"Hay un nombre y una tarea para la pastoral hoy: 'resignificar'" La catequesis escolar, ni en formol ni con olor a naftalina
En tiempos en que buscamos una mejor manera de evangelizar, es tiempo también de plantearnos ¿Cómo se encuentra nuestra catequesis escolar?
La fidelidad hoy para la catequesis escolar y la pastoral educativa tiene un nombre y una tarea: 'resignificar'. No implica cambiar el mensaje del Evangelio, sino resignificarlo para las mujeres y los hombres del tercer milenio"
"Cuando con el Concilio Vaticano II se cambió la liturgia y se comenzó a celebrar la Eucaristía en lengua vernácula no solo se cambió el lenguaje sino una actitud"
"Resignificar es, por lo tanto, no darle la espalda al Pueblo de Dios y a los niños y jóvenes que siguen teniendo un profundo deseo de Dios y un corazón inquieto"
"Cuando con el Concilio Vaticano II se cambió la liturgia y se comenzó a celebrar la Eucaristía en lengua vernácula no solo se cambió el lenguaje sino una actitud"
"Resignificar es, por lo tanto, no darle la espalda al Pueblo de Dios y a los niños y jóvenes que siguen teniendo un profundo deseo de Dios y un corazón inquieto"
| Pbro. Juan Manuel Ribeiro Coordinador del Consejo de Escuelas del Arzobispado de Buenos Aires
En tiempos en que buscamos una mejor manera de evangelizar, es tiempo también de plantearnos ¿Cómo se encuentra nuestra catequesis escolar?
Pareciera haber un consenso bastante grande entre los diferentes actores del ámbito educativo que existe un fracaso, o al menos, un relativo fracaso en la catequesis escolar y de la pastoral educativa.
El problema no radica en el contenido, sino en la forma de transmisión de la Fe. Ya San Pablo VI nos recordaba “este problema de cómo evangelizar es siempre actual, porque las maneras de evangelizar cambian según las diversas circunstancias de tiempo, lugar, cultura; por eso plantean casi un desafío a nuestra capacidad de descubrir y adaptar (. . .) el deber de descubrir con audacia y prudencia, conservando la fidelidad al contenido, las formas más adecuadas y eficaces de comunicar el mensaje evangélico a los hombres de nuestro tiempo”. (EN nro. 40). Este es parte del trabajo del actual sínodo de la sinodalidad.
"No pocas veces el problema no es el Mensaje sino el mensajero"
No pocas veces el problema no es el Mensaje sino el mensajero, como nos afirmaba San Juan Pablo II “El auténtico educador es un evangelio vivo. No es perezoso discípulo de una doctrina lejana en el tiempo y extraña a la realidad que vive, no es un mediocre repetidor de fórmulas carente de garra; sino el convencido y tanza defensora de la contemporaneidad de Cristo y de la incesante novedad del Evangelio”.
El Evangelio vive en la comunidad cristiana que evangeliza, que misiona. Sin este dinamismo misionero, “la Iglesia se estanca, y como le sucede al agua estancada se corrompe, se enferma” (Mensaje del Papa Francisco al Congreso Misionero Nacional, San Luis, Argentina, 2023). Algo que el Papa Francisco dice constantemente, desinstalarse, salir de la autoreferencialidad, el remedio es entenderse en clave misionera. La misión es, por tanto, una forma de ser y de estar en la Iglesia. El misionero busca, discierne eclesialmente, el modo, la manera y las formas de llevar el Evangelio.
El problema de la catequesis es que necesita renovarse, como parte de la nueva evangelización necesita ser “nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión” como nos decía San Juan Pablo II. La fidelidad al Evangelio y al depósito de la Fe nada tiene que ver con el “formol”, lo que está en “formol” no tiene vida, ni tampoco con la “naftalina” que habla de algo guardado y preservado de las polillas.
La fidelidad hoy para la catequesis escolar y la pastoral educativa tiene un nombre y una tarea: 'resignificar'
La fidelidad hoy para la catequesis escolar y la pastoral educativa tiene un nombre y una tarea: “resignificar”. Resignificar según el diccionario: “refiere al proceso de otorgar un nuevo sentido o significado a algo. Se trata de darle una nueva interpretación o comprensión a algo que ya existe, ya sea un acontecimiento, una experiencia, una conducta o incluso un concepto. La resignificación implica cambiar la forma en que se percibe o se entiende algo, desde una nueva perspectiva o comprensión desde el presente”.
Por lo tanto, no implica cambiar el mensaje del Evangelio, sino resignificarlo para las mujeres y los hombres del tercer milenio. Mucho más tratándose de niños y jóvenes con sus nuevas sensibilidades a quienes debe llegar con su mensaje.
El Papa Francisco nos recordaba en su exhortación dirigida a los jóvenes: “Pidamos al Señor que libere a la Iglesia de los que quieren avejentarla, esclerotizarla en el pasado, detenerla, volverla inmóvil. También pidamos que la libere de otra tentación: creer que es joven porque cede a todo lo que el mundo le ofrece, creer que se renueva porque esconde su mensaje y se mimetiza con los demás. No. Es joven cuando es ella misma, cuando recibe la fuerza siempre nueva de la Palabra de Dios, de la Eucaristía, de la presencia de Cristo y de la fuerza de su Espíritu cada día. Es joven cuando es capaz de volver una y otra vez a su fuente” (CV nro. 35). Vamos a ser fieles cuando volvamos una y otra vez a la fuente, para resignificar Evangelio para los jóvenes de hoy como lo hizo el Concilio Vaticano II y en este mes de octubre el sínodo de la sinodalidad.
"Cuando con el Concilio Vaticano II se cambió la liturgia y se comenzó a celebrar la Eucaristía en lengua vernácula no solo se cambió el lenguaje sino una actitud"
Cuando con el Concilio Vaticano II se cambió la liturgia y se comenzó a celebrar la Eucaristía en lengua vernácula no solo se cambió el lenguaje sino una actitud, en la misa en latín se estaba de espaldas al pueblo, no solo el sacerdote sino me animo a decir gran parte de la Iglesia. Resignificar es, por lo tanto, no darle la espalda al Pueblo de Dios y a los niños y jóvenes que siguen teniendo un profundo deseo de Dios y un corazón inquieto, que esperan como el joven San Agustín de Hipona a los San Ambrosios de hoy que toquen a las puertas de sus corazones primero y de su inteligencia después, para que busquen conocer aquello que primero amaron.