"Generaciones y siglos de peregrinos han partido antes que nosotros y muchos lo harán después" Un Jubileo de la Esperanza, también de color arcoíris

Un Jubileo de la Esperanza, también de color arcoíris
Un Jubileo de la Esperanza, también de color arcoíris

La invitación de una peregrinación se dirige a todos, también a las personas LGBTI cristianas, porque la peregrinación de la vida nos une a todos; pero esta peregrinación se dirige de manera especial a lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, pero también a familias, padres, jóvenes y ancianos,…, porque todos caminamos en este pequeño planeta en un universo inmenso y, querámoslo o no, debemos vivir juntos

Si el primer objetivo de esta propuesta de peregrinación es recordarnos que somos peregrinos cotidianos sobre la faz de esta Tierra -no dueños de ella- y que estamos en camino hacia un destino, el segundo es precisamente el de lograr la conciencia de que nadie camina solo, que solos no llegamos lejos, que cada día necesitamos la ayuda del hermano que camina con nosotros

«Nuestra vida es una peregrinación. Del cielo estamos hechos. Nos detenemos aquí un poco y luego reemprendemos el camino» (San Juan XXIII - Del discurso en el santuario de Loreto el 4 de octubre de 1962 -).

Estas palabras dicen algo sobre el significado profundo de una peregrinación. Con demasiada frecuencia, la vida cotidiana nos absorbe hasta tal punto que nuestros pensamientos, nuestros sueños, nuestras esperanzas no van más allá de unos días, o de unas semanas.

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Pero un cristiano no puede encerrar su vida en horizontes tan estrechos .... «Estamos hechos de cielo», dijo una vez alguien. «La vida es una peregrinación, nos detenemos un tiempo y luego reemprendemos el camino».

Incluso las personas LGBTI cristianas no quieren escapar a esta vocación a realidades mayores. La invitación de una peregrinación se dirige a todos, también a las personas LGBTI cristianas, porque la peregrinación de la vida nos une a todos; pero esta peregrinación se dirige de manera especial a lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, pero también a familias, padres, jóvenes y ancianos,…, porque todos caminamos en este pequeño planeta en un universo inmenso y, querámoslo o no, debemos vivir juntos, cada uno según su propia naturaleza, inclinaciones, vocación, elecciones o capacidades.

La peregrinación tendrá lugar en septiembre de 2025
La peregrinación tendrá lugar en septiembre de 2025 LTDG

Todos caminamos... ¡pero no estamos solos! Nuestro camino se hace siempre en compañía, a veces en silencio, a veces en conversaciones íntimas intercambiadas con un amigo, a veces en debates y diálogos de grupo, incluso animadas, distendidas,…, pero siempre con respeto mutuo y sin interrumpir nunca el itinerario, ¡porque el destino nos espera a todos!

Si el primer objetivo de esta propuesta de peregrinación es recordarnos que somos peregrinos cotidianos sobre la faz de esta Tierra -no dueños de ella- y que estamos en camino hacia un destino, el segundo es precisamente el de lograr la conciencia de que nadie camina solo, que solos no llegamos lejos, que cada día necesitamos la ayuda del hermano que camina con nosotros.

Otro objetivo es el de crear comunión y comunidad. Es crucial para las personas LGBTI cristianas que a menudo han experimentado la soledad -¡cuántas historias de soledad hemos oído!- porque se sienten como ovejas negras, incapaces de hablar de su sexualidad en el ámbito cristiano y de su fe en el ámbito homosexual, ¡sentirse por fin en casa! No sólo dentro de los muros cerrados de nuestros grupos y asociaciones de creyentes homosexuales, sino sintiéndose en casa en las calles del mundo.

Otro objetivo de esta peregrinación: ser testigos serenos y alegres de lo que somos, del gran don que Dios nos ha dado: nuestra afectividad, allí donde se dirija para crear vínculos estables, fieles, fecundos y felices. Testigos sin gritos, sin desfiles, sin alardes, testigos como Jesús, con la palabra pero más aún con el ejemplo, sin orgullo mal entendido pero también sin miedo, con la valentía que da no sentirse «fariseos irreprochablemente justos» sino hijos amados por el Padre. Es una peregrinación en el Año Jubilar de la Esperanza, una experiencia espiritual.

Oveja perdida, ¿o abandonada?
Oveja perdida, ¿o abandonada?

La peregrinación nos ayuda a todos a volver a lo esencial. Son muy pocas las cosas que podremos llevarnos; es más, ¡los que quieran llevarse algo extra tendrán que esforzarse más! Es una gran metáfora de nuestra vida, que se hace más difícil cuanto más acumulamos. Peregrinar nos recuerda que lo esencial son las relaciones que conseguimos entablar, las relaciones significativas, los momentos de alegría, oración, celebración y recogimiento que conseguimos labrarnos por el camino... ¡y que no pesan nada!

En estrecha relación con esto, no debemos olvidar que la peregrinación serpentea por algunos de los lugares más densos de arte, belleza e historia conocidos por la humanidad. De esto estamos justamente orgullosos los seres humanos. Porque no nos olvidamos que sin arte, sin belleza, sin historia no podemos vivir, son esenciales, y también frágiles, y deben contemplarse, agradecerse y respetarse. Por eso, al menos por una vez, los peregrinos no los visitamos como turistas que escapan, huyen,…, sino como peregrinos que se detienen y «disfrutan» de estos dones que nos recuerdan la grandeza del hombre y de su Creador.

El destino, la meta es Roma. Uno de los tres destinos de los antiguos peregrinos -con Santiago de Compostela y Jerusalén. He comenzado mi reflexión con una cita del Papa San Juan XXIII, que fue para todos, creyentes y no creyentes, un gran testigo del siglo pasado.

logo del Jubileo de la Esperanza
logo del Jubileo de la Esperanza

Y los peregrinos terminaremos nuestro itinerario recibiendo la bendición del Papa Francisco, para católicos y no católicos, ¡un gran testigo de fe cristiana y de humanidad en nuestro siglo XXI! El que ha recibido la llamada a “confirmar la fe de sus hermanos” (Lucas 22, 32) y se ha puesto al servicio de esa misión de confirmar "miserando atque eligendo".

Generaciones y siglos de peregrinos han partido antes que nosotros y muchos lo harán después. Para nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI, acostumbrados a oír y ver al Papa en cada ocasión puede parecer trivial, pero la peregrinación «ad Petri sedem» era en otras épocas una ocasión única en la vida. Se trabajaba toda una vida para tener el dinero para hacer esta peregrinación, sin Google-Maps, sin botas de montaña, sin mochilas de Gore-Tex ni bolsas de primeros auxilios... pero el espíritu que nos anima es siempre el mismo, y el objetivo es siempre el mismo: el rezo y la bendición de un hombre que para los que son católicos es el que ha recibido y ha secundado la llamada de pastorear, apacentar,…, es decir, de amar a sus hermanos en nombre del que nos amó primero.

¡Feliz peregrinación a todos!

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