40 años del fallecimiento del arzobispo de Santa Fe, insigne figura de la Iglesia Latinoamericana Vicente Zazpe: "Un trabajador del Reino", según Bergoglio
Este 24 de enero se cumplen 40 años del fallecimiento de Monseñor Vicente Faustino Zazpe. Queremos hacer memoria agradecida de esta insigne figura de la Iglesia Latinoamericana
Por designación de San Pablo VI, en 1969 Zazpe asumió como Arzobispo de Santa Fe (tras la muerte del Cardenal Fasolino). Permaneció en funciones hasta su lamentada partida
Su estilo pastoral próximo, comprometido, sumado a las tergiversaciones que se arrastraban desde sus visitas con fines pastorales a Cuba en 1976 y en el mismo año a Ecuador, hicieron que Zazpe se comenzara a sentir muy solo y rodeado por la indiferencia general, aun de los propios obispos … Nunca se defendió
La mejor síntesis sobre su figura la hizo el entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio, Presidente del Episcopado Argentino, al cumplirse en 2009 los 25 años del fallecimiento del recordado pastor: "(…) Zazpe era así: un trabajador del Reino, un operario del Reino. No era ni de tal teología ni de tal otra teología: era de las Bienaventuranzas"
Su estilo pastoral próximo, comprometido, sumado a las tergiversaciones que se arrastraban desde sus visitas con fines pastorales a Cuba en 1976 y en el mismo año a Ecuador, hicieron que Zazpe se comenzara a sentir muy solo y rodeado por la indiferencia general, aun de los propios obispos … Nunca se defendió
La mejor síntesis sobre su figura la hizo el entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio, Presidente del Episcopado Argentino, al cumplirse en 2009 los 25 años del fallecimiento del recordado pastor: "(…) Zazpe era así: un trabajador del Reino, un operario del Reino. No era ni de tal teología ni de tal otra teología: era de las Bienaventuranzas"
| Carlos Ezequiel Cabalero y Aníbal Germán Torres
Este 24 de enero se cumplen 40 años del fallecimiento de Monseñor Vicente Faustino Zazpe. Queremos hacer memoria agradecida de esta insigne figura de la Iglesia Latinoamericana. El recordado Arzobispo de Santa Fe llegó a su Pascua a los 64 años. Había nacido en 1920 en Buenos Aires, en el seno de una familia de origen inmigrante, proveniente de España, como tantas que arribaron a la Argentina de allí y de otros países.
Sacerdote diocesano, con solo 41 años Zazpe fue designado por San Juan XXIII como primer obispo de Rafaela (diócesis creada en 1961, en la provincia argentina de Santa Fe), con el lema “Cristo Rey” (quizás por su familiaridad con la Acción Católica). A partir de allí comenzaría a destacarse cada vez más. Al año siguiente de su llegada a Rafaela, participaría en el Concilio Vaticano II. Según se desprende del estudio de Javier Casullo (2020), por las cartas del Obispo sabemos de su conciencia de estar viviendo un momento histórico: “enfrentamos no sólo una época, sino una verdadera era, que marcará por generaciones la historia de la humanidad”, decía el joven padre conciliar, quien se destacó dentro del grupo de obispos argentinos.
La Iglesia no estaba al margen de un contexto mundial agitado por diferentes cambios, que en América Latina se expresaba en las tensiones sociales a raíz de gobiernos democráticos inestables y dictaduras cada vez más feroces, y en la situación de subdesarrollo estructural y los intentos de modernización autoritaria (que luego derivaría en la disyuntiva liberación o dependencia).
Por designación de San Pablo VI, en 1969 Zazpe asumió como Arzobispo de Santa Fe (tras la muerte del Cardenal Fasolino). Permaneció en funciones hasta su lamentada partida. En el ejercicio de su ministerio se identificó vivamente con las orientaciones pastorales del Concilio, y de su recepción tanto en América Latina, con la conferencia de Medellín (1968), como en Argentina, con el documento de San Miguel (1969). En este sentido, no es menor destacar que integró la Comisión Episcopal de Pastoral (COEPAL), de la cual surgiría la “teología del pueblo o de la cultura”, que llegaría a influir en el Pontificado de Francisco.
También, Zazpe fue uno de los obispos de referencia de Pablo VI, quien le delegó entre otras cosas su representación personal ante un conflicto entre el obispo Enrique Angelelli (hoy beato y mártir, considerado unos de los “Padres de la Iglesia Latinoamericana”) y feligreses refractarios a la pastoral del obispo de La Rioja. Según consta en el trabajo de Luis Liberti (2005), luego de su visita, Zazpe elaboró un informe en el que destacó que Mons. Angelelli era un hombre fundamentalmente bueno, de gran corazón, con cariño a la provincia y a su gente; que ha tenido actitudes episcopales valientes. Y aclara que Angelelli ofrecería su renuncia al Papa, la cual, según su parecer no debía ser aceptada (Cfr. Carta de Mons. Zazpe al Cardenal Jean Villot, Secretario de Estado del Vaticano, 6/12/1973).
