"No me permito el lujo de tener sueños", confiesa una persona sin hogar San Juan de Dios denuncia que proyectos vitales para los más vulnerables están paralizados por la pandemia
Todas y todos nos vemos arrastrados por la pandemia, pero las personas vulnerables son las primeras en sentir su impacto
Tres personas sin hogar del Albergue San Juan de Dios nos cuentan su proceso de recuperación
“Fuimos los primeros a los que echaron del trabajo, a los inmigrantes”, dice Isam, filólogo de 24 años de origen marroquí
“Fuimos los primeros a los que echaron del trabajo, a los inmigrantes”, dice Isam, filólogo de 24 años de origen marroquí
| San Juan de Dios
En el Albergue San Juan de Dios, durante la cuarentena, hubo más de 100 personas sin hogar, consideradas población especialmente vulnerable durante la pandemia, en situación de confinamiento.
Muchas de ellas estaban en un proceso avanzado de recuperación, truncado por la pandemia y el estado de alarma. Tres de estas personas nos han contado sus planes y experiencia durante los meses pasados. Todos tienen algo en común: quieren trabajar.
Isam es de Marruecos. Tiene 24 años y una licenciatura en Filología Hispánica, carrera que estudió porque “me encanta la cultura española”. Así que cuando finalizó decidió probar suerte en nuestro país, en el que encontró trabajo y llevaba una vida normal.
Cuando se declaró el estado de alarma por la pandemia, vivía en Málaga y trabajaba como camarero en un restaurante. “Fuimos los primeros a los que echaron del trabajo, a los inmigrantes”.
Y llegó a Madrid. Aquí le hablaron del Albergue San Juan de Dios. Este Centro para él es algo temporal, “un apoyo” para seguir buscando trabajo, que es lo más importante para él junto a su familia. Cuando le preguntas por sus sueños contesta que “no pienso en esos lujos”.
"Mi entorno sabe mi situación, pero no quiero ser una carga, quiero trabajar"
Fernando es español. Tiene 57 años y antes del estado de alarma tenía una vida normal. “Vivía en una habitación y trabajaba cuidando de un matrimonio y en una gestoría por horas”.
Pero al matrimonio le adjudicaron plaza en una residencia y se quedó sin la principal fuente de ingresos. Mantenía el trabajo en la gestoría cuando se declaró el estado de alarma y también perdió este trabajo. “Pedí la cita para tramitar el paro en agosto y tengo la cita el 27 de noviembre”.
“La gente que me importa sabe mi situación”. Su familia y sus amigos le ayudan como pueden. No quiere ser una carga para sus hijos, también en situaciones difíciles, ERTE y paro, pero no ha perdido su apoyo ni tampoco el de sus amigos, que cuentan con él como antes de esta situación.
Lo que quiere es encontrar trabajo. Ha ido a talleres de empleo, pero se está dando de bruces con una realidad muy dura: “para una persona de 57 años es imposible encontrar curro”. Ha probado en franquicias de comida rápida además de en logística, en la que tiene experiencia y por ahora no ha dado frutos.
“Pedí la cita para tramitar el paro en agosto y tengo la cita el 27 de noviembre”
Ve el Albergue como un apoyo para salir adelante y pide que no se estigmatice esta situación porque “me he dado cuenta de que hay muchas situaciones normales que pueden acabar en la calle, en la que creo que no sobreviviría”.
“Aproveché la cuarentena para seguir formándome”
Guille es de Perú. Tiene 43 años y quiere montar una empresa de climatización, ámbito en el que tiene 21 años de experiencia. Para él “España es como una segunda casa”. Al llegar el estado de alarma se suspendieron las prácticas que iba a realizar en una empresa ya que estaba finalizando el curso de Técnico de producción de calor y refrigeración. Al mismo tiempo trabajaba en diferentes puestos como construcción, técnico o limpieza para ganarse la vida.
Durante el estado de alarma el Albergue ha sido “mi casa y me permitió seguir estudiando”. Presentó las memorias que le pedían desde el curso de Técnico y acabó varias formaciones, entre ellas un curso de legionella. Todo relacionado con la profesión que ya desarrollaba en Perú. También lo considera algo temporal… ”Una especie de trampolín para rehacer mi vida”.
Albergue San Juan de Dios
Los centros que atienden personas sin hogar colapsaron durante el estado de alarma. El Albergue San Juan de Dios pasó de atender a más de 100 personas en media pensión a pensión completa. Seguir prestando una atención de calidad a los usuarios del dispositivo era una prioridad y adoptaron todos los protocolos de prevención y control de la infección establecidos por las autoridades. Además, las personas sin hogar acogidas disponían de toda la información y de las medidas preventivas para minimizar el riesgo de contagio por coronavirus.