Respuesta de una vedruna a la 'Carta a Marko Rupnik' de Faus "¿Es el momento de culpabilizar de nuevo a las mujeres?"
¿No equivaldrían semejantes comentarios a estos otros, igualmente hirientes, quedemasiado a menudo oímos: “¡Mira cómo va vestida, se lo está buscando! ¿Qué hacía a esas horas de la noche sola por la calle? La violaron pero es que ella ibaprovocando…” Y un largo etc. que no ponen el foco en la persona que comete la violencia, sino en la víctima
"Cómo me gustaría que grandes teólogos como usted reconsideran esas palabras sobre la “pobre muchacha” y pudieram rectificarlas también públicamente"
| Teodora Corral, carmelita vedruna
Buenos días González Faus.
He releído muy atentamente su carta a Marko Rupnik publicada en Religión Digital. Las palabras que trascribo a continuación me han resultado especialmente hirientes.
Desde mi sensibilidad de mujer cada vez más consciente, y desde mi ser religiosa, Carmelita Vedruna, cada vez más atenta a las expresiones, gestos y acciones que culpabilizan a las mujeres de los abusos que cometen los varones, me resulta inaudible esto:
“También me pregunto con todo respeto qué clase de monja era y qué formación tenía aquella pobre muchacha que con tanta facilidad se tragaba esas normas de su presunto director espiritual. Eso puede agravar tu abuso, pero también inculpa a algunas congregaciones femeninas por la falta de formación de sus miembros. Otra vez me surge una imagen del pasado: la del P. Lombardi, en aquellos cursos “por un mundo mejor”, gritando: “le ponen un velo y ya la llaman religiosa contemplativa. Y ¿QUÉ CONTEMPLA?”. Por favor: han pasado ya muchos años desde entonces para que todavía estemos así.”
Contando, por supuesto, con la presunción de inocencia de su hermano jesuita, ¿es el momento de culpabilizar de nuevo a las mujeres, de preguntarse qué clase de monja era, llamarla “pobre muchacha”, inculpar a algunas congregaciones por la formación que dan a sus miembros, ridiculizar a las religiosas contemplativas con una cita que hace mención a un velo? ¿No equivaldrían semejantes comentarios a estos otros, igualmente hirientes, quedemasiado a menudo oímos: “¡Mira cómo va vestida, se lo está buscando! ¿Qué hacía a esas horas de la noche sola por la calle? La violaron pero es que ella iba provocando…” Y un largo etc. que no ponen el foco en la persona que comete la violencia, sino en la víctima.
Cómo me gustaría que grandes teólogos como usted reconsideran esas palabras sobre la “pobre muchacha” y pudieran rectificarlas también públicamente.
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