¿Es posible una vida religiosa más feliz? (V)

III. UN JESÚS FELIZ NOS MUESTRA SUS CAMINOS DE FELICIDAD

Hay un dato bastante claro: nunca como en este tiempo el ser humano tiene conciencia de su derecho a ser feliz y, por tanto, nunca como ahora se ha lanzado a la búsqueda casi compulsiva de ello. Lo real es que no parece que culturalmente se está acertando a ofrecer caminos que conduzcan a ella. Tampoco parece que el cristianismo acierte a ofrecer a Dios como amigo de la felicidad humana, fuente de vida, alegría, salud. La fe en Jesús no es captada hoy por nuestros contemporáneos como “buena Noticia” y pocas veces se nos presenta a Jesús como un hombre feliz. Ha predominado una cristología dolorista y una catequesis alejada de la búsqueda humana de la felicidad.

¿Puede Jesús de Nazaret ofrecernos hoy, después de 20 siglos, algunos caminos válidos de felicidad?, ¿su modo de ser feliz puede llegar a ser significativo para nosotros hoy?, la propuesta evangélica de felicidad ¿tiene algo que decirnos en nuestro momento?.

Tenemos que empezar siendo honestos y afirmar que el cristianismo se ha presentado durante siglos como la religión de la cruz, del dolor, del sufrimiento, de la exigencia, del rechazo al placer y la felicidad en este mundo... Muchas veces, l@s creyentes nos hemos presentado siendo malos mensajeros de nuestra fe, una fe que Jesús presenta como una propuesta de vida y vida plena (Jn 10,10), una propuesta de felicidad, una “Buena noticia”.

Es imprescindible revisar la imagen de Dios y de “santidad”, los “modelos” de sant@s que se nos han presentado. Se necesita revisar los clichés con los que ha quedado marcada la vida cristiana. El camino es recuperar el hombre Jesús lleno de vida y gozo, llamando a la felicidad y alejado de los dualismos que han deformado su mensaje.

No hay en lengua castellana muchos estudios sobre Jesús-el hombre feliz. Mercedes Navarro ha hecho un gran esfuerzo por presentarnos en diversas publicaciones esta faceta de su personalidad[32]. En este acercamiento la sigo a ella.

Sin caer en la ingenuidad de leer los evangelios como biografías de Jesús, sí podemos intentar acercarnos al Jesús histórico[33] y desde ahí intuir el secreto de su felicidad. Esto nos puede ayudar a comprender dónde basaba Él las fuentes de su estar-bien aún en medio de profundas dificultades y frustraciones. Sus caminos pueden iluminar los nuestros.

Desde la imagen de Jesús que nos desvelan los evangelistas destacamos algunos de los elementos que configuran su felicidad:

3.1. Una felicidad que rompe con los criterios de felicidad de su tiempo

Jesús de Nazaret aparece como un hombre capaz de ser feliz contraviniendo los criterios socioculturales de felicidad de su tiempo[34], como si su ser feliz brotara de otros lugares.

Mercedes Navarro pone de relieve cómo en Jesús sorprende su capacidad para inventar criterios de felicidad, es decir, vivir y proponer un modo alternativo de felicidad frente a las propuestas de su tiempo y de todos los tiempos. En ese sentido su propuesta tiene una repercusión “política” porque se presenta como una subversión frente a ciertas “políticas de felicidad” dictadas por el contexto. Por eso su propuesta de felicidad tiene rasgos transgresores, no sólo porque difiere de los propuestas al uso sino porque Él mismo la vivió siendo capaz de no necesitar el reconocimiento de las autoridades de su entorno, ni la comprensión de sus familiares y amigos.

¿Dónde está el secreto de esa profunda libertad interior?

¿Dónde la fuente de la que dimana esa fuerza gozosa y subversiva?

3.2. La fuente secreta de su felicidad

Jesús, sin duda, experimentó la profunda felicidad que provoca la experiencia mística de la “unicidad”[35]: ese saberse, experienciarse uno con su Dios, con toda la humanidad y toda la creación. Una experiencia que le permitió saborear que cuando se llega al fondo del ser no sólo dice “yo” sino Yo-Tú-Nosotros.

A esa experiencia mística que le cambió la vida no tenemos acceso directo, sólo nos quedan huellas en la narración de los evangelios sinópticos que muestran la aparición pública de Jesús en el Jordán vinculada a una experiencia fundante: saberse hijo amado en quien su Dios se complace (Cf. Mc 1, 9-11 y par). Se trata de una experiencia gozosa en la que se hace consciente de que lo que le constituye en el fondo de su ser es una religación amorosa: un Amor que nada ni nadie puede arrebatarle es la última verdad de su ser. Más tarde el evangelista Juan lo formula de diversas manera: “El Padre y yo somos una misma cosa” (Jn 10,30); “quien me ha visto a mí ha visto al Padre” (Jn 14,9).

