Encabezada por Sor Lucía Caram, la comunidad se desvincula jurídicamente de la Federación Dominica de la Immaculada El convento de Santa Clara deja de ser de clausura para acoger a los más pobres
Las siete monjas de la comunidad de Santa Clara comparten vida con laicos, con quienes han construido en una zona del convento un banco de alimentos y un albergue para gente "sin techo", además de atender a personas con problemas de salud mental y organizar actividades para niños en la casa de la infancia
Caram, de 55 años y desde hace 27 en este convento, se inspiró al escuchar decir al Papa Francisco que "los conventos tienen que ser transformados para acoger a los más pobres". Con la crisis económica de 2008 la gente había comenzado a tocar la puerta del convento pidiendo comida y cada vez eran más
Con el beneplácito del Papa, el convento se acaba de independizar de la Federación, también con el objetivo de garantizar que la obra continúe."Nosotras somos muy pocas. Vemos cómo en España o Italia los monasterios se van cerrando y convirtiéndose en hoteles de lujo tras quedar en las manos de las federaciones"
Con el beneplácito del Papa, el convento se acaba de independizar de la Federación, también con el objetivo de garantizar que la obra continúe."Nosotras somos muy pocas. Vemos cómo en España o Italia los monasterios se van cerrando y convirtiéndose en hoteles de lujo tras quedar en las manos de las federaciones"
| RD/Agencias
La argentina Lucía Caram ha transformado el convento de Santa Clara, en Manresa (Barcelona), del que es priora, que deja de ser de clausura para estar al servicio de los más pobres a través de laicos, "adaptando el Evangelio" a "la sociedad post cristiana en la que estamos", dijo en entrevista a ANSA. Sigue un principio sencillo: "Nada puede anteponerse a la caridad". Los creyentes, subraya, "tenemos que ser creíbles. Si se han alejado es porque no somos creíbles".
Las siete monjas que residen en él comparten vida con laicos, con quienes han construido en una zona del convento un banco de alimentos y un albergue para gente "sin techo", además de atender a personas con problemas de salud mental y organizar actividades para niños en la casa de la infancia.
Las monjas, que han creado la Fundación del Convento de Santa Clara, siguen siendo una comunidad de vida contemplativa, pero no una comunidad de clausura. Caram, de 55 años y desde hace 27 en este convento, se inspiró al escuchar decir al Papa Francisco que "los conventos tienen que ser transformados para acoger a los más pobres".
Con la crisis económica de 2008 la gente había comenzado a tocar la puerta del convento pidiendo comida y cada vez eran más. Las monjas empezaron entonces a hacer recogida de alimentos y crearon en el convento un almacén como Banco de Alimentos con excedentes de empresas y donaciones de privados, y en la actualidad entregan lotes de comida dos veces al mes a 7.500 familias.
Al mismo tiempo, las siete monjas comenzaron a acoger en el convento a inmigrantes llegados de Ghana, Venezuela o Argentina, lo que las llevó a construir un albergue con capacidad para 23 personas. Siguieron entonces haciendo gestiones con los bancos por los departamentos que habían quedado vacíos por la crisis y, gracias a esto y a donaciones de empresas y particulares ya llevan construidas 34 viviendas para gente sin hogar, entre ellos muchos inmigrantes llegados de América Latina y Africa.
Un voluntariado implicado
Para sus proyectos, las monjas de Santa Clara cuentan con la ayuda de 250 voluntarios. Pero todas estas obras "eran un motivo de fricción" con la Federación de la Inmaculada de Monjas Dominicas, a la que el convento pertenece, desde donde les decían que "nuestro trabajo es solo la oración".
Pero, "¿quién ha dicho que para rezar hay que estar clausurado?", pregunta Caram, que entiende "la contemplación como contempla y acción". Sor Lucía considera que "hay que dar respuesta a esta situación de pobreza y exclusión social, e ir adaptando el Evangelio a la situación actual". Subraya que "estamos en una sociedad post cristiana" con "las iglesias vacías y muchos laicos que se implican en estos proyectos".
Con el beneplácito del Papa, el convento se acaba de independizar de la Federación, también con el objetivo de garantizar que la obra continúe."Nosotras somos muy pocas. Vemos cómo en España o Italia los monasterios se van cerrando y convirtiéndose en hoteles de lujo tras quedar en las manos de las federaciones". Tras haberse independizado, "vivimos a la intemperie, igual que vive la gente".
Ahora se han dado cinco años para concretar la forma jurídica del convento con el apoyo del cardenal Joan Josep Omella, arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE). Caram y sus compañeras se han sentido "muy acogidas por el Papa", que las ha recibido dos veces en el Vaticano y quien les dijo que "ahora nos sentiremos muy rejuvenecidas".
Dice sentirse "muy afortunada de tener un Papa cristiano: para él nada se antepone a la caridad y a los más pobres". Caram tiene la esperanza de que otros conventos "sean puestos al servicio de los más pobres a través de los laicos. No puede ser que estemos tan alejados de la realidad".
Sor Lucía no solo está en la realidad, sino que es muy activa en redes sociales y acaba de conseguir a través de Tik Tok cosas como una furgoneta que necesitaban para uno de sus proyectos. "En la Iglesia siempre ha habido una mala relación con los medios de comunicación. Tenemos el mejor producto y no lo sabemos vender", subraya Caram, autora de varios libros, entre ellos Mi claustro es el mundo (Plataforma, 2012).
Acérrima barcelonista, Caram, para quien "el Papa es el Messi de la Iglesia", responde a la pregunta sobre quién está peor, si la Iglesia o el Barcelona, diciendo: "Peor que el Barcelona no hay nada. En la Iglesia hay una esperanza: el Papa y Jesucristo".
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