Obispos sed santos como...SAN ANTONINO, ARZOBISPO DE FLORENCIA

* Florencia 1389 * Florencia 1459 Memoria, 10 mayo

Antonio Pierozzi, llamado Antonino por su pequeña estatura, nació en 1389, y era hijo de un notario florentino.


Le gustaba mucho asistir a los sermones de un Dominico, un gran predicador, y a los 15 años pidió ser admitido en la comunidad de los Padres Dominicos. A las pocas semanas llegó el joven y le recitó todo el libro que le habían dicho leyera, de memoria, desde la primera página hasta la última. Entonces fue admitido de religioso. En el noviciado tuvo como compañero a Fray Angélico, que después llegó a ser un pintor de fama mundial. Muy joven fue nombrado superior de varias casas de los Padres Dominicos en Italia y llegó a ser Superior Provincial.

A él se debe el mérito de haber encargado al Beato Angélico la tarea de decorar con frescos el convento de San Marcos en Florencia. Entre tanta actividad maravilla el hecho de haber tenido tiempo para escribir numerosas obras, entre las cuales merece una mención particular la Summa moral, definida “una grande enciclopedia sistemática del pensamiento y de la práctica de la vida cristiana”. En todos sus escritos se nota la tendencia a descartar las “doctrinas sublimes” para detenerse solamente en lo que consideraba útil para él y para los demás.. Predicaba muy frecuentemente y escribía libros. Era un incasable trabajador.

Arzobispo de Florencia

El Papa Eugenio IV lo nombró Arzobispo de Florencia. El santo se opuso a este nombramiento aduciendo que su salud era muy débil y que no se sentía con cualidades
para tan alto cargo. Pero el Pontífice insistió y tuvo que aceptar, con gran alegría de las gentes de Florencia que sentían por él una enorme admiración.

Tuvo como objetivo prioritario la santidad del clero. Procuró que recitaran con piedad el oficio divino, que su vida fuera austera, que se alejaran de la codicia y fueran ejemplo de vida para los fieles.

Él conservó la costumbre de levantarse a media noche para el oficio de maitines; la lectura espiritual y la Misa celebrada por la mañana con gran devoción.

A él dirigían las causas judiciales de la ciudad, no solo las religiosas. Eran conscientes los florentinos de que tenían un santo frente a la Iglesia. Pío II escribió sobre él: “Varón digno de ser recordado, dominó la avaricia, superó la soberbia, usó muy parcamente de la bebida y de la comida”.

Era el obispo de los pobres


Una vez vendió la única mula que tenía para viajar, y el dinero que le dieron por esa venta lo repartió entre gentes muy pobres. El comprador de la mula se la volvió a regalar, y después de varias veces se repitió esta curiosa venta y el subsiguiente regalo. Cada día recibía a todas las personas que querían hablarle, pero prefería a los más pobres, y a disposición de ellos tenía siempre todos los dineros y regalos que recibía.

Varias veces vendió el mobiliario de su Casa Episcopal, para poder ayudar a los pobres. Y muy frecuentemente regaló a los necesitados las ropas que tenía para cambiarse. Fundó una asociación para ayudar a los "pobres vergonzantes", o sea a aquellos que habiendo tenido antes una buena situación económica, habían llegado a una gran pobreza.

Aunque su carácter era muy amable, sin embargo sabía exigir lo que su conciencia le inspiraba que debía exigir. Así por ej., combatió fuertemente los juegos de azar en
Florencia, y la costumbre de prestar dinero con intereses demasiado altos y la magia, la superstición y la brujería.

El don de aconsejar


San Antonino recibió del Espíritu Santo el don de saber aconsejar muy bien a la gente. Por eso eran muchísimos los que iban a consultarle, desde los gobernantes civiles, hasta los sacerdotes, los religiosos y los más pobres de la ciudad.

Lo llamaban ingeniosamente “Antonino de los consejos” por su extraordinaria versatilidad en el campo religioso, jurídico, político y económico, que lo ocupaba diariamente en audiencias a los numerosos visitantes de toda clase que iban a plantearle sus problemas.

Poseía en grado muy alto la virtud de la prudencia. El Sumo Pontífice lo estimaba tanto que cuando San Antonino daba una opinión acerca de un asunto, el Papa no permitía que se le llevara la contraria. Y cuando se sintió morir, el Papa Eugenio IV llamó a Roma junto a su lecho de enfermo a nuestro santo, el cual lo asistió hasta sus últimos momentos.


Cuando llegó a Florencia la enfermedad del tifo negro, el arzobispo Antonino vendió todo lo que tenía para conseguir ayudas para los enfermos, y se dedicó de día y de noche a asistir a los apestados.

Obró muchos milagros de curaciones y adquirió una gran fama de santo y obrador de milagros. Después cuando hubo una serie de terremotos, se dedicó con todas sus fuerzas y con todo su personal a llevar ayudas a los damnificados. El jefe civil y militar de Florencia, Cosme de Médicis, exclamaba: "Si nuestra ciudad no fue destruida, se debe en gran parte a los méritos y oraciones de nuestro Santo Arzobispo".

El pueblo florentino lo amaba mucho, y él defendió sus derechos aun contra el mismo Cosimo de Médicis, de quien era amigo. Humilde e ingenioso, celoso y bondadoso, el buen pastor se entregó de lleno a su grey hasta la víspera de su muerte, el 2 de mayo de 1459. Fue canonizado por Adriano VI el 31 de mayo de 1523. Que Dios nos conceda muchos obispos tan caritativos como este santo

José María Lorenzo Amelibia
Si quieres escribirme hazlo a: jmla@jet.es
Puedes solicitar mi amistad en Facebook pidiendo mi nombre Josemari Lorenzo Amelibia
Ver página web: http://web.jet.es/mistica
Volver arriba