Jesús necesitó un tiempo de silencio y retiro para interiorizar y saborear esa experiencia. Después salió a los caminos a contagiar a sus contemporáneos de esa profunda fuente de felicidad. Desde su experiencia más honda podía gritar que creer en Dios y su Reino es una Buena Noticia, la mejor buena noticia que podemos comunicar (Cf. Mc 1,14).

Este fue el secreto de su felicidad: la experiencia de que ahí, en el fondo último de su ser, en el fondo de cada persona, en el fondo de toda la realidad… el Dios Amor es y posibilita que todo sea[36]. Y eso vivido gratuitamente…, sin que nada, ni nadie pueda impedirlo. Lucas, en boca de Pablo, lo formula bellamente: “En Él vivimos, nos movemos y existimos” (Hch 17,28).

Es esa la experiencia que permitió a Jesús gozar y sufrir como suyos las alegrías y tristezas de los demás. Por eso pudo decir en verdad: “lo que hagáis a los demás a mí me los hacéis” (Mt 25,40.45), “quien a vosotros escucha a mi me escucha, quien a vosotros rechaza a mi me rechaza y rechaza a quien me envió” (Lc 10,15-16), ampliando así las fronteras de su yo más allá de su piel.

3.3. Algunos de sus caminos de felicidad

Jesús transitó el camino del amor

Pocas experiencias de la vida producen tanta felicidad como el amar y saberse amado. Y si algo resaltan los evangelios de la persona de Jesús es su extraordinaria capacidad para amar, para dar y recibir amor.

Jesús experimentó el amor en todos los registros: el amor que se hace servicio, el amor de amistad, intimidad, el amor operativo que ofrece salud, perdón, libertad, reconocimiento…. En definitiva, el gozo profundo de "pasar por la vida haciendo el bien". Todas las personas cabían en su corazón pero de un modo especial los últimos, los pequeños, los pobres, los excluidos, los sencillos a quienes el Padre les revela los secretos del Reino y de ello Jesús se goza (Cf. Mt 11,25).

Él hizo del amor lo único necesario, la razón de su vida y muerte y, por eso, pudo predicar con autoridad que la vida la ganamos o la perdemos en función de lo que hayamos amado (Cf. Mt 25,32ss).

El despliegue de su ser

También Jesús experimentó que desplegar todas las potencialidades de su ser era una fuente de felicidad.

Se muestra como un hombre con una elevada autoestima, disfrutando de una enorme libertad interior, señal de que ha vencido el miedo. Dice lo que quiere decir, obra de acuerdo a su conciencia sin dejarse intimidar ni manipular, sale airoso de las trampas de sus enemigos con una enorme sagacidad, denuncia a las autoridades con una profunda libertad.

Despliega sus capacidades poéticas y creativas: su predicación llena de colorido y fuerza expansiva habla no sólo de Reino sino de cómo es Él. La abundancia de pan, peces, vino para que siga la fiesta, bodas, banquetes, semillas que crecen sin que nadie haga nada… una multitud de bellas imágenes que hablan de vida, alegría, fiesta, dinamismo interno. Todo ello nos revela esa alegría esperanzada que produce felicidad.

Desarrolla su potencialidad imaginativa y simbólica: las parábolas llenas de matices nacen de la contemplación de la realidad que se transforma para Él en sacramento del Reino de Dios. Se muestra seguro cuando le preguntan sobre sus gestos transgresores, no se deja acorralar ante las insidias. Toda su existencia se hace parábola viviente, símbolo del Reino, expresión del amor que es fuente de su ser.

La felicidad que a Él le produce el despliegue de su identidad más honda puede estar debajo de la seducción que su persona provocó, no sólo en sus discípulos que le siguen sin ponerle condiciones sino en el pueblo que le sigue incluso sin darse cuenta que están sin comer.

El camino del cuerpo

No hay en Jesús ninguna señal del dualismo que contaminó posteriormente al cristianismo.

No fue un asceta, como Juan. Más bien escandalizó por su forma festiva, placentera y libre de vivir su cuerpo y sus relaciones. El hecho de que le acusen de “comilón, borracho, amigo de recaudadores y descreídos” (Lc 7,34) es la mejor expresión de su libertad y capacidad de gozar de la vida. Es sorprendente, en esta misma dirección, su invitación a la fiesta y a la alegría de vivir con gozo su seguimiento comparándolo con la alegría de una boda: "¿Es que pueden ayunar los amigos del novio mientras que el novio está con ellos?" (Mc 2, 19).

