Mañana, tarde y noche
Oración en la mañana
Una brisa cercana,
como un susurro en mis oídos,
despierta mis ojos,
y de los labios de mi corazón
brota un poema de acción de gracias
por el nuevo día.
Me alimenta de nuevo
el agua, la luz, el pan,
y la presencia de otros cuerpos
no conocidos pero amados
en camino y búsqueda
de la esquiva felicidad.
La esperanza vuelve a nacer
para renovar la certeza frente al miedo,
las caricias tiernas y el beso certero
de la madre tierra,
que alientan mis pasos en esta mañana
luminosa de incertidumbres.
Oración de la tarde
Por tu inmensa compasión
borra el cansancio de mis huesos
y abre mi corazón
a la solidaridad o la palabra
antes del descanso.
Que brillen tus rasgos
en mis manos y mi sonrisa,
para que no acabe este día
sin la claridad anaranjada de tu presencia.
Una nube deshilachada de poder y fuerza
presiente tu tienda entre nosotros,
me introduzco familiarmente en ella
y, con una silenciosa oración,
tenso mis músculos para el encuentro
cercano y ardiente
de la amistad compartida.
Oración por la noche
Cuando es de noche
las sombras se acercan sigilosas,
los cuerpos se entregan
abrazados o doloridos,
los ojos se cierran agotados
o se abren a la inquietud,
las copas se entrelazan
para la amistad o el olvido.
Y yo, en silencio, te abro el corazón,
y las entrañas se muestran solidarias
con el sufrimiento y la alegría,
la nostalgia y la brisa
del anhelado amanecer.
Cuando es de noche alzo
mis manos, mis palabras, mis silencios,
mis deseos hacia ti
y, rendido ante el horizonte,
me duermo como un niño en tus brazos.