Un mundo nuevo

Diciembre tiene sabor a Adviento. Los textos de los profetas anuncian la llegada del Mesías y la promesa de un mundo nuevo, lleno de paz y felicidad. De eso habla este texto del Libro del Apocalipsis:

Vi un cielo nuevo y una tierra nueva - porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar no existe ya. Y vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo. Y oí una fuerte voz que decía desde el trono: «Esta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo y él Dios-con-ellos, será su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado.» Entonces dijo el que está sentado en el trono: «Mira que hago un mundo nuevo».
(Apocalipsis 21,1-5)

El texto describe un mundo futuro, que regalará Dios, en que no habrá muerte ni llanto ni fatigas; en definitiva, un mundo nuevo y mejor. Emociona la imagen de un Dios que se cuidará personalmente de limpiar las lágrimas del rostro de cada víctima producida en la historia de la humanidad.

Quizá tuviera este texto en su cabeza, quién sabe, el autor de What a Wonderful World (¡Qué mundo tan maravilloso!), una canción de jazz muy melódica, de 1967, cantada por Louis Armstrong: http://www.youtube.com/watch?v=m5TwT69i1lU

Fue escrita en mitad del gran conflicto racial de la década de los 60 en Estados Unidos. De hecho, el presidente Kennedy había sido asesinado en noviembre de 1963, y Martin Luther King lo sería poco tiempo después, en abril de 1968. La canción describe la alegría del cantante por cosas sencillas y bellas (los árboles, las flores, el cielo azul…), y tiene un tono sereno y optimista, con esperanza en el futuro, incluyendo una referencia a los bebés que nacerán y tendrán una vida feliz.



La canción se usó de banda sonora de películas que describen situaciones duras, como Good Morning, Vietnam (1987) o incluso apocalípticas, como Doce monos (1995), con intención irónica: ¡el mundo real no parece maravilloso, hay demasiado sufrimiento y odio!

Hoy podemos pensar lo mismo: la crisis económica que está haciendo sufrir a tantas personas cercanas a nosotros, las tragedias humanitarias que se repiten, las guerras interminables, el hambre que sigue sin remediarse cuando se podría… ¡Una verdadera prueba para la esperanza!

Sin embargo, las mejores personas siempre han buscado razones para la esperanza. Un pensador alemán agnóstico escribía así, pasados pocos años de los sufrimientos terribles de la 2º Guerra Mundial:

“Si tuviera que explicar por qué Kant perseveró en la creencia de Dios, no encontraría mejor referencia que un pasaje de Víctor Hugo. Lo citaré tal como me ha quedado grabado en la memoria: una mujer anciana cruza una calle, ha educado hijos y cosechado ingratitud, ha trabajado y vive en la miseria, ha amado y se ha quedado sola. Pero su corazón está lejos del odio y presta ayuda cuando puede hacerlo. Alguien la ve y exclama: ¡Esto debe tener un mañana…! Porque no eran capaces de pensar que la injusticia que domina la historia fuese definitiva, Voltaire y Kant exigieron un Dios, y no para sí mismos” (Max Horkheimer en su libro Teoría crítica).

RECUERDA, PIENSA, ORA:

- ¿Crees que “Otro mundo es posible”? ¿Cómo lo piensas y deseas? ¿Qué haces para conseguirlo y avanzar hacia él?

- Háblale a Dios de personas que conoces que sufren dolor y tienen lágrimas en los ojos y pídele que se las enjugue… Por tu parte, lo que tú puedes hacer es…

- Piensa y cuenta las razones que tu mueven a creer que, como decía Víctor Hugo de la anciana de su historia, “esto debe tener un mañana”…
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