EL DIA DE LOS FIELES DIFUNTOS ©
La muerte es el misterio mayor del vivir y el temor más incrustado en nuestra conciencia. Terror consciente, inconsciente y subconsciente ante una realidad que vuelve al regalo de vivir un bien fugaz, casi una broma. En esta realidad se explican la infinidad de ritos y magias, de religiones estafadoras, de pesadillas colectivas y ofrendas sangrientas por las que pasó la humanidad hasta que en este destierro apareció Jesucristo, Señor y Salvador.
También quisiera recordar que si la Iglesia Católica constituyó esta fiesta fue por la necesaria superación de esos antiguos ritos semisalvajes y creencias tribales. En general, acompañados de cruentos sacrificios. Sorpresa produce que hoy el gran consuelo de la fe de la Iglesia apenas se predique, en tonta disculpa de no inducir tristezas. Justo ocurre la paradoja contraria en el dia de Halloween, que se ha convertido en burla de mal gusto para restarle sentido al natural vislumbre de que la vida perdura en otra que sigue a ésta. El halloween se ha convertido en una especie de día de disfraces metemiedo que se remonta a las ceremonias celtas y nórdicas con las que aquellos pueblos sobrepasaban los interrogantes de lo que se encontrarían tras el último suspiro.
Hace pocos años una iniciativa comercial difundió en España la fiesta infantil de halloween importada por la indirecta mercadotecnia de los colegios de primaria. Festejo que comenzó en los centros dirigidos o financiados por anglosajones y clientes de indefinida cultura religiosa a los que, en loor de entontamiento paleto, se unieron mamás y papás del resto de colegios. Vestir a los niños de diablos, monstruos cadavéricos o brujas de cucurucho ha llegado a ser etiqueta social que recuerda la muerte como algo poco serio. Poca importancia tendría si con ello no se depositase en los niños una semilla de descreimiento e intrascendencia que prive de hondura sus pasos por este mundo.
Magnífica me parece, por tanto, la propuesta del Obispo de Alcalá de Henares, Reig Pla, primer prelado al que la noticia se remite, de vestirse o disfrazarse los niños en recuerdo de santos. Hay tantos de la Roma pagana, de las experiencias misioneras, de los perseguidos por el laicismo de todas las épocas, que con un poco de interés de abuelos y párrocos puede conseguirse un sonado éxito. Y para ello podría darse la consigna, si es que no lo han hecho esta primera vez, de que allá adonde los niños vayan a cantar o visitar, en pandilla, sean recibidos con alegría y... generosidad. Si tuvieran el mínimo éxito a esperar de una primera vez, qué bueno será que algunos padres aboguen ante sus colegios para que se sustituya esa mamarrachada del halloween con lo disfraces de santos y héroes cristianos en concurso de premios al mejor, o al más ingenioso. Sería una buena compensación a la colonización que nos acosa con fantasmagorías.
El Dia de los Fieles Difuntos es una fiesta genuina de la fe de la Iglesia. Fiesta que se une a la de Todos los Santos, en referencia a aquellos fieles que murieron en gracia de Dios y sus nombres no figuran en el santoral. O para pedir al dueño de todos los bienes visibles e invisibles la purificación de nuestros queridos difuntos - Iglesia purgante - para ser ayudados por los que estamos todavía en esta pecera del tiempo.
No os extrañéis de esto; pues que vendrán tiempos en que todos los que están en los sepulcros oirán la voz del Hijo de Dios; y resucitarán los que obraron bien para la resurrección de la vida.(Jn 5, 25-29)
... y al que viene a Mí no le desecharé, porque bajé del cielo no para hacer mi voluntad, sino la de Aquél que me ha enviado. Y la voluntad de mi Padre, que me envió, es que no pierda ninguno de los que me ha dado, sino que los resucite en el último día. Por tanto, la voluntad de mi Padre que me envió, es que todo aquél que reconoce al Hijo y cree en Él tenga la vida eterna, y Yo le resucitaré en el último día.(Jn 6, 37-40)
La conmemoración de los Fieles Difuntos se promovió por el abad de Cluny, San Odilón, y se instituyó el año 998. Él mismo decidió que se celebrase el dia 2 de noviembre, después y al lado del de Todos los Santos. La influencia de aquellos hombres 'cluniacenses' sirvió para que se extendiera por toda la cristiandad, y en algunas partes fue fiesta de precepto, como en España.
Oh Dios y Señor indulgente,
concede a las almas de tus siervos y siervas
lugar de refrigerio,
feliz descanso y la claridad de la luz eterna.
Por nuestro Séñor Jesucristo.
. . . . . (Del Introito de la segunda misa.)