Ser instrumento de paz
ayúdame a caminar por sendas
de justicia, paz y no violencia!
Para que cuando a mi alrededor
surjan brotes de racismo y desprecio
me ponga siempre yo al lado de las víctimas,
para que ante los insultos y afrentas
extienda yo el bálsamo del respeto y la tolerancia,
para que cuando haya divisiones y desavenencias
recorra yo la senda del diálogo y el entendimiento,
para que si los medios de comunicación proclaman mentiras,
sepa yo desmentirlas y hacer así que brille la verdad,
para que cuando la gente se sienta descorazonada,
les dé yo la opción liberadora de la fe y la confianza,
para que si la desesperanza parece ser la última palabra,
siembre yo semillas de ilusión, fortaleza y ánimo,
para que si la oscuridad no deja vislumbrar el futuro,
sea yo una pequeña llama, un destello en el camino,
para que si la angustia y el pesimismo ocultan el horizonte
pueda yo iluminarlo con sueños, empeño y creatividad.
Que mi empeño diario, Dios de toda bondad,
sea llevar cuidado y consolación,
comprensión y compasión,
cuidado, cercanía y felicidad.
Siempre de forma gratuita y desinteresada.
Porque la generosidad es lo que da
el auténtico valor a la persona,
dando lo que eres y tienes, sin esperar respuesta,
aunque sea muy humana la necesidad
de ser correspondidos.
La cumbre del amor es llegar a dar la vida
por quienes uno ama, incluso por gente desconocida.
Pero, en verdad, lo más duro es entregar tu existencia
día a día, en los buenos y en los malos momentos.
Y ese es también el mayor, el verdadero amor: la amistad,
la ternura, el cariño cotidiano, que te hace gozar ya la vida eterna,
que se hace presente en cada momento de la cotidianidad,
dando vida en abundancia, es decir, resucitando
y ayudando a resucitar a los demás a una nueva vida.