Religión y guerra son términos contradictorios Rusia y Ucrania: prosiguen las guerras de religión

Patriarcas de Moscú y de Kiev
Patriarcas de Moscú y de Kiev

Desde que el mundo es mundo, y tal y como lo confirma la historia, en la diversificación de sus culturas e inculturas, los conceptos “guerra” y “religión” recorrieron conjuntamente sus caminos

"De uno de los casos más recientes resultan ser protagonistas los Reverendísimos Patriarcas de Moscú y de Kiev, responsables de alguna manera, de cuantos padecimientos, desolaciones y muertes definen en la actualidad a sus pueblos respectivos"

"En la religión -en la Iglesia- están de más las guerras. Son términos contradictorios… No es de extrañar que los procesos de 'des-religiosización' vayan abriéndose caminos con tanta presteza y notoriedad"

"Nadie, en su sano y cristiano juicio, pudo y puede profesarse 'católico, apostólico y romano', sin que en su 'Credo' no ocupe lugares de prestigio supremo el cultivo de la paz"

Desde que el mundo es mundo, y tal y como lo confirma la historia, en la diversificación de sus culturas e inculturas, los conceptos “guerra” y “religión” recorrieron conjuntamente sus caminos. En todas las guerras estuvieron presentes y activos elementos que creían ser, y así se proclamaban, como religiosos, sin escatimarse la fórmula blasfema de “en el nombre de Dios” y” para su plena justicia en esta vida y en la otra”.

De uno de los casos más recientes resultan ser protagonistas los Reverendísimos Patriarcas de Moscú y de Kiev, responsables de alguna manera, con su predicación doctrinal -teología- y comportamiento -política-, de cuantos padecimientos, desolaciones y muertes definen en la actualidad a sus pueblos respectivos, de los que aseguran ser sus pastores. En ellos aseveran ejercer tal ministerio en representación, y con el aval, por parte de Jesús y del Evangelio, dada la condición de Iglesia que los define y caracteriza.

En la religión -en la Iglesia- están de más las guerras. Son términos contradictorios. Estas desacralizan y pervierten conjuntamente el proceso de humanización que lleva consigo la misión encomendada por Dios para crear y re-crear la obra iniciada por Él, hasta sus últimas consecuencias.

Las palabras y los gestos de PAZ apenas si tiene acogida en la misma vida cristiana, con excepción de los tiempos rituales y ceremoniales de su liturgia y de las exhortaciones pastorales de obispos y allegados. La expresión realista y testimonial del ejercicio, de la entrega y del compromiso con la paz, con los de dentro y de fuera de la Iglesia, resulta ser tan solo, o prevalentemente, puro y lejano eco del himno que cantaron y cantan los ángeles alrededor del Portal de Belén, con voces de plata y sones de tambores celestiales.

Por cristianos, en todo el escalafón jerárquico y para ludibrio del Evangelio, ni se es ni se ejerce de pacificador y mensajero de la paz por el hecho de haber recibido las aguas del santo bautismo. Además de la gracia de Dios, su hábito y ministerio serán obras de ascética, y exigencia adoctrinadora de la fe, a cuya tarea habrá de entregarse con alma, vida y corazón el cristiano, por convencimiento.

Desde tales perspectivas, no es de extrañar que los procesos de “des-religiosización” vayan abriéndose caminos con tanta presteza y notoriedad, como acontece en la actualidad. Del título y misión de pacificadora, no siempre fue, ni es, merecedora la Iglesia. A lo largo y ancho de la historia eclesiástica, y en su martirologio, están censados igual número de muertos en guerras, que los ocasionados por ella en contra de los miembros o adeptos de otras creencias, con la cruel convención de que unos, más que otros, lo fueron “en el nombre de Dios”.

"Nadie, en su sano y cristiano juicio, pudo y puede profesarse 'católico, apostólico y romano', sin que en su 'Credo' no ocupe lugares de prestigio supremo el cultivo de la paz"

Nadie, en su sano y cristiano juicio, pudo y puede profesarse “católico, apostólico y romano”, sin que en su “Credo” no ocupe lugares de prestigio supremo el cultivo de la paz.

Paz con Dios, consigo mismo, con la jerarquía, con la feligresía -hombres y mujeres- , con los más cercanos o lejanos y con la Naturaleza, con nombre y funciones de “madre” y apellidos de “Laudato sí”.

"Paz con Dios, consigo mismo, con la jerarquía, con la feligresía , con los más cercanos o lejanos y con la Naturaleza, con nombre y funciones de 'madre' y apellidos de Laudato sí'"

Leer y releer el libro tan sagrado de la Naturaleza es -será- tarea eminentemente religiosa que nos acompañe por los caminos del desarrollo integral como seres humanos y al servicio de los otros, sobre todo los más necesitados y, por ellos, con Dios, como suprema expresión de adoración y alabanza.

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