Bergoglio celebra este miércoles seis años en la cátedra de Pedro El Papa Francisco, reformador, redentor y fuente de esperanzas
"La Iglesia, y el mundo entero, precisan de su actividad y presencia"
Con frase decorosa, inteligible, popular y, por tanto, evangélica, “no le arriendo las ganancias al mismísimo Espíritu Santo en la encrucijada en la que habrá de encontrarse”, cuando de alguna manera se le haga intervenir en la elección del papa que sustituya al actual, de nombre Francisco. ( Lo de “arrendar las ganancias” lo emplea el pueblo al dar a entender que los resultados de algo que se va a emprender pueden ser positivos, pero significando que no queremos para nosotros tan parcos beneficios obtenidos por dicha empresa).
Y es que el papa Francisco, de cuya “promoción al pontificado”, y a la imposibilidad de uso de la silla gestatoria, se celebra el sexto aniversario, puso el listón –línea roja dicen algunos-, excesivamente alto, según refieren medios normalmente,“oficiales”, por lo que proseguir en su empeño es –será- tarea poco menos que inaccesible. Unas leves reflexiones sobre el hecho, la oportunidad y características del “pontificable”, sucesor del papa Francisco, serán no solo legítimas, sino precisas y urgentes, en unos tiempos como los actuales que pasarán a la historia de la Iglesia con relieves máximos, redescubriéndose que esta –la Iglesia- no puede ser otra que la pretendida, y pretende ser, encarnar y vivir el papa Bergoglio.
Iglesia del Vaticano II
Gracias al papa “llegado de allende los mares”, se ha podido tomar conciencia de que la Iglesia, para seguir siéndolo de verdad, habrá de someterse al serio, urgente y profundo proceso de reedificación y reforma diseñado en el concilio Vaticano II, pero cuyas actas, actos e intenciones, fueron posteriormente guardados –retenidos- , a cal y canto y con grilletes, en el “baúl de los recuerdos” y con siete llaves. Por cierto que a operación tan insidiosa y antieclesial, se la consideró, y considera, como “obra de piedad”, y a quienes pretendieron liberarla, de herejes, o primos hermanos de ellos, e ínclitos aspirantes al averno.
La fórmula de “oleada de abusos” dictaminada por el mismo papa Francisco, aplicada a comportamientos de tantos impugnadores del Vaticano II, está dolorosamente vigente, con tristes presentimientos de que todavía quedan bastantes más abusos por desvelar, y no solo en el marco putrefacto de las sexualerías, sino también en los del poder, de la “dignidad- indignidad” y del dinero propio y ajeno.
El papa Francisco no ha exagerado nada. Absolutamente nada. En lo de “cueva de ladrones”, aplicado a la Curia Romana, está incluido casi todo. La seguridad de que hoy se sabe, o se sabrá, todo, o casi todo, debiera poner en alerta a sus protagonistas activos o pasivos. Estos prefirieron callar hasta lo que conocían documentalmente y aún con rescriptos judiciales, alegando “razones” de escándalos para su grey, farisaicos de por sí y que, en definitiva, y además, ocultaban no pocos intereses para algunos de los miembros de sus movimientos “piadosos”.
Los laicos, tanto o más Iglesia que su jerarquía
La tarea de la renovación- reforma que le queda por hacer al papa Francisco y a sus sucesores “franciscanos”, tan solo podrá afrontarse con la gracia especial de Dios y buenas dosis de audacia. En tal tarea- ministerio tomarán parte activa los laicos. Estos son tanto o más Iglesia que su jerarquía. Estos –los laicos- son –serán-- tanto o más evangelizadores, con doctorados o sin ellos, que aquellos otros a los que gregariamente se refería el catecismo con la expresión engañosa, pero “dogmatizada”, de “doctores tiene la Iglesia…” La “desclericalización” de la Iglesia es artículo de fe y de primera necesidad en toda programación religiosa y, por tanto, en la del papa Francisco.
Idéntica calificación demandan las asignaturas referentes a las mujeres en la relación con la Iglesia, donde, aún en los tiempos más recientes, apenas si es tratada y considerada como persona, sino sub-persona, es decir, como “objeto”, y más “de pecado”. En cualquier otra institución u organismo de carácter político, social, cultural, o civil en general, la mujer es y está tan maltratada, y marginada como en la propia Iglesia, de cuya constitución es obligado deducir que esta no lo es de Cristo. Encocora a todas, y a no pocos hombres, tener que reconocer que el evangelio de la mujer se practica en más acogedora y justa proporción en ámbitos civiles, y aún laicos, que en los que se intitulan canónicos y eclesiásticos.
¡Papa Francisco! La Iglesia, y el mundo entero, precisan de su actividad y presencia. Con cardenales, y mejor sin ellos, y con demonios de verdad o de mentirijillas, el nombre de “Francisco papa”, pasará a la historia como reformador, redentor y fuente y aljibe de esperanzas…Resulta insolentemente significativo y provocador, pero a la vez consolador, el dato de que su nombre y figura sean más y mejor acogidos, conocidos, reconocidos y amados fuera, que dentro de la Iglesia, tal y como refieren los expertos en el tema y sin necesidad espuria de haber tenido que invertir en el empeño ni un solo euro, ni dólares y ni siquiera indulgencias…