Jesús vivió su cuerpo como un lugar para la relación sin miedos ni tabúes, tocó y se dejó tocar con una profunda libertad, escandaliza a sus discípulos disfrutando del contacto amoroso con María de Betania derramando sobre Él un carísimo perfume, en un gesto de total gratuidad, en una relación no mediada por ninguna necesidad curativa, sino sólo por el deseo de compartir amor y gratitud (Cf. Jn 12,1-8).

El camino de la amistad

Los Evangelios nos muestran un Jesús expansivo, disfrutando del encuentro con los hombres, mujeres y niños. De un modo especial es para él fuente de felicidad la experiencia de la amistad.

Jesús no tuvo miedo a las “amistades particulares”, amó con un corazón grande donde cabían todos y al tiempo supo gozar del amor particular que supone siempre la amistad. Jesús no solo se portó como amigo sino que llamó a sus discípulas y discípulos "sus amigos"… Dentro del grupo de los "doce" tiene también sus preferencias: "el discípulo amado", Pedro, Santiago y Juan son elegidos por Jesús para hacerlos partícipes de momentos especialmente significativos para Él de gozo y de dolor. Su relación con Lázaro es de amistad “nuestro amigo Lázaro, duerme; pero voy a despertarle" (Jn 11,3-11).

Quizás más sorprendente es su amistad pública con mujeres. Si en muchos casos aún hoy la amistad de un hombre y una mujer aparece como tabú, muchísimo más en el tiempo de Jesús. La mujer no podía aparecer en público con el marido y mucho menos con un predicador ambulante como era Él. Sin embargo los evangelios nos dejan constancia de la amistad de Jesús con mujeres que le seguían, "le servían" (ejercían el diaconado), lo atendían en su casa como Marta y María. Nos muestran como se deja ungir la cabeza y los pies por dos mujeres, una de ellas de mala vida. De un modo especial sabemos que María Magdalena era una mujer especialmente amada por Jesús: le sigue durante su vida, está al pie de la cruz, está mientras lo ungen y lo entierran y es la primera testigo de la Resurrección y la primera a quien Jesús confió la gran noticia de la Pascua: Jesús vive. María Magdalena es considerada "la apóstol de los apóstoles". Este protagonismo aparece con claridad en los Evangelios considerados apócrifos por la tradición cristiana donde se pone de relieve el papel extraordinario de María Magdalena en la vida de Jesús y en la primera comunidad[37].

Vive con proyecto y con sentido

Si algo llama la atención en Jesús es su pasión por un proyecto de sentido que él denominó como Reino de Dios.

Toda su persona queda polarizada por ese sueño, por esa utopía esperanzada donde todas las personas puedan vivir con gozo el saberse hij@s amad@s, donde se rompen las barreras de la exclusión, donde todos gozan con el traje de fiesta, donde no es necesario el ayuno porque el novio está presente…

Jesús experimenta que con Él ha llegado el Reino de Dios y por eso, gozoso, ofrece salud, liberación de los poderes de Satanás, perdón…, predica incansablemente un Dios de gracia no de méritos.

El Reino es la pasión de su vida y eso le da fuerzas para superar intrigas, traiciones, calumnias… Los "milagros" no son nada más – ni nada menos – que la constatación para Jesús de que su persona era capaz de despertar en los otros lo mejor de sí mismos, eran la señal de que el Reino de Dios y su buena noticia había llegado ya a la tierra: "si expulso demonios es que ya ha llegado el Reino de Dios" (Mt 12,26).

En definitiva los Evangelios mostrarán que la "Buena Noticia" es Jesús, su persona y su proyecto de vida. Eso significa que el anuncio y realización del Reino que es, sobre todo, regalo de Dios para los hombres y mujeres de todos los tiempos, debe ser anunciado como fuente de felicidad y debe producirla. Así parece que lo vivió Jesús. Él es consciente de que su persona es "Buena Noticia" para los pobres, es revelación de un entrañable rostro de Dios, es presencia visible del Dios amor invisible, es triunfo, pequeño pero real, contra los "demonios" de este mundo que dificultan que aquí y ahora gocemos ya del poder del Bien sobre el mal.

Su profunda felicidad es compatible con el dolor y la frustración

Nos encontramos aquí con la piedra de toque de la felicidad, porque ser feliz cuando las cosas van bien es relativamente fácil, el problema es cómo no perder la capacidad de ser feliz cuando los problemas y el conflicto nos visitan.

