Lectura de la declaración Fiducia supplicans del Vaticano ¿Cuál es nuestro status? ¡Ya estamos bendecidxs y somos bendición!

Banderas arcoíris en Roma
Banderas arcoíris en Roma Serena R. Lentini

"Las bendiciones como recuerda el documento forman parte del mundo de los sacramentales, es decir, no son sacramentos, sino que se encuentran ordenados hacia ellos; es decir, guardan relación y supuestamente preparan para la recepción de tales"

"Pedir una bendición no es un problema tanto como saber que te la rechazarán. De hecho, muchas personas se abstienen de pedirla personalmente o asisten a espacios voluminosos donde todo el mundo la recibe sin más y donde el control clerical no puede colocar resistencia"

"Se trata de migajas institucionales, no se trata de una apertura, sino de un llamado de atención al rigorismo clerical/ritual/sacramental de los sectores conservadores de esa iglesia"

"Las personas de la diversidad sexogenérica somos una bendición al existir. Nuestras luchas, nuestros sueños, nuestras caricias son muestra ya de una Divinidad cuir que se goza en la diversidad y en el placer"

El documento vaticano, firmado por el cardenal Víctor Fernández, el 18 de diciembre ha tenido varias reacciones. Los sectores más entusiastas -religiosos y no- ven en él un paso adelante en materia de inclusión y otros sectores seguro sentirán una traición a su tradición religiosa. Tengo la seguridad de que reacciones conservadoras se harán oír en varias instancias y será interesante seguir las líneas interpretativas que manejen.

Como premisa en esta reflexión sostengo que las diferentes medidas tomadas en el documento vaticano son paliativas y no de fondo. En la presentación de la Declaración y en uno de sus numerales se habla de no validar nuestro status de vida, desde allí quisiera preguntar y responder por nuestro estatus: Ya estamos bendecidxs y somos bendición. A continuación, desarrollo tres puntos que espero ayuden a matizar el entusiasmo y, al mismo tiempo, nos ofrezca posibilidades de sostener críticas.

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Bendición gay en Alemania

I El documento en contexto

La Declaración Fiducia supplicans es la continuación teológica de una respuesta ante las dudas planteadas por los cardenales conservadores Burke, Brandmuller, Sandoval, Sarah y Zen Ze-Kiun. Tales Dubia se las plantearon a Francisco, sumo pontífice del catolicismo romano (Congregación para la Doctrina de la Fe 2023). Es importante recordar que ese pontificado ha sido muy cuestionado por sectores conservadores y ultraconservadores que han querido deslegitimar su autoridad dentro de esa denominación.

No puede olvidarse que el “giro pastoral” realizado ha tenido como intención cuestionar la rigidez doctrinal en esa iglesia, lo que le ha llevado al argentino Bergoglio brindar mensajes que siendo verdaderos no necesariamente generan cambios hacia dentro de la denominación, ya que siendo una institución altamente jerárquica quienes detentan el poder necesitan documentos que validen esos cambios. 

Aunado a lo anterior, este texto sería la otra cara de una moneda frente al Responsum de la Congregación para la Doctrina de la Fe a un dubium sobre las bendiciones de las uniones de personas del mismo sexo (Congregación para la Doctrina de la Fe 2023). Frente a la pregunta “¿La Iglesia dispone del poder para impartir la bendición a uniones de personas del mismo sexo?” la respuesta es negativa y brinda una nota explicativa firmada por el jesuita Luis Ladaria, quien sería el responsable de ese Dicasterio.

Lo anteriormente mencionado es un camino que viene dándose desde aquel “Si una persona es gay ¿quién soy yo para juzgarlo?” a su regreso de la Jornada Mundial de Jóvenes en Brasil (Francisco 2013) y que se ha concretizado en una Declaración por parte del brazo doctrinal de la autoridad católico-romana. No puede olvidarse que después de esas palabras, el mismo Francisco retoma lo planteado en el Catecismo de la Iglesia Católica insistiendo en que “no se debe marginar a estas personas por eso, deben ser integradas en la sociedad” (Francisco 2013). He aquí uno de los problemas que vengo visibilizando, la frase muy potente de Francisco se popularizó rápidamente, pero no resulta más que un cambio de narrativa pública, porque no existe cambio doctrinal, además, se debe cuestionar esa mirada paternalista acerca de la integración o inclusión. 

