Fallece Mary Quent, obra 'mini' de aporte 'magno' El elogio de la minifalda

Mary Quent
Mary Quent

"Las minifaldas le aportan a la convivencia entre los humanos, indudables rasgos de alegría … pese a los desdenes y desconciertos de algunos, cortos de vista y largos de turbias y turbulentas intenciones y malversaciones"

"La ocasión la propicia el dato del reciente fallecimiento de Mary Quent, a los noventa y tres años de edad, conocida y reconocida diseñadora británica, a quien se le hace creadora de tal prenda tan popularmente universal"

"Sugiero que en el nuevo 'Santoral de los de la puerta de al lado', se haga presidir y prevalecer el nombre de la 'sierva de Dios y con-creadora con Él, de la británica Mary y su obra, 'mini' por definición, pero 'magna' por sí y por cuanto es, presentó y representa"

"Entre cualquiera de los ornamentos que se apodan 'sagrados' y el vestido 'mini' de mi referencia, obra de la diseñadora británica recientemente fallecida, tengo la seguridad de que, aún en el cielo- la 'otra' vida-, estos serán los primeros y más apetecibles"

Al concepto de “prenda de vestir generalmente femenina que cae desde la cintura”, le añade la RAE el de “bastante por encima de la rodilla”, y se nos sirve con toda precisión gramatical la definición de “minifalda”, objeto y sujeto del elogio que aquí y ahora formulo.

La ocasión la propicia el dato del reciente fallecimiento – día 13 de abril- , de Mary Quent, a los noventa y tres años de edad, conocida y reconocida diseñadora británica, a quien se le hace creadora de tal prenda tan popularmente universal. De ella y de su obra, al mismo nivel y aprobación que la de los Beatles y su música, se proclama ser “representantes legítimos y veraces de la modernidad inglesa”. La década de los 1950-60 fue el principio y fundamento de acontecimientos de tan singulares relieves.

¿Y la Iglesia tiene algo -poco o mucho- que ver con tales “naderías”, como para ser estas merecedoras de elogios, homilías y panegíricos?

Estamos en ello. Sugiero de momento que, en el Santoral- calendario litúrgico popular que orienta y recuerda las devociones y ritos del citado día 13, consagrado a san Hermenegildo, hijo del primer rey visigodo de España allá por los honduras del siglo VI, en el nuevo “Santoral de los de la puerta de al lado”, se haga presidir y prevalecer el nombre de la “sierva de Dios y con.-creadora con Él, de la británica Mary y su obra, “mini” por definición, pero “magna” por sí y por cuanto es, presentó y representa.

"Sugiero que en el nuevo 'Santoral de los de la puerta de al lado', se haga presidir y prevalecer el nombre de la 'sierva de Dios y con-creadora con Él, de la británica Mary y su obra, 'mini' por definición, pero 'magna' por sí y por cuanto es, presentó y representa"

Y es que el mundo de entonces, y el de ahora -también el “religioso” (eclesiástico) necesita minifaldas. Y no solo desde perspectivas y presupuestos femeninos, sino también, y felizmente, masculinos. Pese al pecado original, Dios creó el mundo y quedó satisfecho con su obra, en la que se hizo perdurar, re-creándolo cuanto y como fuera posible. En contexto tan soberanamente teológico, la minifalda es parte relevante. Alienta y estimula los mejores deseos, al margen de cuantos obstáculos y peripecias deshonestas, no limpias, y hasta sucias, que pudieran surgir, encharcando los ojos que no consagraran el tiempo y la intención de sus miradas en agradecerle a Dios parte de los dones divinos y humanos inherentes a la naturaleza del hombre por hombre y de la mujer por mujer y más con minifaldas.

Las minifaldas le aportan a la convivencia entre los humanos, indudables rasgos de alegría, de felicidad, de color y optimismo. Increpa y espanta los pensamientos verdadera y substancialmente malos, o los torna y convierte en buenos, respetuosos, decentes y amables. Con minifaldas y su estilo, se es y se actúa con mayor y más clara disponibilidad en sociedad y en familia. Se es, se vive y convive con índices de aburrimiento más llevaderos y asequibles para cultos e incultos. El buen humor se hace perdurable entre los pliegues intercalados en la confección de la referida prenda, objeto de este manojo de elogios, pese a los desdenes y desconciertos de algunos, cortos de vista y largos de turbias y turbulentas intenciones y malversaciones.

Minifalda

De entre estos, lamento resaltar que son abanderados en su olimpiada soez, no pocos “católicos de toda la vida” y canonización, doctorados o doctorandos en las esferas del clero en su pluralidad de versiones, ensotanados, con hábitos talares o sin “talar”, en conformidad con la procedencia etimológica latina o germánica, por la que menos ingrato les haya sido optar.

Urge vocear y clamar que a la Iglesia, expresiones, vigencia, testimonio y actividad, le sobran hábitos, uniformes y ornamentos que se intitulen “sagrados”, tanto en las celebraciones de la convivencia familiar, social, cívica y general, como en buena parte de la Liturgia y de los vigentes rituales, que algunos -la mayoría- “en jamás de los jamases” fueron porteadores del santo evangelio, sino todo lo contrario.

Las minifaldas llegan a ser y son, de por sí, vestidos- vestiduras tanto o mucho más religiosos, sagrados y sacramentales que, por ejemplo, las “capas magnas”, las casullas, mitras, capuchas, palios, incensarios y, por supuesto, tiaras y sillas gestatorias , ya periclitadas y almacenadas en los armarios y alacenas de los museos diocesanos, cuyas puertas, ni siquiera “con las debidas licencias”, pudieran abrirse para procesionar por calles y plazas motivos “religiosos”, haciéndolo además “en el sacrosanto nombre de Dios y por y para la edificación y ejemplo de los fieles cristianos”.

Capa magna

"Entre cualquiera de los ornamentos que se apodan 'sagrados' y el vestido “mini” de mi referencia, obra de la diseñadora británica recientemente fallecida, tengo la seguridad de que, aún en el cielo- la “otra” vida-, estos serán los primeros y más apetecibles"

A estos, hasta ahora, y en piadoso y sumiso “rebaño”, obligaban a tener que sentirse “evangélicamente” satisfechos, con el intenso, ensoberbecido y poco fiable olor del incienso y los colorines litúrgicos, hoy fácilmente confundibles con los al uso por los seguidores y secuaces de los partidos políticos y de los del fútbol, con los respectivos signos, eslóganes y banderas establecidos y concertados en los reglamentos o códigos.
Entre cualquiera de los ornamentos que se apodan “sagrados” y el vestido “mini” de mi referencia, obra de la diseñadora británica recientemente fallecida, tengo la seguridad de que, aún en el cielo- la “otra” vida-, estos serán los primeros y más apetecibles, arrinconados los que huelan a incienso en cualquiera de las constelaciones aún inéditas para el Evangelio.

Puestos a elegir iconográficamente, ¿les resultan más devotas las imágenes de las santas con hábitos y mantillas, que las que lleven minifaldas?

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