A pesar de las frustraciones y el dolor que le acompaña en la vida y en la muerte, Jesús no pierde la esperanza. Por eso pudo integrar todo aquello (y fue mucho) que no era como Él había soñado, como Él deseaba. Jesús no reprime su dolor, no huye de él, lo escucha, sufre y se angustia…, pero no se desespera, busca consuelo en sus amigos y aunque no lo encuentra no por eso los abandona ni Él se abandona, sino que vuelve a recurrir a su Dios como fuente última de consuelo.

También un día para Jesús llegó el momento de la verdad, el momento de enfrentarse no sólo al dolor de los demás sino a su propio dolor. Nada ha sido capaz de alejarle de sus propósitos, va sabiendo distanciarse de las expectativas del entorno, de no darles el poder de dirigir su vida y buscar en lo profundo de su ser las motivaciones que le permiten seguir siendo fiel a sí mismo y al sueño de Dios que él llamó Reino. Probablemente en esos momentos busca y acoge todas las señales que puedan darle sentido a su vida, a su dolor y a su muerte y acoge las señales que mantengan viva su esperanza. Las parábolas esperanzadas que él proclamó con tanto entusiasmo: el grano de trigo, la levadura en la masa, la semilla que supera los obstáculos, habrán sido, en los momentos de dolor, aliento, sentido y sobre todo esperanza contra toda esperanza.

Mercedes Navarro analiza con una gran maestría[38] algunos de los acontecimientos que pudieron devolver a Jesús la esperanza en medio de situaciones dolorosas, situaciones que le permitieron recuperarse y reformular su experiencia de felicidad.

El evangelio de Marcos de nuevo nos desvela el secreto de Jesús, la fuente de su increíble capacidad para reponerse de todos los conflictos, insidias, y dificultades.

Después de la llamada “crisis de Galilea”, cuando Jesús ya tiene claro que le buscan para acabar con Él, cuando ha tenido que reprender a Pedro llamándole “Satanás”, de nuevo una experiencia fundante del amor de su Dios le reconforta: la transfiguración. Situada en ese momento difícil de su vida (Cf. Mc 9), devuelve a Jesús la confianza. Una vez más la voz de su Dios le recuerda a Él y, sobre todo ahora, a sus discípulos que Jesús es el Hijo amado que debe ser escuchado. Esa voz alienta la esperanza de Jesús, es como si adelantase un final feliz, como si se afirmase en la certeza indestructible de que la última palabra no la van a tener los que quieren su derrota sino Dios mismo. En la experiencia de la Transfiguración hay una reformulación implícita de la Resurrección: Dios no abandonará a su hijo amado a merced de la muerte.

Otro acontecimiento es, sin duda, la unción en Betania (Cf. Mc 14,3-9). De nuevo en un contexto de fiesta, en un banquete en casa de Simón el leproso una mujer derrama un perfume de nardo puro sobre su cabeza. Jesús recibe y disfruta el homenaje de esa mujer. Con su gesto está reconociendo el sentido mesiánico de su vida. Así lo vive Jesús como un homenaje funerario que anticipa un final feliz. Ella con su gesto generoso y audaz le anticipa en vida un homenaje que no le harán de muerto (“Ha perfumado mi cuerpo para la sepultura”). Ella, en un momento difícil para Él, le ofrece el testimonio de su reconocimiento como Mesías y Jesús no sólo se lo agradece sino que increpa y se indigna contra los que utilizan a los pobres como arma arrojadiza contra la capacidad de disfrutar y de amar con desmesura. A esa mujer la reconoce públicamente y dice proféticamente que se la recordará siempre por lo que ha hecho.

La última cena, aunque tiene muchas lecturas, puede ser comprendida, a posteriori como otro momento en el que Jesús busca sentido a su vida y a su muerte. Tomar el pan y el vino y ofrecerlo como expresión simbólica de lo que ha sido su vida entera – don de sí que se entrega con alegría – es sin duda una experiencia reconfortante. Cuando el dolor nos visita, cuando el fracaso parece que se cierne sobre nuestras vidas, encontrar un sentido permite releerlo y, por eso mismo, es posible no perder la esperanza. La última mesa compartida con sus amigos y amigas le permite expresar a sus íntimos no sólo el dolor del adiós sino la esperanza de que su vida y su muerte tiene sentido: amar hasta el extremo, ser pan que se deja comer y vino que quiere alegrar el corazón.

Getsemaní es también un momento central en el final de su vida. Jesús grita, pide a su Padre que si es posible pase de Él el cáliz de la muerte… ¿Tiene Jesús esperanza de que de verdad su Madre-Padre lo pueda librar?. Sin duda, esa súplica es expresión de su deseo de felicidad, de su protesta frente a los que quieren arrebatarle la vida. No sabemos qué pasó en esa oración pero si verificamos que Jesús, que estaba “angustiado hasta la muerte”, sale reconfortado y capaz de afrontar libremente los acontecimientos de dolor, traición, sufrimiento y muerte.