Teniendo en cuenta lo mencionado, me parece importante distinguir que tanto teológica como políticamente no es igual una homilía o una conferencia de prensa a una Constitución apostólica, como tampoco una Declaración de la Congregación para la Doctrina de la fe a cualquier otro texto. El tipo del documento es importante, ciertamente, en el marco institucional que les rige, porque tiene pesos y vinculaciones distintas. 

Bendiciones homosexuales

II Algunas distinciones

En este segundo apartado me interesa presentar algunos puntos clave en el documento, se trata de la idea de matrimonio, acerca de las bendiciones y lo que implica pedir una bendición. 

Matrimonio

Un primer punto que quisiera resaltar es que para el catolicismo romano el matrimonio tiene rango sacramental, es decir, lo considera como un medio de transmisión de la gracia divina, medio -según esta iglesia- eficaz. Esto es diferente en muchas formas de protestantismo quienes no lo reconocemos como tal. Esta distinción muestra la insistencia de no equiparar una bendición con el matrimonio, ni que permita confusión entre una y otra. A las personas de la diversidad se nos podría bendecir, pero no casar en esa iglesia.

La definición que posee el catolicismo romano sobre el matrimonio se mantiene: “unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijos” (Congregación para la Doctrina de la Fe 2023, n. 4). Es decir que todo lo afirmado después en ese mismo texto debe examinarse a la luz de no querer considerar matrimonio cristiano las uniones entre personas del mismo sexo y las uniones “irregulares”, personas divorciadas vueltas a casar o unidas sólo civilmente. 

En esa misma línea no deja de llamar la atención el clericalismo en el texto, ya que coloca al ministro ordenado (obispo, presbítero o diácono) como la persona que brinda la bendición, cuando según su propia doctrina son quienes contraen matrimonio ministrxs del sacramento y la persona que recibe ese consentimiento en el ritual se trata de un testigo cualificado, que también podría ser un laico (Iglesia Católica Romana 1983, c. 1112).

Bendiciones

Las bendiciones como recuerda el documento forman parte del mundo de los sacramentales, es decir, no son sacramentos, sino que se encuentran ordenados hacia ellos; es decir, guardan relación y supuestamente preparan para la recepción de tales. Las bendiciones pueden ser o litúrgicas, dentro de un ritual de bendición, o espontáneas, las que están abiertas a muchas posibilidades. 

Resalta el documento dos formas de bendición: una es la ascendente, que implica la disposición de una persona para alabar a la Divinidad y otra es la descendente, que es una gracia ofrecida por la Divinidad a los seres. 

Esta distinción permite en el documento saber que toda persona puede ser bendecida, pero lo que denunció el mismo Francisco al inicio de su pontificado vuelve a aparecer: la Iglesia se convierte en una aduana de la gracia (Francisco 2023) afirmando que “lo que se bendice debe poder corresponder a los designios de Dios inscritos en la Creación y plenamente revelados por Cristo el Señor” (Congregación para la Doctrina de la Fe 2023, n. 11).

CRISMHOM, ante la declaración del Vaticano
CRISMHOM, ante la declaración del Vaticano CRISMHOM

E insiste que la Iglesia Católico-Romana no tiene potestad para conferir su bendición litúrgica cuando ésta, de alguna manera, puede ofrecer una forma de legitimidad moral a una unión que presume de ser un matrimonio o a una práctica sexual extramatrimonial (Congregación para la Doctrina de la Fe 2023, n. 11). 

