"Cuidar" según el papa Francisco

Texto que he publicado en el Boletín Salesiano, en la sección dedicada al Año de la Fe:

CUIDAR A LOS DEMÁS, PARTE ESENCIAL DE LA FE CRISTIANA

Por una de esas casualidades de la vida y del calendario, la Eucaristía de inauguración del papado de Francisco, oficialmente denominada de “Inicio del Ministerio Petrino del Obispo de Roma”, coincidió con la fiesta de San José, el pasado 19 de marzo de este año 2013.

En su homilía de ese día, el papa Francisco comenzó a poner en práctica el mandato de Jesús a Pedro: “Confirma en la fe a tus hermanos” (Lucas 22,32). Y basándose en la figura de San José, trató sobre una consecuencia fundamental de la experiencia cristiana de la fe: el seguidor de Jesús no vive la fe a solas, sino rodeado de otras personas, a las que tiene que CUIDAR, CUSTODIAR. Por ejemplo, la palabra “cura” significa “cuidado”.

Citamos algunas palabras textuales de la homilía de Francisco:

“Hemos escuchado en el Evangelio que «José hizo lo que el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer» (Mt 1,24). En estas palabras se encierra ya la misión que Dios confía a José, la de ser custos, custodio. Custodio ¿de quién? De María y Jesús; pero es una custodia que se alarga luego a la Iglesia, como ha señalado el beato Juan Pablo II… ¿Cómo ejerce José esta custodia? Con discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad total, aun cuando no comprende. Desde su matrimonio con María hasta el episodio de Jesús en el Templo de Jerusalén a los doce años, acompaña en todo momento con esmero y amor. Está junto a María, su esposa, tanto en los momentos serenos de la vida como en los difíciles, en el viaje a Belén para el censo y en las horas temblorosas y gozosas del parto; en el momento dramático de la huida a Egipto y en la afanosa búsqueda de su hijo en el Templo; y después en la vida cotidiana en la casa de Nazaret, en el taller donde enseñó el oficio a Jesús”.

“¿Cómo vive José su vocación como custodio de María, de Jesús, de la Iglesia? Con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio… Y José es «custodio» porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad, y precisamente por eso es más sensible aún a las personas que se le han confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas. En él, queridos amigos, vemos cómo se responde a la llamada de Dios, con disponibilidad, con prontitud; pero vemos también cuál es el centro de la vocación cristiana: Cristo. Guardemos a Cristo en nuestra vida, para guardar a los demás, para salvaguardar la creación”.

“Pero la vocación de custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos. Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos. Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón… Y cuando el hombre falla en esta responsabilidad, cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos, entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido. Por desgracia, en todas las épocas de la historia existen «Herodes» que traman planes de muerte, destruyen y desfiguran el rostro del hombre y de la mujer”.

“Pero, para «custodiar», también tenemos que cuidar de nosotros mismos. Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida. Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura. El preocuparse, el custodiar, requiere bondad, pide ser vivido con ternura. En los Evangelios, san José aparece como un hombre fuerte y valiente, trabajador, pero en su alma se percibe una gran ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario: denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de verdadera apertura al otro, de amor. No debemos tener miedo de la bondad, de la ternura”.

Hasta aquí las palabras de Francisco. Todo un programa impresionante para los que tenemos fe en Jesús:

- Cuidar con ternura a los demás, especialmente a los más pobres y frágiles.
- Cuidar toda la creación.
- Cuidarnos a nosotros mismos: que haya ternura en nuestro corazón y estemos unidos a Jesús.

Un programa que no nos puede dejar indiferentes. Por eso acabo con una pregunta: ¿Somos de los QUE CUIDAN, CUSTODIAN a las personas… o de los que prefieren desentenderse e ir a lo suyo?
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