Decía al comienzo que la felicidad tenía que ver con el arte de vivir, lo contrario no es el dolor sino abandonar la esperanza y tirar la toalla en la lucha por la vida. Jesús nos muestra caminos nuevos inéditos en su cultura de cómo buscar la felicidad, senderos para ser transitados en momentos fáciles y de gozo y en momentos difíciles pero siempre esperanzados.

Su propuesta de felicidad es una propuesta política y paradójica[39]

No es fácil ser feliz contraviniendo las expectativas y criterios de felicidad del entorno.

Su propuesta tiene rasgos trasgresores:

desde su comprensión del Reino contesta la dependencia de la propia familia consanguínea;
rompe tabúes en las relaciones;
no proclama el sometimiento ciego a las normas tradicionales, éticas y religiosas sino que éstas quedan sometidas a la dignidad de las personas, su salud y bienestar;
subraya elementos de autonomía personal y libertad frente al sometimiento y sumisión;
se muestra libre para denunciar ritos vacíos y comportamientos hipócritas;
vence la raíz de la mayoría de las parálisis: el miedo, creando un escenario de relaciones libres sin exclusiones, aunque eso suponga un escándalo para los puros (Cf. Mt 11,16-19; Lc 7,31-35);
disfruta de los placeres de la vida cotidiana, sabe vivir el aquí y ahora con fruición, no convierte la ascesis en fin sino que la resitúa en la clave del amor y la lucha por la justicia.

Sobre todo Jesús es feliz haciendo felices a los otros. En esta tarea invierte el caudal de sus potencialidades. Su propia manera de ser feliz incluye la posibilidad de que otros lo sean.

Su propuesta de felicidad tiene unos rasgos políticos determinados: critica toda política de ¿felicidad? que excluya a las mayorías empobrecidas, que se construya al margen de la solidaridad. Jesús no concibe una felicidad al margen de las grandes mayorías de excluidos, una felicidad insolidaria. Su propuesta de felicidad no es de cualquier felicidad sino “una felicidad humana y humanizadora, libre y liberadora, solidaria y justa, personal y política, debe estar en permanente dialéctica con la infelicidad”[40] y el dolor personal y social.

Él experimentó – y por eso pudo invitar con autoridad a transitar esos caminos – que hay camino de felicidad en una vida austera; en una pobreza digna y elegida; en una opción por la no violencia activa; en verificar que es posible una felicidad honda en medio del dolor y el llanto; en acoger como motor del ser y actuar al hambre y sed de justicia; en cultivar una mirada limpia y contemplativa; en dejarse conmover las entrañas y practicar la misericordia; en transitar caminos que construyen paz en la justicia; incluso en verificar la felicidad que produce la coherencia y la fidelidad al sueño de Dios, aunque eso pueda costar la vida (Cf. Mt 5,1-10).

Por último su propuesta de ser feliz remite a un Dios feliz que quiere que todos sus hij@s sin exclusión lo sean, no sólo en el más allá, sino en el aquí y ahora de la historia de cada un@.

A lo largo de estas páginas nos hemos aproximado a algunos senderos que pueden conducirnos a una felicidad sabia, sana, profundamente evangélica. Ojalá que sepamos transitarlos personal y comunitariamente y podemos así mostrarnos como sabios y creyentes buscadores de felicidad.

Jesús nos desvela la profunda vocación del ser humano… de la creación entera: ¡ser feliz!.

En estas reflexiones he querido poner de manifiesto algunos de los “senderos” que Él recorre y nos propone, senderos humanos y humanizadores.

No dejes nunca de preguntarte – personal y comunitariamente – si en tu vida hay normas, reglas, instituciones, estructuras o tradiciones que te alejan de esos senderos. Analiza sin temor tus hábitos, tus actitudes, tu lenguaje, tus gestos… Ellos te revelan cuáles son tus valores, tus creencias y tu sentido de vida.

¿Es nuestra Vida Religiosa transparencia de felicidad? ¿nuestro modo de vida, nuestros compromisos… incluso nuestro servicio ¿es expresión de esa felicidad que hemos descubierto como buena noticia?

Que Jesús te de la valentía de liberarte de aquellos caminos que son o pueden ser causa de opresión personal, comunitaria y social. Que Él esponje tu corazón y te haga experimentar cómo su Proyecto de vida genera, impulsa y se expande en felicidad.

