Para ser feliz en la cuarta edad
En la cuarta edad, como en las anteriores, no faltan sufrimientos que hipotecan la felicidad. Pero en los últimos meses o años, los ancianos-as experimentan la felicidad que les proporciona su familia, la fe coherente, y, cómo no, la práctica de criterios y actitudes que ayudan “a ser feliz” y “a pesar de”….El artículo contiene sugerencias humanas con fórmulas breves. Posteriormente, los criterios que surgen de la fe coherente.
Tareas humanas que ayudarán para ser feliz.
En la cuarta etapa de la vida, toda persona mayor, abuelo o abuela, necesita cultivar los valores y virtudes de la madurez personal, tales como la definición ante su vida, concretar lo que debe y puede realizar, actualizar el conocimiento de sí mismo manteniendo una equilibrada autoestima, el aceptar su situación y profundizar en las motivación para vivir con dignidad. Tareas posibles para la cuarta edad:
-definir nuevamente, sin idealismos y con mucha humildad, la propia vida ante sí mismo. Definición que será diferente a las anteriores y que responderá a la situación actual;
-reestructurar con valor “razonable” las tareas y relaciones con un proyecto concreto y objetivo. Con sinceridad y realismo urge plantear cuanto el anciano pueda aspirar y recibir. Ni optimismo ni pesimismo, ni un idealismo irrealizable ni tampoco una actitud fatalista y resignada;
-olvidando lo que fue y lo mucho que dio a su familia, valorar con objetividad la historia sin pasar facturas, recogiendo con humildad los frutos sembrados y, con más humildad, olvidando las ingratitudes;
-siempre, utilizar la palabra “clave”: aceptación, que incluye valorar lo que se posee y rechaza quejas, peticiones imprudentes…Y las actitudes de resentimiento, irritabilidad y de rencor por no ser tratado-a como merecía y los demás debían;
-cultivar la bondad y la paz, con mucha paciencia, dominio del “mal carácter” y también con la necesaria prudencia;
-interiorizar nuevas motivaciones como el disfrutar de los nietos o enorgullecerse con los éxitos de los hijos. Y también el sentirse útiles ayudando económicamente a los que están necesitados. Desechar las contra-motivaciones de quien juzga que ya cumplió en esta vida, pues educó a los hijos que viven bien preocupados por el matrimonio de sus hijos;
-reencontrar, ampliar y profundizar nuevas tareas. Siempre los abuelos dan paz, amor y buenos consejos. “Casi” siempre, los hijos y nietos responden agradecidos y con desinterés. “Casi” siempre habrá oportunidad para distracciones que hagan placentera la vida;
-sin dramatizar, prever y “ver” como ordinario-normal, las enfermedades, las limitaciones personales y las complicaciones por sus enfermedades en la vida familiar;
-aunque parezca mentira y humillante, la persona mayor, necesita aprender y practicar una nueva conducta que se ajuste a las nuevas situaciones, limitaciones y posibilidades. Llegó la hora de obedecer a los hijos y de olvidar la autoridad que ejercieron en el pasado;
-ahora, olvidando el posible pasado autoritario, agresivo e intolerante, dar paso a la ternura, humildad, comprensión-compasión, tolerancia y flexibilidad que influirán en la paz y en la unidad a la familia;
-con infinita paciencia, superar y no agrandar los inevitables sufrimientos. Aprender el arte de saber sufrir como se debe; de aceptar y de no rechazar el dolor ordinario; de aminorar y no dramatizar; de moderar los deseos y esperanzas con una actitud serena, alegre y optimista en la adversidad. Y recordando que para sufrir menos, menos esperar;
-aprender hasta el final de la vida. Según posibilidades, leer libros y revistas de actualidad, asistir a charlas formativas, cursillos técnicos, cursos para personas mayores… A la experiencia del pasado, añadir nuevos conocimientos a la sabiduría del pasado;
-cuidar al “ hermano” cuerpo. Si fuera posible y para conseguir la serenidad, se pueden utilizar las técnicas de "relajación" como ejercicios de yoga o zen. También pueden considerarse como técnicas, una vida higiénica con distracciones, juegos y comidas con amigos, ejercicios físicos, sana alimentación, sueño suficiente.
