El nuevo secretario general de la CEE cuida mucho su relación con la política La elección del nuevo César
Si la famosa frase de Jesucristo de dar a Dios lo que es Dios y a César lo que es del César alude a la separación de lo divino y político, pocas veces dos personas de ámbitos diferentes (Magán y Albares) se llevaron tan bien y tuvieron una relación tan afectuosa de amistad
“Es muy exigente en el trabajo, revisa todo, lo lee todo e incluso hace observaciones y correcciones gramaticales y ortográficas"
De excelente trato, cordialidad y sentido del humor, puede reírse de cualquier cosa a la que saca punta y hace broma de ella. Su llegada ahora a la secretaría general de la Conferencia Episcopal incidirá de lleno en su trabajo de Toledo
De excelente trato, cordialidad y sentido del humor, puede reírse de cualquier cosa a la que saca punta y hace broma de ella. Su llegada ahora a la secretaría general de la Conferencia Episcopal incidirá de lleno en su trabajo de Toledo
| Javier Ruiz, periodista
La elección de César García Magán como nuevo secretario general de la Conferencia Episcopal Española ha llenado de alegría a la feligresía toledana. Nacido en Madrid, pero con raíces maternas en Santa Olalla, su núcleo familiar en la actualidad lo forman su hermana, sobrino y cuñado.
La investidura hace ahora menos de un año como obispo auxiliar de Toledo ya supuso todo un acontecimiento social y religioso en la milenaria ciudad de primados. Fue entonces cuando pudo verse una escena que llamó la atención y suscitó la curiosidad de muchos. Nada menos que el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, acudía a su toma de posesión, acompañado por toda su familia, hijos incluidos.
Para un Gobierno cuya relación con la Iglesia no ha sido precisamente su objetivo central, el hecho de que uno de sus principales prebostes acudiese a una ceremonia de investidura como esta, no podía pasar desapercibido. Y es que, aunque la relación de Albares y Magán ya se ha glosado varias veces, quizá haya que subrayar que esta viene de muy lejos, que ambos han compartido incluso momentos de viaje y ocio juntos y que, por ejemplo, el ministro de Asuntos Exteriores ya acudió también con la familia, a la celebración de los veinticinco años de ordenación sacerdotal de César. Si la famosa frase de Jesucristo de dar a Dios lo que es Dios y a César lo que es del César alude a la separación de lo divino y político, pocas veces dos personas de ámbitos diferentes se llevaron tan bien y tuvieron una relación tan afectuosa de amistad.
Quienes lo conocen, señalan que el nuevo secretario general de la Conferencia Episcopal Española cuida mucho, en general, su relación con la política, entre otras cuestiones, porque la considera una muy noble actividad y cree que es deseable que haya buenas personas al frente de las instituciones y gobiernos. Por eso, mima también con detalle sus relaciones, por ejemplo, con el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, y con la alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón, ambos católicos practicantes y confesos. Pero lo que más destacan sus próximos y cercanos es la vocación docente del recién nombrado secretario general. “Es un profesor de bandera”, advierten. “Disfruta preparando sus clases, de las que hace una auténtica lección magistral”. Lo dicen quienes han sido alumnos suyos. De hecho, en la primera comparecencia en rueda de prensa tras su elección, ya pudo comprobarse su aire profesoral y académico con varias explicaciones evangélicas entre respuesta y respuesta.
Otra de las cuestiones que subrayan los próximos es su carácter perfeccionista y detallista. “Es muy exigente en el trabajo, revisa todo, lo lee todo e incluso hace observaciones y correcciones gramaticales y ortográficas”, indican. Delega cuando hay que hacerlo y se rodea de un buen grupo de fieles, a los que entrega capacidad de decisión si la relación es leal y sincera. Ante el resto, aunque guarda unos modales exquisitos, quizá levante un cierto muro de distancia y reserva para sus cosas. Es un extraordinario conocedor del mundo protocolario y cuida con sumo detalle la liturgia que envuelve a las cosas. Entre otros motivos, porque si la Iglesia no lo hace, quién se encargará entonces. Gran estudioso y conocedor de las Escrituras y otros textos como las encíclicas papales, todo el mundo también destaca su vastísima formación intelectual. A la hora de tildarlo de una corriente u otra, tal y como ayer él mismo avisó, se declara heterodoxo sobre la base de la propia tradición de la Iglesia. Cuida mucho y da importancia máxima al protocolo, las formas y la liturgia, en efecto; pero no olvida que el mensaje importante es el de Cristo y es, por ejemplo, gran defensor de la doctrina social de la Iglesia y admira profundamente la vocación misional y su trabajo en el mundo. Su paso por Nicaragua así lo atestigua. “Es capaz de estar frente al Papa y luego echarse a un lado el clériman”, indican quienes lo tratan y conocen con asiduidad y a diario.
De excelente trato, cordialidad y sentido del humor, puede reírse de cualquier cosa a la que saca punta y hace broma de ella. Su llegada ahora a la secretaría general de la Conferencia Episcopal incidirá de lleno en su trabajo de Toledo. Aquí comenzó en un pequeño barrio de la ciudad, Santa Bárbara, de perfil obrero y repleto de inmigrantes que vinieron de otros puntos de la región para conformar un núcleo urbano diverso. Desde esos humildes orígenes a pie de iglesia y calle, a los más altos despachos de nuncios, Santa Sede o Conferencia Episcopal. César García Magán deberá dictar ahora su lección magistral ante obispos, cardenales y el mundo que lo aguarda ahí fuera.