[1] En este momento está ya publicado mi libro Buscadores de felicidad, Un Jesús feliz nos muestra sus caminos de felicidad, Narcea, 20011, donde desarrollo ampliamente, estructurado de otra manera este material y con un enfoque más antropológico y psicológico, pensado para personas creyentes y no creyentes, y añadiendo además ejercicios para la consciencia sobre los propios caminos de felicidad.

[2] El éxodo de una espiritualidad individualista, dualista y patriarcal hacia una espiritualidad integradora, de la igualdad y más holística lo he desarrollado en Martinez Ocaña, E., Cuando la Palabra se hace cuerpo…en cuerpo de mujer, Narcea 2007. Abordo también la integración del placer como experiencia espiritual en Cuerpo Espiritual, Narcea 2008.

[3] Espiritualidad: 4.740.000 entradas, algunas subdivisiones. Espiritualidad cristiana: 367.000, Espiritualidad y política: 1.070.000; Espiritualidad universal: 598.000, Espiritualidad integradora cristiana: 20.000, Espiritualidad integral: 281.000.

[4] Recojo algunos títulos solamente de la llamada “Espiritualidad laica”: Capra, F.- Stiendi-Rast., Pertenecer al Universo. Encuentros entre Ciencia y Espiritualidad, EDAF 1994; Corbí, M., Hacia una espiritualidad laica. Sin creencias, sin religiones, sin dioses, Herder 2008; Ferrer, J. N., Espiritualidad creativa. Una visión participativa de los transpersonal, Kairós 2003; Nogués, R.Me., (coord.) La espiritualidad después de las religiones, Librería Robafanes 2007; Underhill, E., La mística. Estudio de la naturaleza y desarrollo de la conciencia espiritual, Trotta 2006; Wilber, K., Sexo, ecología, espiritualidad. El alma de la evolución, Gaia 2005; Una versión integral de la psicología, Alamah 2000; Espiritualidad integral. El nuevo papel de la religión en el mundo actual, Kairós 2007.

[5] Entre otros muchos Albert Noland, en su libro Jesús hoy. Una espiritualidad de libertad radical, habla del “hambre de espiritualidad como uno de los signos de nuestro tiempo” y lo presenta como el primero de ellos (Cf. Sal Terrae 2007, 27-40).

[6] Ya en los años 80 Augusto Guerra hablaba de Teología espiritual una ciencia no identificada: Respir 39 (1980) 335-414.

No deja de ser significativo que en el Nuevo Diccionario de Espiritualidad de 1983 no apareciese entre sus voces el término “Espiritualidad” propiamente dicho. Sólo encontramos: "Espiritualidad contemporánea" (S. De Fiores, 474-475) y "Experiencia espiritual en la Biblia" (B. Maggione, 498-542).

[7] Para mayor información y referencias bibliográficas desde la Teología: Berger, K., ¿Qué es la espiritualidad bíblica?, Sal Terrae 2001; Boff, L. y Betto, F., Mística y espiritualidad, Trotta 1996; Dupuy, J., "Spiritualité". II. La notion" en Dictionnaire de Spiritualité 14, París 1990, 1160-1173; Ellacuría, I.- Lois, J., "Espiritualidad" en Conceptos fundamentales del Cristianismo, Trotta 1993, 413-431; Estrada, J.A., La espiritualidad de los laicos, Paulinas 1992,13-35; Guerra, A., Acercamiento al concepto de espiritualidad, Madrid 1994; "Espiritualidad" en Aa.Vv., Diccionario Teológico de la vida consagrada, Madrid 1989, 573-594; Kamlah, E., "Espíritu", en Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, 13-35; León-Dufour, X., "Espíritu" en Vocabulario de Teología Bíblica, Herder 1980, 295-306; Martín Velasco, J., Espiritualidad y mística, Trota 1994; Sobrino, J., "Espiritualidad y seguimiento de Jesús" en Mysterium Liberationis TII, Trotta 1990, 449-458; Solignac, "Spiritualité. I. Le mot e l' histoire" en Dictionnaire de Spiritualité 14; París 1990,1142-1160; Vigil, J.M., “La coyuntura actual de la espiritualidad” en Éxodo 88 (2007) 4-11; Aa.Vv., ¿Hacia una espiritualidad posreligiosa?, Monográfico Iglesia Viva 222 (2005).

[8] Castillo, J.M., Los "peligros" de la espiritualidad: Proyección 43 (1996) 220-221; "La espiritualidad cuestión decisiva" en La alternativa cristiana, Sígueme 1978,197-198; Espiritualidad para insatisfechos, Trotta 2006.

[9] Kamlah, E. "Espíritu", en DTNT, 13-35; León-Dufour, X., "Espíritu" en Vocabulario de Teología Bíblica, Herder 1980, 295-306.