Esto último mencionado reitera que las uniones entre personas del mismo sexo no puedan ser considerados matrimonios, tampoco las uniones civiles de personas heterosexuales que no están “bendecidas” por la Iglesia y que se encuentran divorciadas vueltas a casar. De modo aún más explícito, el documento afirma que las bendiciones litúrgicas no pueden ser brindadas para estos grupos. No hay una aprobación de bendiciones para personas del mismo sexo, lo que hay es recibir el mismo trato que un auto o una guitarra, de hecho, para bendecir un coche sí existe un ritual

No es menos importante el esfuerzo por no querer reducir la bendición a lo litúrgico, situación que es más que cierta dado que la bendición se encuentra mucho más allá de las esferas rituales y clericales, incluso emplean las Escrituras consideradas sagradas por muchos cristianismos, pero no tiene presente que la espontaneidad y creatividad en el campo pastoral ha sido visto con cierta sospecha durante años. Si es cierto el tópico latino lex credendi, lex orandi (la ley de lo que se cree es la ley de la oración) se podría abrir una gama de posibilidades, pero la misma Declaración lo descarta. 

Pedir la bendición

En muchos momentos como monaguillo escuché a clérigos negar una bendición solicitada porque ya la habrían dado en la misa. Estas bendiciones podrían ser a personas en particular o recuerdos de las misas por aniversarios de difuntos. Entiendo que se coloque la bendición a uniones de personas del mismo sexo en el campo de la pastoral, porque la pastoral es la que ha negado vida y posibilidades de acceder a la gracia. En ese sentido, el documento recuerda que “quien pide una bendición se muestra necesitado de la presencia salvífica de Dios en su historia, y quien pide una bendición a la Iglesia reconoce a esta última como sacramento de la salvación que Dios ofrece.” (Congregación para la Doctrina de la Fe 2023, n. 20). 

Juan Pablo II y Pinochet

Pedir una bendición no es un problema tanto como saber que te la rechazarán. De hecho, muchas personas se abstienen de pedirla personalmente o asisten a espacios voluminosos donde todo el mundo la recibe sin más y donde el control clerical no puede colocar resistencia. Pero lo que se está colocando en materia de discusión es que, como se mencionó anteriormente, podríamos personas unidas con otras del mismo sexo recibir una bendición solo en el marco de lo no litúrgico. Es decir, estamos en la misma situación que antes o, peor aún, nos reconocían mucho menos antes de la Declaración. 

La Iglesia Católica no ha negado la bendición ni ritual ni espontánea a dictadores como Pinochet o Fujimori, tampoco dejó de celebrar el funeral de otro dictador como lo fue Morales Bermúdez, pero sí niegan que expresiones de amor sean bendecidas como lo que son: vínculos de cuidado, de reciprocidad, de compromiso. En sentido, se nos está diciendo de manera implícita que más vale un dictador heterosexual que una pareja de personas del mismo sexo que se aman. En ese mismo sentido, puede bendecirse vasos litúrgicos o vestimentas con rituales ofrecidos en el Bendicional, pero no puede ser bendecido de manera ritual el esfuerzo por llevar una vida de compromiso, pasión e intimidad.

Insisto que, bajo mi percepción, para salvaguardar los ánimos y dar gestos de apertura, coloca las bendiciones a personas homosexuales en la espontaneidad o en la piedad popular (Congregación para la Doctrina de la Fe 2023, nn. 24-25), la coloca donde no hay regulación. Para muchas personas eso puede ser un alivio, para otras es invitarles a hacer un camino donde se sigue sin reconocer nuestras identidades como bendición. En la piedad popular entra casi todo, desde los rosarios hasta los nueve domingos de san José y las consagraciones a la Virgen o los rezos a san Judas Tadeo o a san Antonio. Si alguien quiere quedarse ahí está en su derecho, pero es importante recordar que nadie tiene que estar donde no se le acepta como es. 

Me parece significativo recordar que esas prácticas de bendición ya se han hecho, muchos clérigos católicos han bendecido parejas a espaldas de sus obispos o, incluso también, con su venia o conocimiento. El texto más que para quienes quieren vivir en libertad su sexualidad es una llamada de atención para quienes viven en la rigidez. Por eso, desde mi parecer, se trata de migajas institucionales, no se trata de una apertura, sino de un llamado de atención al rigorismo clerical/ritual/sacramental de los sectores conservadores de esa iglesia. 

