Nuestra Señora de Guadalupe, patrona “civil” y canónica de Extremadura, vínculo, signo y “sacramento” de extremeñidad Antonio Aradillas: "Felicidades a don Francisco Cerro y a todos los extremeños"
Extremadura está ya en vísperas de experimentar una de las sensaciones autonómicas con mayor proyección en su historia
Mons. Francisco Cerro, que será designado arzobispo de Toledo y a la vez arzobispo de Guadalupe y a favor de su destoledización
Desde aquí, RD, felicitamos a don Francisco Cerro y a todos los extremeños
También, seremos los primeros en exigirle al nuevo Primado toledano que remueva lo humanos y lo divino para que Guadalupe se avecinde en estas tierras de conquistadores y deje su domicilio en las ínclitas tierras castellano-manchegas
Desde aquí, RD, felicitamos a don Francisco Cerro y a todos los extremeños
También, seremos los primeros en exigirle al nuevo Primado toledano que remueva lo humanos y lo divino para que Guadalupe se avecinde en estas tierras de conquistadores y deje su domicilio en las ínclitas tierras castellano-manchegas
Por fin, gracias sean dadas a Dios, y a que el tiempo lo sana o subsana todo o casi todo, Extremadura –Comunidad Autónoma y Provincia Eclesiástica - está ya en vísperas de experimentar una de las sensaciones autonómicas con mayor proyección en su historia.
La noticia, o pre-noticia- es que uno de sus obispos, de nacencia extremeña, el actual de Coria-Cáceres, Mons. Francisco Cerro –“Paco” para los amigos- será designado nada menos que arzobispo de la imperial ciudad de Toledo, por tanto Primado de las Españas, a la vez que arzobispo de Guadalupe, cuyo conjunto religioso –santuario y monasterio- está declarado por la Unesco, “Patrimonio de la Humanidad”.
La razón principal de tan desbordante alegría producida por la noticia del nombramiento, es la siguiente, conocida y reconocida como caso excepcional –tal vez único-, en el orbe católico: Nuestra Señora de Guadalupe, patrona “civil” y canónica de Extremadura, vínculo, signo y “sacramento” de extremeñidad, y en gran proporción justificación constitucional por todos sus costados, está administrada y “pertenece” a la diócesis de Toledo, cuya ciudad es la capital de Castilla La Mancha. Si a esto se le añade que así son las cosas por haber sido conquistada su comarca y pueblos adyacentes -31 en total- “manu militari”, por los todopoderosos Cardenales Primados –algunas hasta con categoría de “terceros reyes de España”- la explicación, además de obvia, es anti-evangélica, anti-política , anti-eclesial y sociológicamente anti- natural.
A tan clara exposición y justificación hay que añadirle la circunstancia de que en este caso concreto, el hasta ahora ejerciente arzobispo de Toledo, don Braulio, durante su pontificado hizo todo lo posible, y hasta lo imposible por dejar las cosas tal y como están. Autoridades civiles democráticamente elegidas, organismos e instituciones regionales, movimientos cívicos, piadosos o no, –“Guadalupex” a la cabeza,- Casas Regionales de Extremadura del resto de España, y todo extremeño que se precie de ello, ha reivindicado que tamaño y ofensivo desafuero, y más “en el nombre de Dios”, se corrija lo antes posible, sin respuesta alguna hasta el presente por su responsable principal, que es don Braulio, de la “cofradía” de los obispos “roucanianos” de tiempos y comportamientos anti-vaticanos II , anclados en Trento y en la batalla de Las Navas de Tolosa.
Con presteza hay que reconocer que en la línea y a la cabeza de tan religiosas y sensatas reivindicaciones, estuvieron y están los obispos de las tres diócesis extremeñas, con mención cariñosa especial para el emérito don Antonio Montero, el actual arzobispo de Mérida-Badajoz, don Celso Morga, el de Plasencia, el de Albacete, con discreción y devoto silencio, el Presidente de la Conferencia Episcopal, y acentuadamente don Francisco Cerro, de Coria-Cáceres, del que personalmente conservo unas declaraciones a favor de la “destoledización” castellano-manchega de Guadalupe, con todas sus consecuencias, para ser y ejercer de extremeña, con los plácemes por parte del pueblo de Dios.
Por ser fieles a la verdad, tal “devoción” ni se la conoce ni reconoce al actual obispo de Ávila, de nacencia extremeña, pero que posible y diplomáticamente le debe tal cargo y “dignidad” eclesiástica a su santa y servicial alergia a “meterse en líos” contra la Curia romana y sus representantes.
Desde aquí, RD –defensor de las causas de los más pobres y, por tanto, de Extremadura, la última del elenco de las Comunidades Autónomas en signos de desarrollo-,“no tiene ni tren, ni, por supuesto, tranvías”- felicitamos a don Francisco Cerro y a todos los extremeños, quienes al fin y al cabo, nos sentimos eclesiástica y curialmente “dejados de la mano de Dios”. Eso sí, desde aquí, con dignidad, hidalguía, honradez y extremeñidad, seremos los primeros en exigirle al nuevo Primado toledano que remueva lo humanos y lo divino para que Guadalupe se avecinde en estas tierras de conquistadores y deje su domicilio en las ínclitas tierras castellano-manchegas.
Acerca de las soluciones para el arreglo canónico de tan ilógico desaguisado, solo sugiero que el pueblo-pueblo –no solo los eclesiásticos de “carrera”- , intervenga de modo efectivo y con plenas e idénticas responsabilidades. Hombres y mujeres aportarán desde la sensatez, la historia y los sentimientos, cuantos elementos sean precisos para solucionar un problema tan importante como urgente.
Lamento tener que reconocer que, entre los menos favorables a la integración de los 31 pueblos de Extremadura hoy pertenecientes a Toledo, se encuentran sus curas. Y es que, claro, las posibilidades de ascensos en la “carrera eclesiástica” en la capital y archidiócesis toledanas, se consideran más “rentables” que, por ejemplo, en las demarcaciones canónicas de Coria-Cáceres, Plasencia y Mérida-Badajoz, dado que en esta última se encuentran los tres pueblos reconocidos internacionalmente como los más pobres de Europa, con su “capital” en Zahínos. ¡Vaya por Dios¡
Como un rumor de sacristías, aporto el dato de que la terna enviada a la Curia Romana para la sede toledana –en una de las penúltimas gestiones del extinto Nuncio Fratini-, estaba compuesta por el arzobispo castrense, el de Oviedo y el obispo de Castellón-Segorbe, casi todos curiosamente de corte y confección “rouconiana”.
Hasta pudiera ser para algunos significativo que las campanadas del Año Nuevo, programadas por Telecinco”, se sirven de los solemnes y monacales badajos de Guadalupe…
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