[10] Casaldáliga, P. – Vigil, J.M., Espiritualidad de la liberación, UCA 19932, 23-25 a quien sigo en la acepción antropológico -cultural del término Espiritualidad.

[11] Ibídem, 23: "La espiritualidad es la motivación que impregna los proyectos y compromisos de vida, la motivación y mística que empapa e inspira el compromiso." En este mismo sentido: Galilea, S., El camino de la espiritualidad, Paulinas, Bogotá 1985, 26.

[12] En el sentido que P. Tillich hablaba de la dimensión antropológica de la "profundidad" y su significado religioso (Cf. La dimensión perdida, Descleé de Brouwer 1970).

[13] Martínez Lozano, E., La botella en el océano. Descleé de Brouwer 2009, 13.

[14] Sobrino, J., o.c., 449-476. Los subrayados son míos.

[15] Con el título “Buscar con sabiduría senderos de felicidad” he desarrollado de un modo más amplio este tema en la Revista Religión y Escuela aunque con un enfoque más pedagógico y centrado en dar a los profesores de religión herramientas para trabajar este tema con sus alumnos (Cfr. Religión y Escuela ver nº 212-230 (2007-2009)).

[16] Grunl, M., El arte de rehacerse: La resiliencia, Sal Terrae 2009; Brooks, S. - Goldstem, S., El poder de la resiliencia, Paidós 2004,

[17] Las citas están tomadas de Osuna Fernández-Largo, A., La felicidad en la filosofía política de santo Tomás y en el liberalismo: Estudios Filosóficos LII (2003) 505-524.

[18] Gismero, E., Las actitudes para construir nuestra felicidad: Crítica 905 (Mayo 2003) 18.

[19] Pinillos, J.L., ¿Queremos ser felices?: Pliego Vida Nueva 2148 (1 de agosto 1998) 25.

[20] Navarrete, R., El aprendizaje de la serenidad, San Pablo 1993,12.

[21] Sobre este tema recomiendo dos libros que sigo como eje conductor de mi exposición en este apartado: Marina, J.A., La inteligencia fracasada. Teoría y práctica de la estupidez, Anagrama 20052; Heineman, M.- Pieper W., Adictos a la infelicidad, EDAF 2003.

[22] En la vida religiosa el miedo a “las amistades particulares” (¡cuando toda amistad o es particular o no es amistad!) ha contaminado la experiencia de los vínculos necesarios para crecer en el amor.

[23] Cf. vocablo “Consciencia” en De Mello, A., Obra completa, Sal Terrae 2003, 462.

[24] Para ampliar este punto recomiendo el libro de Martinez Lozano, E., Vivir lo que Somos, Verbo Divino 2007; Jäger, W., La ola es el mar. Espiritualidad mística, Desclée de Brouwer 2002.

[25] He ampliado este tema en "La droga en nuestra casa. Bajar a los infiernos". Sal Terrae nº 1.003 (1997:7)599-607

[26] Es muy significativo que el libro de Tolle, E., El poder del ahora. Un camino hacia la realización espiritual, Gaia 1997, se ha convertido en un fenómeno editorial de primera categoría.

[27] He desarrollado esta afirmación en algunas de mis publicaciones a las que te remito. Entre otras: Hacia una espiritualidad corporal: Iglesia viva 216 (octubre-diciembre 2003) 47-62; El cuerpo y el encuentro con Dios, en Soto Varela, C. (ed), He visto al que me ve, Verbo Divino 2006, 45-92; y los dos libros ya nombrados Cuando la Palabra se hace cuerpo en cuerpo de mujer, Narcea 2007 y Cuerpo Espiritual, Narcea 2008.

[28] En estos últimos años se está publicando una gran variedad de obras que desde diversas áreas del saber confluyen en esta misma afirmación y la certeza de que lo que constituye la fuerza esencial en el proceso evolutivo es la pan-relacionalidad. Destaco algunos títulos: Bhom, D., La totalidad y el orden implicado, Kairós 2005; Capra, F. - Steindl- Rast., Pertenecer al universo. Encuentros entre ciencia y espiritualidad, EDAF 1994, Jäger, W., A donde nos lleva nuestro anhelo. La mística en el siglo XXI, DDB 2005; Küng. H., El principio de todas las cosas. Ciencia y religión, Trotta 2007; Nogués, R.M., (coord.), La espiritualidad después de las religiones; Llibreria Robafaves 2007; Polkinghorne, J., Ciencia y Teología. Una introducción, Sal Terrae 2000; Explorar la realidad. La interrelación ciencia y religión, Sal Terrae 2007; Versyp, T., La dimensión cuántica. De la física cuántica a la conciencia, Edición de la autora, Barcelona 2005, Wilber, K., Los tres ojos del conocimiento. La búsqueda de un nuevo paradigma, Kairós 1991; El paradigma holográfico. Una exploración en las fronteras de la ciencia, Barcelona 1991; Espiritualidad integral, Kairós 2007.

