LLEVAR LA CRUZ CON CRISTO

Espiritualidad 

LLEVAR LA CRUZ CON CRISTO

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Un día Jesús nos invitó a seguirle. Recuerdo tantas veces el Evangelio: " El que quiera venir en pos de mí que tome su cruz y que me siga". Y no hay más santidad que la enseñada por Cristo. A mí me ha costado mucho convencerme. ¿A ti? Debemos ir con la cruz de Jesús y enseñar a todos que sin cruz no hay vida cristiana. Y.… ayudar a otros a llevar la suya, mientras nos pesa tanto la nuestra. Ese es el mérito. ¡Y ése es nuestro gran consuelo! Nuestra decisión ha de ser constante. Como en los mejores años de nuestra juventud. Ese es el camino de la felicidad.

A mí me ha costado mucho ir dejando algo que me llenaba el alma de gozo: enseñar mi fe. La voz no me responde. Todavía hago lo posible, pero es tan poco... Me gustaría darme, entregarme en este sentido. Pero siempre hay otros caminos abiertos. Queda el escrito y queda la oración. Hemos de procurar ver siempre en todo la mano de Dios. El nos va llevando con suavidad por los caminos que desea. Mi santidad no será tan grande como la de Javier o Pablo, pero lo importante es que sea como Dios quiere para mí. Me preocupa, pues me quedo totalmente por debajo. Debo aprender a no quejarme de nada. Sea la voluntad de Dios.

La cruz, el sufrimiento por achaques, enfermedades, insidias de la gente, es un regalo del Señor. Nos da la oportunidad de parecernos a El. Por eso, tú y yo vamos a mirar en las cruces que el Señor nos envía una prueba de distinción. Es necesario pensar en la frase de Jesucristo: "Bienaventurados los que sufren..." ¡Felices! Pero esto debo meditarlo mucho. Pedir a Dios en la oración hasta que se convierta en criterio propio. LA CRUZ ES UNA SEÑAL DE QUE EL SEÑOR ME QUIERE SANTO. El también sufrió.

Recuerdo ahora cuando leía la vida del Padre Nieto. Le decía a Jesús en el Sagrario, cuando se hallaba aquejado por la enfermedad última: "Hasta mañana; si quieres puedes llevarme esta noche. Como Tu quieras". Llegó a afirmar en sus últimos días que en el sacrificio hay más alegría que en las satisfacciones humanas. Yo estoy convencido de ello. La vida lo va enseñando. Los santos lo afirmaron sin haberse entregado a los goces humanos. Yo puedo asegurarlo después de haber probado las satisfacciones humanas.

Leyendo la vida de hombres santos entran ganas de ser como ellos.

Todo esto no quiere decir: el dolor es una juerga. Cristo le pedía al Padre: "Si es posible, pase de mí este cáliz". En el momento del sufrimiento no se recibe ningún consuelo. Después queda paz y gozo. O la resurrección definitiva.

Durante mucho tiempo me ha repelido el camino de cruz y dolor. Ahora voy cambiando de parecer. Si Cristo escogió para redimirnos el calvario y la cruz, ¿voy a pretender yo vivir en este mundo rodeado de placeres? Vamos a meditar más sobre la pasión de Cristo; vamos a volver a tomar en nuestras manos el crucifijo: ¡es el libro del amor! Solía decir el padre Nieto: " Lo que más me duele es que salgáis los seminaristas sin amor a la cruz".

Nunca estamos contentos con nadie, siempre murmurando... y nuestra cruz que la lleve otro. Esto debe cambiar. Cuando se entrevé la cruz de Cristo, rehuimos la oración. Jesús, cuando se acercaba su pasión se puso a orar en Getsemaní. Y no sentía más que angustia. Y su plegaria era repetitiva... Esta vida es tiempo de padecer por Jesús. Ya llegará el gozo del cielo. Además, si no me vienen sufrimientos, me apego demasiado a cuatro cosillas de este mundo.

"Aquí me tienes, Señor, para hacer tu voluntad". Este es el mejor ofrecimiento cristiano y sacerdotal. Jesús desde la cruz atrajo a todos. Yo desde el dolor puedo hacer mayor bien que cuando mejor podía predicar.

José María Lorenzo Amelibia  

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