Con la irrupción de la dictadura cívico-militar en 1976, Angelelli sería una de las primeras víctimas del terrorismo de Estado. En agosto del mismo año Zazpe fue elegido para pronunciar la homilía tras el atentado que sufrió el querido prelado riojano. Y también tuvo a su cargo en 1977 la homilía de Carlos Horacio Ponce de León, obispo de San Nicolás, víctima de otro atentado de la dictadura. Así, el Episcopado Argentino perdía dos figuras proféticas, quedando apenas un puñado de pastores comprometidos con la defensa de los derechos humanos en el país: Miguel Hesayne, Jorge Novak, Jaime De Nevares y Zazpe.
A diferencia de los anteriores, el arzobispo de Santa Fe ocuparía la Vicepresidencia de la Conferencia Episcopal Argentina por tres períodos (entre 1973 y 1982). Zazpe no usó esta posición para privilegios personales, sino para amplificar su compromiso con la dignidad humana. Así, se volverían famosos sus mensajes dominicales a través de la Radio “LT10” de la Universidad Nacional del Litoral, siendo escuchado por prácticamente todo el país, denunciando, por ejemplo la existencia de una “Argentina secreta” (4/5/1980). También serían recordadas sus visitas de consuelo y ayuda a los presos políticos de la cárcel de la localidad de Coronda, o sus discretas intervenciones a favor de los perseguidos y detenidos desaparecidos por el régimen dictatorial. Asimismo, desde aquel medio de comunicación trató de iluminar desde el Evangelio diferentes acontecimientos de la vida nacional y eclesial: desde la Conferencia de Puebla (en la que participó), la Guerra de Malvinas y la visita de San Juan Pablo II, hasta la preparación del regreso del país a una democracia “fuerte, pluralista y respetada”, inspirado en el documento del Episcopado “Iglesia y Comunidad Nacional”, de 1981.
Además, cuando un año antes existió la posibilidad de guerra entre Argentina y Chile, Zazpe habló en el III Congreso Mariano, anunciando las esperanzadoras Bienaventuranzas de la Juventud. Allí, entre otras cosas, el pastor de corazón joven proclamó en plena dictadura: “Bienaventurada la juventud que trabaja por la paz, y la que tiene sed y hambre de justicia”.
"Proclamó en plena dictadura: 'Bienaventurada la juventud que trabaja por la paz, y la que tiene sed y hambre de justicia'"
Este estilo pastoral próximo, comprometido, sumado a las tergiversaciones que se arrastraban desde sus visitas con fines pastorales a Cuba en 1976 (por pedido de Pablo VI) y en el mismo año a Ecuador (invitado por Mons. Leónidas Proaño), hicieron que Zazpe se comenzara a sentir muy solo y rodeado por la indiferencia general, aun de los propios obispos. De este modo, el pastor comenzaba a advertir la desconfianza y hasta la calumnia hacia su persona. Si bien su postura era claramente equidistante de los extremismos de izquierda y derecha, muchos en la propia Iglesia dudaban de él.
Estando en la mira de las autoridades militares, ante quienes trataba de interceder por las causas de derechos humanos, el 15 de agosto de 1982, mientras se dirigía a la localidad de San Carlos, fue embestido por un camión en la parte trasera de su automóvil. Por antecedentes similares como el de Angelelli y Ponce de León, este accidente no pareció casual. Las secuelas del mismo repercutieron en su salud, producto de lo cual falleció el 24 de enero de 1984, en la ciudad de Santa Fe.
Junto con la Fundación que lleva su nombre y que honra su vida y legado, creemos que Zazpe “fue para la Argentina y para la Iglesia un regalo de Dios. Una gracia. No nos caben dudas” (Fundación Zazpe, 1989). Asimismo, y como conclusión de estas líneas, consideramos que la mejor síntesis la hiciera el entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio, Presidente del Episcopado Argentino, al cumplirse en 2009 los 25 años del fallecimiento del recordado pastor: “(…) Zazpe era así: un trabajador del Reino, un operario del Reino. No era ni de tal teología ni de tal otra teología: era de las Bienaventuranzas. Buscaba ser fiel al llamado de Jesús. Y por eso siguió el mismo camino de Jesús: Zazpe conoció la desconfianza de tantos cristianos e incluso colegas; Zazpe sufrió la difamación y la calumnia. Y él hizo como Jesús: callaba.
Nunca se defendió. Puso su defensa en el Señor. Y su figura señera en ese momento, referencial, no porque fuera de tal o cual política o de tal o cual teología sino porque era del Evangelio, esa figura referencial se fue apagando como se apaga la voz de los profetas: cuando Dios quiere. Como se apagó la voz del Bautista (…) Le doy gracias al Señor que a esta Iglesia argentina que siempre le tuvo miedo a la Cruz y siempre fue tentada de eludir la Cruz, le haya puesto un obispo señero como él. Que desde el Cielo él nos conceda la gracia de no temer la Cruz, de no negociar eludir la Cruz. La gracia de no vender la Verdad, de ser prudentes con la prudencia del Evangelio para decirla cuándo y cómo debe ser dicha”