Dos ferias con aprendizaje La libertad clama, porque los extremos se tocan

La libertad clama, porque los exptremos se tocan
La libertad clama, porque los exptremos se tocan

El 28 de mayo pasé un par de horas en la Feria del Libro rubricando ejemplares. me convertí una vez más y con gusto en telonero de mi hijo Enrique, quien ese mismo día firmó su primer libro: Trayectoria manipulada (El Club de la Niebla)

"Innumerables espontáneos se detuvieron a charlar con los escritores más jóvenes de la Feria del libro de Madrid en 2022"

"Ese fin de semana y el sucesivo acudí con mis hijos a la feria de mi barrio. En una caseta hilé hebra con un feriante alegre y coincidente en edad conmigo. Ricardo Pérez había llegado hace poco a España procedente de Cuba. En la isla caribeña era médico"

"No saben ustedes lo que tienen, me ilustró. Cuba sigue siendo desde la revolución una enorme penitenciaría donde los galeotes somos los ciudadanos"

"Al escuchar sus desgarrados lamentos me vino a la cabeza un libro del único premio Nobel de literatura chino. Gao Xingjian, en El Libro de un hombre solo"

"Resulta pasmoso que los innumerables avisos de quienes han padecido dictaduras marxistas sigan predicando en el desierto"

"Imprescindible también la obra Jean-François Revel, El conocimiento inútil. La libertad clama para que la sigamos defendiendo de depredadores de disímiles colores, porque los extremos se tocan"

El 28 de mayo pasé un par de horas en la Feria del Libro rubricando ejemplares de mi reciente investigación El encuentro de cuatro imperios. El management de españoles, aztecas, incas y mayas (Kolima). Lo más relevante de esa jornada fue que me convertí una vez más y con gusto en telonero de mi hijo Enrique, quien ese mismo día firmó su primer libro: Trayectoria manipulada (El Club de la Niebla). Le acompañaba el coautor de esa opera prima, compañero de clase y buen amigo Javier Chaquet Rivero. Una de las mejores noticias es que ellos visaron el doble de copias que yo del mío. Hasta el punto de que se han convertido en los autores que más han vendido en su sello durante esas jornadas. Muchos compradores habían acudido a propósito, pero innumerables espontáneos se detuvieron a charlar con los escritores más jóvenes de la Feria del libro de Madrid en 2022.

En la actualidad, mi hijo y su amigo se encuentran diseñando su próximo proyecto, porque son plenamente conscientes de que una cigüeña no hace primavera. Frase, por cierto, empleada por Aristóteles en Ética a Nicómaco (LID) hace 2300 años para expresar con precisión que consolidar hábitos reclama esfuerzo. Lo relevante no es llegar, sino mantenerse.

Ese fin de semana y el sucesivo acudí con mis hijos a la feria de mi barrio. En este caso, no dedicada a los libros, sino a esos amenos entretenimientos consistentes en lanzar dardos a globos o disparar con carabinas o pistolas de aire comprimido para derrumbar botes con el anhelo de volver a casa con una fruslería. Bien ahumados en todo momento por morcillas, chorizos, hamburguesas o calamares que esperaban sobre el fuego ser empanados.

En una caseta hilé hebra con un feriante alegre y coincidente en edad conmigo. Mientras mis vástagos gozaban explotando globos y regodeándose en la selección de las recompensas, Ricardo Pérez -así se llamaba mi interlocutor-me detalló que había llegado hace poco a España procedente de Cuba. En la isla caribeña era médico. Tras años de soportar las condiciones carcelarias impuestas durante décadas por los hermanos Castro había optado por arriesgarlo todo a una carta en busca de libertad.

No saben ustedes lo que tienen, me ilustró. Cuba sigue siendo desde la revolución una enorme penitenciaría donde los galeotes somos los ciudadanos. Quienes prometieron libertad de la dictadura precedente mutaron en atroces perseguidores de cualquiera que no rinde pleitesía a sus crueles caprichos. ¡Y pensar que algunos apoyan en otros países a quienes pretenden instaurar un sistema atrozmente inhumano como el que nosotros llevamos padeciendo tantos años!

Se detuvo para, con discreción, retirar lagrimones que rodaban por sus mejillas. Sacó de un bolsillo la fotografía de dos retoños:

–Mire, yo he escapado con el afán de traer también a mis hijos y nietos, porque no quiero que crezcan en el irrespirable hábitat impuesto por unos filibusteros comunistas.

Continuó:

-Ojalá alguien pueda ayudarnos a mi mujer y a mí. Ella es licenciada en Ciencias empresariales y yo -reiteró- galeno con larga experiencia.

Al escuchar sus desgarrados lamentos me vino a la cabeza un libro del único premio Nobel de literatura chino. Gao Xingjian, en El Libro de un hombre solo, más allá de su tosca obsesión genital, narra semejantes experiencias a las velozmente enunciadas por Ricardo, migrantes los dos en busca de un destino mejor.

Resulta pasmoso que los innumerables avisos de quienes han padecido dictaduras marxistas sigan predicando en el desierto. Deberían ser de obligatoria lectura, entre otros contenidos, la autobiografía de Alexander Berkman, El mito bolchevique; Memorias, de Arthur Koestler; Contra toda esperanza, de Armando Valladares; El viento sopla otra vez, de Vladimir Bukovsky; Cisnes Salvajes, de Jung Chang… Estos y cientos más describen con detalle y en primera persona la locura generada por quienes despojan de libertad a cambio de un presunto igualitarismo.

Imprescindible también la obra Jean-François Revel, El conocimiento inútil. Ese autor, mitad periodista mitad pensador, ha servido para que más de uno se aleje conceptualmente de esas pirañas de bienes ajenos que bajo franquicias que apenas ocultan malsanas codicias y rencores tratan de volver a erigir gulags o campos de reeducación, como a Stalin, a Pol Pot o a Mao les gustaba denominar a sus jaulas colectivas, mataderos de criaturas humanas.

La libertad clama para que la sigamos defendiendo de depredadores de disímiles colores, porque los extremos se tocan.

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