Aunque ya es conocido y trabajado, lo expresado en la Declaración se sostiene a partir de lo que esa denominación afirma acerca de la sexualidad, la que se ejercería de manera privilegiada en el matrimonio, al que no podemos acceder las personas del mismo sexo, por lo que la vivencia de nuestra sexualidad siempre sería pecado o, peor aún, siempre es “intrínsecamente desordenada” (Iglesia Católica Romana 1997, n. 2357). La perspectiva católica acerca de tal no solo es heterosexual en el sentido que las personas que lo vivirían lo sean, sino que es heteronormada con todo lo que esto implica (Rich 1996): basarse tanto en la procreación como en la genitalidad. La declaración afirma que “las relaciones sexuales encuentran su sentido natural, adecuado y plenamente humano. La doctrina de la Iglesia sobre este punto se mantiene firme” (Congregación para la Doctrina de la Fe 2023, n. 4).

Bendición de parejas gay a las puertas de la catedral de Colonia
Bendición de parejas gay a las puertas de la catedral de Colonia RD/Agencias

Siguiendo su argumentación, se mantiene la firmeza con la que se ha visto a las homosexualidades (Congregación para la Doctrina de la Fe 1975) y se considera el ejercicio de nuestra sexualidad no como un bien mayor, sino como antinaturales, inadecuadas y no plenamente humanas. Como he afirmado en otro espacio siguiendo a Butler, nuestras vidas no valen lo mismo que las heterosexuales dentro de las iglesias (Vega-Dávila 2022). Más importa su doctrina que nuestras vidas que claman, razón que le lleva a ejercer un supuesto derecho de “de evitar cualquier tipo de rito que pueda contradecir esta convicción o llevar a cualquier confusión” (Congregación para la Doctrina de la Fe 2023, n. 5). 

No puedo dejar de darle la razón al documento cuando en el numeral 27 (Congregación para la Doctrina de la Fe 2023) siguiendo a su pontífice afirma: 

Es Dios que bendice. En las primeras páginas de la Biblia es un continuo repetirse de bendiciones. Dios bendice, pero también los hombres bendicen, y pronto se descubre que la bendición posee una fuerza especial, que acompaña para toda la vida a quien la recibe, y dispone el corazón del hombre a dejarse cambiar por Dios […]. Así nosotros para Dios somos más importantes que todos los pecados que nosotros podamos hacer, porque Él es padre, es madre, es amor puro, Él nos ha bendecido para siempre. Y no dejará nunca de bendecirnos. Una experiencia intensa es la de leer estos textos bíblicos de bendición en una prisión, o en un centro de desintoxicación. Hacer sentir a esas personas que permanecen bendecidas no obstante sus graves errores, que el Padre celeste sigue queriendo su bien y esperando que se abran finalmente al bien. Si incluso sus parientes más cercanos les han abandonado, porque ya les juzgan como irrecuperables, para Dios son siempre hijos (Francisco 2020, 1.4)

Las personas de la diversidad sexogenérica somos una bendición al existir. Nuestras luchas, nuestros sueños, nuestras caricias son muestra ya de una Divinidad cuir que se goza en la diversidad y en el placer. Es cierto que esto que enuncio forma parte de una teología distinta a la católico-romana, y lo realizo con total intencionalidad, porque no puedo formar parte de una institución que queriendo hacernos un bien nos sigue describiendo de modo negativo. Y es obvio que lo hace para cuidar las formas con sectores conservadores. Evitar un nuevo cisma es más importante que nuestras vidas. 

III A modo de conclusión

Por eso, para ir finalizando, me gustaría insistir en algunos puntos. Para empezar, que la Iglesia Católica Romana acepte o rechace los matrimonios igualitarios no significa que no sean buenas e importantes estas relaciones en el campo social donde muestran parte de la diversidad y de la lucha por los derechos, tampoco puede aceptarse de ningún modo que la Iglesia Católica Romana tenga la pretensión o el monopolio de bendecir o reconocer bendición nuestras relaciones afectivas. Existen ya diferentes denominaciones cristianas que son fieles a Jesús siendo fieles a la diversidad humana y se han abierto desde hace algunos años a reconocer nuestras identidades como bendición. 

