"Hay que seguir profundizando para la reforma en profundidad de la regulación de la migración" Los emigrantes, entre reglamentos, leyes y religiosidad popular
Parece que el nuevo reglamento no esclarece la compatibilidad de ambas figuras. Ni tampoco está claro lo que pasa con los solicitantes de Protección Internacional que deciden renunciar a esta solicitud para acogerse a cualquiera de las otras figuras del arraigo
Las personas indocumentadas son los invisibles
Me invitaron hace pocos días a la entrega de certificados de programas educativos para emigrantes en el Centro P. Rubio de Pueblos Unidos que allí inician su camino, sus primeros pasos para regularizar su situación tras poco más de un mes entre nosotros. Son conscientes que no solo vienen a recibir sino a aportar y compartir. Muy conscientes.
Una de ellas preguntaba cuál era el mejor camino para la protección ante su irregularidad administrativa. Si caminar por la vía de apoyo a través de la Protección Internacional o renunciar a esta solicitud para acogerse a cualquiera de las figuras del arraigo. Justo lo planteaba mientras los medios de comunicación anunciaban el nuevo reglamento de extranjería.
Parece que el nuevo reglamento no esclarece la compatibilidad de ambas figuras. Ni tampoco está claro lo que pasa con los solicitantes de Protección Internacional que deciden renunciar a esta solicitud para acogerse a cualquiera de las otras figuras del arraigo.
Este es un ejemplo de que reconociendo que es innegable lo que el nuevo Reglamento supone de incremento en derechos sociales y laborales, hay mucho que aclarar y hacer para seguir avanzando. Y seguir mejorando en algo también elogiable como es la simplificación y digitalización de los procesos que el nuevo reglamento supone.
Hay que seguir profundizando para la reforma en profundidad de la regulación de la migración en nuestro país. E insistir mucho más en la sensibilización social que procure la aplicación correcta que la gente de Iglesia queremos para aplicar los verbos del Papa Francisco “acoger, proteger, promover e integrar”
Hay avances, pero hay que seguir denunciando “insuficiencias” en beneficio de todos: de los que llegan de fuera y de los que estamos aquí. Es buena la flexibilización de los requisitos para demostrar arraigo por razones familiares, laborales y formativas o la extensión del tiempo de vigencia de los permisos para limitar la irregularidad sobrevenida. Pero hay que añadir que, en ese sentido conviene seguir insistiendo en la necesaria aprobación de la ILP (Iniciativa legislativa popular) que tantas organizaciones piden entre ellas la Iglesia, para la regularización extraordinaria de emigrantes. No se ha abierto tampoco ahora la posibilidad de ver reconocidos sus derechos.
El nuevo director del departamento de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Fernando Redondo, que estoy seguro que lo hará muy bien dada su experiencia misionera y migratoria, se ha “estrenado” con este nuevo Reglamento de la Ley de Extranjería señalando precisamente a los que hay que señalar: a las significativas personas migrantes que no se beneficiarían con este reglamento , en referencia a las personas indocumentadas.
Son los invisibles. Pues si Cáritas tiene registradas más de 75.000 personas en esta situación, se puede pensar que hay muchas más. Y ciertamente me apunto a la decepción por la falta de mecanismos ágiles y eficaces para regularizar a los que ya viven y trabajan entre nosotros. ¿Por qué no facilitar por ejemplo una vía administrativa digital en vez presencial? Todos sabemos de su dificultad, por ejemplo, de tener “una firma digital”. Y de las inmensas colas, con aprovechados cuasi mafiosos en las mismas, ante las oficinas de extranjería que apenas conceden citas.
