"Todo muy bonito, pero muy anticipado y muy artificial" Luces de Navidad: "¡Oh, qué triste es andar por la vida!"
"Veo que la pandereta navideña, Año Nuevo y Reyes es cada vez más un artificio para no escucharnos los unos a los otros que para bailar en unas fiestas que dejan de ser tal"
"¡No! No quiero un mundo de más soledades, de más fake news. Claro que quiero y exijo fiesta y celebraciones festivas y reuniones de familia y de compañeros de empresa. ¡No! No quiero un mundo de miseria y guerras, muerte masiva planificada y ruina universal a la que nos llevan estos sistemas"
| Xaquín Campo Freire
Por suerte no soy una persona depresiva ni tengo tendencia temperamental a inclinarme por una visión negativa del mundo en el que vivimos. Más bien soy positivo. Desde Ferrol a Xuvia, en la Carretera de Castilla, veo ya instalados los puntos de las arcadas que van a llenar de luz y colorido una Navidad.
Todo muy bonito pero muy anticipado y muy artificial. Y este año me hizo pensar el observar contrastes que otros años no percibía tan lacerantes en el mundo que a diario observo y en el que me muevo a pie de realidad. La pobreza aumentó en cantidad y condiciones.
Noto un incremento grande en el número de pobres pobres. De esos que ves que les da vergüenza pedir. Son gente joven, entre veinte y cuarenta años. Principalmente hombres. Algunos con estudios superiores. También mujeres. Ellas son más capaces de verbalizar su problemática, no sé si porque el peso del yugo carga más de su lado, como siempre. Pero sí veo que la pandereta navideña, Año Nuevo y Reyes es cada vez más un artificio para no escucharnos los unos a los otros que para bailar en unas fiestas que dejan de ser tal.
El desagarro de la inconsistencia
Bauman habla de la modernidad líquida: identidades semejantes a una costra que por fuera dan el pego. Realidades que parecen estables desde un punto de vista externo, pero por dentro sufren la fragilidad y el desgarro constante de la inconsistencia.
La mentira, los bulos, las fake news, (para hablar más en líquido), están invadiendo el mundo. No te puedes fiar de nada ni de nadie. Multitud de llamadas y a deshora que no aciertas a saber por qué saben tanto de ti y de tus problemas, de tu banco y de los centros de salud, etc.
El mundo se convirtió en una cárcel grande, dentro y fuera de las prisiones. Incluso tenemos grandes cárceles flotantes, cuya gestión confían los Estados que creíamos serios a grupos altamente mafiosos sin ley ni derechos civiles. Ya no nos llegan las que tenemos en tierra. Hablo en serio. Consultar las hemerotecas solventes. Los pobres son siempre los que llenan los lugares de las pre-cárceles, que conducen a los internamientos.
"¡Que se pudran...!"
Hablar de rehabilitación y resocialización resulta una utopía irrealizable. Vuelves más pobre y más roto a un mundo más empobrecido, donde una acogida sanadora resulta irreal y sin verdaderas condiciones de posibilidad. Pero es que ni la sociedad la queremos en serio. “Que se pudran en las cárceles”, vociferan en los Parlamentos y nosotros, acríticos, decimos: ¡Beee!
Aumentan los timos, y se generalizan los miedos, las amenazas. No podemos salvar ni a los medios serios de información escritos, en los que antes confiabas. Ni los hablados y mucho menos los audiovisuales que nos llegan por los móviles. ¡Que tristeza y que lástima!
Los políticos más sonados, los que rigen las naciones más grandes; los que nos gobiernan al lado de la casa, que conocemos por el nombre y nos van a pedir el voto; las instituciones en las que teníamos tanta confianza y acreditábamos como justas y serias, entraron en un bucle, por veces injusto, y ya no sabes quién es quién ni que principios éticos rigen esos organismos en los que estamos obligados a trabajar y no puedes salirte del guion.
Los millones de excluidos y refugiados, de niños que no llegan ni a los ocho años por las guerras, bombas, drones, hambre o abusos. La ristra de mujeres asesinadas o traficadas. Los “viejos y viejas”, (así les llamamos tan cariñosos), están cada vez más solas y solos, indefensos y convertidos en mercancía de negocio cómo sucedió en las Instituciones cuando lo del COVID, que aún nadie juzgó, ni estudió en serio y con claridad. Y tampoco parece tengamos mucha voluntad de hacerlo cómo sociedad. Las comisiones de investigación son vetadas ab initio y no pasa nada.
Precisamos un mundo de luz
¡No! ¡Por favor! No quiero que desaparezcan las luces navideñas, porque precisamos un mundo de luz y taquígrafos, de justicia, verdad, paz y de recuerdos entrañables, familiares y comunitarios. Necesitamos Panxoliñas y Nadaliñas. Año Nuevo y aguinaldos. Queremos “Reyes Magos” y “de los de verdad”, de los que tenemos en cada casa. Queremos abuelitas y abuelos que nos cuentan fantasías y nuestra historia real y familiar. Que nos tiran amorosamente de las orejas por estar matando y traicionando nuestra Lengua Gallega, nuestra Cultura e Historia verdaderas en el concierto de un mundo pacífico, plural, rural, obrero, marinero, artesanal y empresarial, que, como la energía, se transforma y no debe morir, ni ser destruido.
Qué razón tenía Jesús de Nazaret, cuando atado, ya para morir, le espetó a Pilato: Mi reino no es de este sistema, de este mundo, de este vuestro tinglado
¡No! No quiero un mundo de más soledades, de más fake news. Claro que quiero y exijo fiesta y celebraciones festivas y reuniones de familia y de compañeros de empresa. ¡No! No quiero un mundo de miseria y guerras, muerte masiva planificada y ruina universal a la que nos llevan estos sistemas.
Qué razón tenía Jesús de Nazaret, cuando atado, ya para morir, le espetó a Pilato: Mi reino no es de este sistema, de este mundo, de este vuestro tinglado. (Jn 18,36).
Nuestro poeta Manuel Curros Enríquez lo expresó así de claro, poniendo las palabras en la boca del Dios Padre amoroso: “¡Se este é o mundo que eu fixen, que o demo me coma!”. Y tenía razón. Este mundo lo hacemos nosotros.
¡Hagamos una Feliz Navidad, de justicia, amor y condiciones de paz y pacificadora!
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