Algo sobre el autismo
Enfermos y Debilidad
| José María Lorenzo Amelibia
Algo sobre el autismo
(Entra en mi mundo)
En la década de los setenta todavía pocos hablaban del trastorno autista. Recuerdo que por aquellos años un matrimonio de Bilbao se movió mucho cuando se encontró con el problema de su hijo que no lograba aprender hablar, a pesar de disfrutar de un oído sano. Fue el detonante en España para investigar a fondo en este tema. Hoy sabemos que cada cinco mil nacimientos se suele dar un caso de autista profundo, y que en la gestación algún cromosoma quedó alterado. No todos los pacientes de esta dolencia son iguales. Todos coinciden en una dificultad para la comunicación con sus semejantes, para hablar, aunque hay infinidad de grados.
En mi profesión de educador me ha correspondido ayudar a tres niños con esta deficiencia clara; pero fueron bastantes los niños con indicios de autismo menos preocupante. Unos muy inteligentes, otros de mente normal y otros de pocas luces. Me convencí entonces de que es necesario huir de tópicos como pensar que estos niños ni sienten ni padecen. Son muy sensibles y disfrutan, sobre todo, si su familia y educadores creen en ellos y los aprecian. Los médicos ya no gustan de llamar autismo a esta dolencia, porque al haber tantos grados, no les cuadra a todos la misma definición.
He conocido casos fáciles. Se mueven sin mayores problemas; no tienen ataques epilépticos, aunque no hablen mucho, cantan cada vez que se emocionan. Pero el ruido estridente les altera. Otros casos son más difíciles; no tratan con niños, y mientras el recreo pasean solitarios, sin pararse siquiera a ver cómo juegan sus compañeros. Aunque todos tienen más o menos alterada la capacidad de hablar, pero todos pueden ir aprendiendo a comunicarse, al menos a través de signos y hay que procurar que lo vayan haciendo de palabra. Que no se queden vagos de expresión. Es muy importante establecer una comunicación con ellos. Muchas veces les ocurre algo; no sabemos qué; pero sufren hasta que no lo descubrimos. Les gustan las rutinas; son como su libro de texto; y cualquier cambio les hace sentirse un poco perdidos.
Si se les educa convenientemente son sensibles a la idea religiosa, al cariño, a la belleza, al arte. Aunque de momento parezcan indiferentes, son todo lo contrario y saben mostrar su fe, su formación estética y su amor. Cuando en una casa hay algún problema de este tipo, no conviene aislarse. Se necesita ayuda de profesionales; con ello se consigue mejor calidad de vida para ellos. Dos direcciones por si acaso: Federación española de padres de autistas: www.fespau.es y Confederación de Autismo de España: www.autismoespana.com
José María Lorenzo Amelibia
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