Volviendo al ejemplo inicial del que parto: Es muy perjudicial que no se compute como tiempo de permanencia entre nosotros – de cara a reconocer el arraigo- el que va desde la solicitud de asilo y refugio, y que puede llevar a muchas personas a renunciar a este procedimiento para pasar dos años en la irregularidad administrativa más absoluta. O como señala Caritas, tampoco se ha tenido en cuenta para resolver la reagrupación familiar la situación de la vivienda en España. “Es lógico que se exija una vivienda digna, más cuando hay menores de por medio, pero tal y como está la vivienda, no parece realista exigir un informe sobre los metros cuadrados y el número de habitaciones. El ladrillo importa, claro, pero también hay otros factores importantes que deberían tenerse en cuenta”, apostillaban desde el equipo de orientación jurídica e incidencia política de Cáritas.
También hay otros migrantes invisibles no incluidos: Las víctimas de agresiones sexuales y trata, donde se echa en falta la posibilidad de obtener la autorización prevista en los supuestos en los que la víctima no haya denunciado, pero que sí haya constancia de su situación a través de servicios sociales u organizaciones que las hayan atendido.
Y hay más.
Pero quiero avanzar. De una puerta de Pueblos Unidos, la del Centro Padre Rubio, en Maldonado, que inicia este mi testimonio a otra puerta. Aquella en donde miles emigrantes ecuatorianos celebran en La Ventilla una fiesta. La de una Mujer. Y sin papeles. Como si fueran vulnerabilidades añadidas. Le trajeron para cumplir su “trabajo”. La mujer de la que os hablo encontró acogida en un barrio cerca de la Plaza de Castilla en Madrid. Y, en la “estancia” en donde vive, hay una imagen suya en la pared que va acompañada siempre de un calificativo en un rotulo que la define como “sin papeles”. Un tiempo largo de presencia en Madrid que le ha permitido vivir el contraste de la opulencia de las vecinas cinco torres con la modestia de las casas en el su barrio ventillero y popular. Y, por lo tanto, vecina de muchísima gente que acude a ella en búsqueda de consejo, protección y fuerza para algunos ánimos a veces vacilantes. Desde hace veinticinco años al menos, es muy amiga y hasta cierto punto “lideresa” de sus compatriotas ecuatorianos. Incluso muchos la visitan para agradecerle sus servicios. La han aupado a hombros muchas veces por festejarla. Sobre todo, en noviembre, que es cuando celebra “su santo”.
Un compañero, Miguel Ángel Sánchez-Arjona, SJ, en 2003 viajó a Ecuador para conocer la realidad de origen de las familias que iban llegando a la zona en que vivía en Madrid. En su viaje de regreso le acompañaba “esta mujer especial” que entró por Barajas sin papeles. Y sin problemas.
Le visité este pasado 17 de noviembre por las calles de la Ventilla. Y comprobé que a su paso le saludaban muchos paisanos de su tierra, incluso había unos policías, que ese día, le abrían paso.
Ya habrás adivinado, avispado lector, que me refiero a la llamada Virgen del Quinche, patrona de Ecuador que dicho domingo en un recorrido procesional, es llevada en andas con la bandera de Ecuador a sus pies, y que “paseaba” acompañada de la música de su país, himnos, flores, rezos y cantos gracias a una perfecta organización de la ejemplar Asociación de la Virgen del Quinche con su Presidente Cesar Sarmiento a la cabeza y la Parroquia de San Francisco Javier y San Luis Gonzaga con su párroco Pablo Veiga . Y que entraba en el templo con vivas a la Virgen, a Ecuador y a España. En una misa presidida por el Vicario de la Zona, D. Ángel Camino O.S.A. encantado de estar allí que prometió hacerse vocero de lo que agradablemente veía y que venía en nombre del cardenal Cobo que no pudo acercarse, aunque había querido hacerlo.
¡Cuánto bien me hacen!
La religiosidad popular no deja de crecer. Y muy especialmente entre los más pobres del mundo. Haríamos bien en abrirnos a una cercanía mayor en muchas puertas donde viven hombres y mujeres como estos que contagian la experiencia devocional y espiritual sobre la que , como Iglesia, necesitamos reflexionar a la luz, entre otras fuentes de la antropología, la teología y el magisterio. Y su testimonio
Que no todo es cuestión de leyes ni de reglamentos.