,2% aquel de Arguello, manipulado desde un informe de la muy respetada y respetable Fundación Anar, a la actualidad, los porcentajes han ido escalando como una aventura montañera de Claudio Barbier.

Déjense de cifras y ocúpense de los seres humanos. Lo pide la esencia misma del cristianismo, lo exige el humanismo, lo ruega la bondad. Lo otro, lo de ustedes hasta ahora, es un descrédito para la propia institución de la que forman parte. Ya lo dijo el sacerdote jesuita Baltasar Gracián, “no hay peor descrédito que aborrecer a los mejores”.

Documental 'Todos lo sabían', sobre los abusos en la Iglesia
Documental 'Todos lo sabían', sobre los abusos en la Iglesia

Y son sus víctimas y supervivientes, aquejados de una cruel vulnerabilidad, unos de los mejores de esa iglesia. Todas las víctimas deben ser reconocidas y reparadas, claro que si. Pero ustedes deben empezar dando ejemplo con las suyas, en lugar de jugar al recreo del trilero.


*Portavoz y miembro fundador de ANIR

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