Una pareja frente a la basílica de San Pedro, en el Vaticano
Una pareja frente a la basílica de San Pedro, en el Vaticano

Entiendo que hermanas y hermanos pertenezcan y luchen dentro de esta denominación. Valoro las pastorales que existen y las personas que han encontrado allí un refugio, pero no puedo dejar de afirmar que sin cambios estructurales todo lo demás solo son medidas paliativas. Y esto no es justo para nadie. Ningún cambio estructural ciertamente viene rápido y vienen desde las bases, pero no creo que tengamos que esperar dentro que estos sucedan. En esa misma línea, comprendo tal Declaración no como un cambio sustancial. 

La Iglesia Católica Romana es una institución monárquica, a pesar de eso no es de ningún modo uniforme. Existen personas ciertamente a favor de nuestros derechos, como otras totalmente opositoras, tanto fuera como dentro de la iglesia. Ambos grupos cohabitan esa denominación y, desde mi perspectiva, quienes se nombran católicxs luchando por los derechos le hacen un gran favor a esa institución con su presencia. Más allá de las creencias personales -que a veces se encuentran alejadas de la institucionalidad- me parece importante criticar la estructura de modo permanente, para que podamos dejar fluir la Ruaj divina que habla de distintos modos y a través de distintas corporalidades. 

La Declaración tiene límites claros y no se trata de que el Vaticano “autoriza” bendiciones como dice France24 o El Reforma, ni tampoco que las “acepta” como dice La República ni mucho menos las “permite” como afirma Deustche Welle, por colocar algunos ejemplos. Lo que hace es buscar otras vías para colocar el tema, aunque siento que falte la franqueza de proponerlo como tal. En todo caso, me parece necesario matizar los titulares con los que ciertos medios de comunicación vienen informando, el documento no impide bendiciones espontáneas, las fomenta, pero niega rotundamente las bendiciones litúrgicas, las que para esa denominación valen formalmente. 

Desde otras declaraciones como la Dominus Iesus puede notarse que tal denominación sigue presentándose como la poseedora de la verdad. Por tal razón me interesa insistir que existe un cristianismo hegemónico (Vega-Dávila 2023) que desea presentarse como único y absoluto y que, como tal, subalterniza a los otros; pero hay más posibilidades de vivir la fe sin negar nuestra humanidad mucho menos nuestra sexualidad. En todo caso, lo que la Iglesia Católico-Romana pueda decir es para sus fieles, quienes nos encontramos fuera de su jurisdicción no podemos alegrarnos con esas migajas de gracia que ofrecen. 

Al afirmar que podemos ser bendecidas las personas homosexuales sin un ritual y sin equipararlo con un matrimonio o que esa bendición no ritual no se dé en el marco de una celebración civil solamente mantiene la crítica de que esa institución es homolesbobitransfóbica porque no nos considera con los mismos derechos dentro de su institución. Nuestro status no depende de la institucionalidad de esa denominación, nuestras vidas diversas son ya una bendición y bendecimos a las comunidades con nuestras diversidades. No necesitamos la bendición de una institución que sigue considerando nuestras relaciones como inferiores o pecaminosas.

Banderas gays en el Vaticano
Banderas gays en el Vaticano

Bibliografía

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—. 2023. Divinidad al desnudo. Cuerpos que oran. Deconstrucción de lenguajes religiosos en comunidades cristianas para la diversidad sexogenérica. La Experiencia de la CCEI EL Camino. Tesis para obtener el grado de Doctor en Estudios Críticos de Género. Ciudad de México: Universidad Iberoamericana.

*Enrique Vega-Dávila es Doctor en Estudios Críticos de Género por la Universidad Iberoamericana de Ciudad de México. Es magíster y licenciado por la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima y Bachiller en Teología por la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma. Se dedica actualmente a la docencia en la Universidad Nacional Autónoma de México. Además, es pastor de dos comunidades luteranas independientes que tienen como carisma las diversidades desde los feminismos.

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