[29] Boff, L., El cuidado esencial. Ética de lo humano compasión por la tierra, Trotta 2002. También TORRALBA, J., Antropología del cuidar, Mapfre 1998; Ética del cuidar, Mapfre 2002

[30] A este tema dediqué el artículo en la publicación anterior “Aprender la sabiduría del cuidado de “sí mismo”, Aportes psicológicos para la renovación de la vida religiosa, CONFER 179, (Julio- Septiembre 2007) 495-526.

[31] Este es el título del artículo de Pagola, J.A., Pliego Vida Nueva 2182 (24 Abril 1999). En la misma línea puede verse Dominguez, C., Uriarte, J.Mª, Navarro, M., La fe, ¿fuente de salud o de enfermedad?, Idatz 2001.

[32] Navarro Puerto, M., Vivir en clave Pascual: Vida Nueva (Abril 1994) Pliego, Placer y felicidad, signos de la Pascua: Vida Nueva 2133 (Abril 1998); Ungido para la vida, Verbo Divino 1999; Jesús de Nazaret: la invitación a la felicidad de un hombre feliz: Iglesia Viva 210 (2002) 35-68. La fe que sana y madura, en La fe, ¿fuente de salud o de enfermedad?, Instituto de Teología y Pastoral San Sebastián, especialmente 115-128; El Jesús feliz de un Dios feliz, en Jesús de Nazaret. Perspectivas, Cátedra Chaminade, PPC 2003, 59-81.

[33] Este ha sido el espléndido trabajo que entre nosotros ha hecho recientemente José Antonio Pagola con su libro: Jesús. Aproximación histórica, PPC 2008. En este libro se pone de relieve con mucha hondura y belleza un Jesús que se relaciona con la realidad desde un talante festivo, lleno de vida, rebosando felicidad a pesar de todas las frustraciones y adversidades de su vida.

[34] Los estudios de antropología cultural ponen de relieve que el honor era un concepto clave en el concepto de felicidad de su tiempo y ese honor estaba en relación con el reconocimiento de su padre, en tener una familia propia con hijos varones, un oficio socialmente reconocido, tener buenas y honorables relaciones, ser un fiel cumplidor de la ley, gozar de una buena salud. Cf. Navarro, M., El Jesús feliz de un Dios feliz, 61-65.

[35] Es la acertada palabra con la que Albert Nolan expresa la experiencia mística de Jesús. “Unicidad, implica que ya somos uno y que siempre lo hemos sido y que se trata, sencillamente, de tomar conciencia de esa unicidad.” (Cf. Nolan, A., Jesús hoy. Un espiritualidad de libertad radical, Sal Terrae 2007, 183-231).

[36] Son muchos ya los autores cristianos que recientemente van re-formulando, de muy diversas maneras, esta experiencia difícil de describir y que desde hace muchos siglos los místicos han formulado cada uno a su manera y según su formación y cultura. Entre los autores espirituales recientes yo me he inspirado en las obras de Willigis Jäger, sobre todo en la que lleva el sugerente título La ola es el mar, DDB 2002 y en Enrique Martínez Lozano, Vivir lo que somos, DDB 2007; ¿Qué Dios y qué salvación?, DDB 2008; La botella en el océano, DDB 2009.

[37] Hablan de ella: "El Evangelio de Felipe", "el Evangelio de Pedro", "El Evangelio de Tomás", en "La Pistis Sophía" en "El Diálogo del Salvador" y todo el "Evangelio de María" dedicado a ella. Para una información sobre la figura de María Magdalena: Cf. Bernabé, C., María Magdalena. Tradiciones en el cristianismo primitivo, Verbo Divino 1994 y Haskins, S., María Magdalena mito y metáfora, Herder 1996; Leloup, J.I El evangelio de María-Myrian de Magdala, Herder 1999.

[38] Navarro Puerto, M., Ungido para la vida, Verbo Divino 1999; Jesús de Nazaret: la invitación a la felicidad de un hombre feliz: Iglesia Viva 210 (2002) 35-68; El Jesús feliz de un Dios feliz, en Jesús de Nazaret. Perspectivas, Cátedra Chaminade, PPC 2003, 59-81.

[39] Navarro, M., El Jesús feliz de un Dios feliz, 77-79.
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