Y junto a las sugerencias humanas, no puede faltar el influjo de la fe coherente, en los últimos años. Sobre todo en quien procuró vivir como creyente y practicante.
Tareas humanas que ayudarán para ser feliz.
En la cuarta etapa de la vida, toda persona mayor, abuelo o abuela, necesita cultivar los valores y virtudes de la madurez personal, tales como la definición ante su vida, concretar lo que debe y puede realizar, actualizar el conocimiento de sí mismo manteniendo una equilibrada autoestima, el aceptar su situación y profundizar en las motivación para vivir con dignidad. Tareas posibles para la cuarta edad:
-definir nuevamente, sin idealismos y con mucha humildad, la propia vida ante sí mismo. Definición que será diferente a las anteriores y que responderá a la situación actual;
-reestructurar con valor “razonable” las tareas y relaciones con un proyecto concreto y objetivo. Con sinceridad y realismo urge plantear cuanto el anciano pueda aspirar y recibir. Ni optimismo ni pesimismo, ni un idealismo irrealizable ni tampoco una actitud fatalista y resignada;
-olvidando lo que fue y lo mucho que dio a su familia, valorar con objetividad la historia sin pasar facturas, recogiendo con humildad los frutos sembrados y, con más humildad, olvidando las ingratitudes;
-siempre, utilizar la palabra “clave”: aceptación, que incluye valorar lo que se posee y rechaza quejas, peticiones imprudentes…Y las actitudes de resentimiento, irritabilidad y de rencor por no ser tratado-a como merecía y los demás debían;
-cultivar la bondad y la paz, con mucha paciencia, dominio del “mal carácter” y también con la necesaria prudencia;
-interiorizar nuevas motivaciones como el disfrutar de los nietos o enorgullecerse con los éxitos de los hijos. Y también el sentirse útiles ayudando económicamente a los que están necesitados. Desechar las contra-motivaciones de quien juzga que ya cumplió en esta vida, pues educó a los hijos que viven bien preocupados por el matrimonio de sus hijos;
-reencontrar, ampliar y profundizar nuevas tareas. Siempre los abuelos dan paz, amor y buenos consejos. “Casi” siempre, los hijos y nietos responden agradecidos y con desinterés. “Casi” siempre habrá oportunidad para distracciones que hagan placentera la vida;
-sin dramatizar, prever y “ver” como ordinario-normal, las enfermedades, las limitaciones personales y las complicaciones por sus enfermedades en la vida familiar;
-aunque parezca mentira y humillante, la persona mayor, necesita aprender y practicar una nueva conducta que se ajuste a las nuevas situaciones, limitaciones y posibilidades. Llegó la hora de obedecer a los hijos y de olvidar la autoridad que ejercieron en el pasado;
-ahora, olvidando el posible pasado autoritario, agresivo e intolerante, dar paso a la ternura, humildad, comprensión-compasión, tolerancia y flexibilidad que influirán en la paz y en la unidad a la familia;
-con infinita paciencia, superar y no agrandar los inevitables sufrimientos. Aprender el arte de saber sufrir como se debe; de aceptar y de no rechazar el dolor ordinario; de aminorar y no dramatizar; de moderar los deseos y esperanzas con una actitud serena, alegre y optimista en la adversidad. Y recordando que para sufrir menos, menos esperar;
-aprender hasta el final de la vida. Según posibilidades, leer libros y revistas de actualidad, asistir a charlas formativas, cursillos técnicos, cursos para personas mayores… A la experiencia del pasado, añadir nuevos conocimientos a la sabiduría del pasado;
-cuidar al “ hermano” cuerpo. Si fuera posible y para conseguir la serenidad, se pueden utilizar las técnicas de "relajación" como ejercicios de yoga o zen. También pueden considerarse como técnicas, una vida higiénica con distracciones, juegos y comidas con amigos, ejercicios físicos, sana alimentación, sueño suficiente.
Y junto a las sugerencias humanas, no puede faltar el influjo de la fe coherente, en los últimos años. Sobre todo en quien procuró vivir como creyente y practicante.