A cinco años de la Statio Orbis para la oración en tiempo de pandemia Esa plaza vacía y el pastor en sintonía con el mundo

Francisco, solo, en la Statio Orbis
Francisco, solo, en la Statio Orbis Vatican Media

"Solo, pero no solo. Rezando por un mundo perdido. Una imagen poderosa, inolvidable, que marcó el pontificado"

"Cinco años después, mirando a nuestro alrededor, es imposible decir que hemos salido mejor, con un mundo desgarrado por las violencias de los señores de la guerra, que piensa en el rearme en lugar de combatir el hambre"

Han pasado cinco años desde que el Papa Francisco, solitario, subía hacia la explanada de la basílica de San Pedro. Aquella tarde llovía. La plaza estaba dramáticamente vacía, a pesar de que millones de personas en todo el mundo estaban sintonizadas con él, pegadas a sus pantallas de televisión, todavía encerradas en la larga cuarentena del aislamiento, temerosas del virus invisible que cobraba tantas víctimas llevándoselas en las unidades de cuidados intensivos de los hospitales, sin que sus familiares pudieran verlas, saludarlas o siquiera celebrar el funeral.

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Con ese gesto, con esa oración y con la misa diaria desde la capilla de Santa Marta, el Sucesor de Pedro se había acercado a todos. Había incluido a todos en el abrazo de la plaza vacía, en la bendición con el Santísimo, en el sencillo gesto de besar los pies del crucifijo que parecía llorar por estar expuesto a las inclemencias de una tarde de principios de primavera. «Estaba en contacto con la gente. No estuve solo en ningún momento», relataría el Papa tiempo después. Solo, pero no solo. Rezando por un mundo perdido. Una imagen poderosa, inolvidable, que marcó el pontificado.

En aquella ocasión Francisco dijo dirigiéndose a Dios: «Nos llamas a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección. No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio: el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás». En los meses siguientes repetiría que «de una crisis no se sale igual: o salimos mejores o salimos peores».

Nos llamas a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección. No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio: el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás

Cinco años después, mirando a nuestro alrededor, es imposible decir que hemos salido mejor, con un mundo desgarrado por las violencias de los señores de la guerra, que piensa en el rearme en lugar de combatir el hambre.

Ya no estamos en cuarentena, y ahora la situación se ha invertido: la plaza se llena de personas que celebran el Jubileo, quien no está ahora es el Obispo de Roma, que reza por nosotros y por la paz desde su habitación de Santa Marta, convaleciente de una grave pulmonía. Pero esa sintonía no se ha roto. Y sus palabras de entonces son más actuales que nunca: también hoy, especialmente hoy, es «tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa».

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