Cátedra de Teología en la Universidad de Granada
Desde comienzos del actual curso académico, se viene hablando de una cátedra de teología que la Universidad de Granada, en colaboración con la Facultad de Teología de nuestra ciudad, ha instituido. Las reacciones a favor y en contra de este proyecto no se han hecho esperar.
Al ser dos instituciones las que intervienen en el proyecto, éste se puede plantear y gestionar de dos formas distintas. Puede ser un proyecto, dirigido por la Universidad de Granada, en el que colaboran profesores de la Facultad de Teología. O puede ser un proyecto, dirigido por la Facultad de Teología, que se realiza en la Universidad y se ve potenciado por la autoridad y el profesorado de la Universidad.
Es importante caer en la cuenta de la diferencia y de las consecuencias opuestas que se siguen según la solución que se le dé a la disyuntiva que acabo de plantear. Porque, si quien dirige el proyecto es la Universidad, no olvidemos que la Universidad es (y tiene que ser) una institución no-confesional, y será por eso un proyecto co-confesional. Mientras que si la dirección la tiene la Facultad de Teología, es evidente que la Facultad es (y tiene que ser) confesional-católica. Y por tanto la cátedra de teología tendrá que ser confesional-católica.
Así las cosas, lo peor que se puede hacer en un caso como éste, es andar buscando fórmulas de compromiso o posturas ambiguas. No digo que sea esto lo que se está haciendo en este caso. Lo que digo es que echar por ese camino de imprecisiones y ambigüedades, sería poner la primera piedra a un enorme edificio de conflictos y despropósitos. Ni en esta situación serviría de mucho echar mano de acuerdos firmados hace cuarenta años, entre los rectores de la Universidad y de la Facultad de Teología que había entonces. Lo importante ahora no es desarrollar aquellos acuerdos. Lo que importante en este momento es crear una cátedra que responda a las demandas actuales.
Y, sin duda, la demanda fundamental es que la Universidad ofrezca a su enorme y variado alumnado, y a la sociedad en general, un conocimiento competente de los saberes relacionados con el hecho religioso en sus múltiples manifestaciones, y en sus consecuencias para la sociedad y para los individuos. Como es lógico, si es que la Universidad quiere acometer esta tarea con las debidas garantías, debe contar con el competente profesorado que le ofrece la Facultad de Teología. Pero dejando claro, desde el primer momento, que la responsabilidad de lo que se enseña, en la cátedra de teología depende de la Universidad, no de la Facultad ni de los teólogos de ninguna confesión. Porque, si depende de la Facultad, por eso mismo dependerá también del Vaticano (Congregación para la Doctrina de la Fe). Con lo que se produciría la estrambótica situación de una Universidad española no-confesional que, en un sector de sus enseñanzas, depende de una institución confesional y, por tanto, autoritaria, o sea extra-científica, y para colmo radicada últimamente fuera de España.
Termino con una indicación concreta. Por si a alguien se le ha pasado por la cabeza, quiero dejar claro que yo nunca formaré parte en la cátedra, entre otras razones, porque mi avanzada edad ya no permite este tipo de actividades y compromisos.
Al ser dos instituciones las que intervienen en el proyecto, éste se puede plantear y gestionar de dos formas distintas. Puede ser un proyecto, dirigido por la Universidad de Granada, en el que colaboran profesores de la Facultad de Teología. O puede ser un proyecto, dirigido por la Facultad de Teología, que se realiza en la Universidad y se ve potenciado por la autoridad y el profesorado de la Universidad.
Es importante caer en la cuenta de la diferencia y de las consecuencias opuestas que se siguen según la solución que se le dé a la disyuntiva que acabo de plantear. Porque, si quien dirige el proyecto es la Universidad, no olvidemos que la Universidad es (y tiene que ser) una institución no-confesional, y será por eso un proyecto co-confesional. Mientras que si la dirección la tiene la Facultad de Teología, es evidente que la Facultad es (y tiene que ser) confesional-católica. Y por tanto la cátedra de teología tendrá que ser confesional-católica.
Así las cosas, lo peor que se puede hacer en un caso como éste, es andar buscando fórmulas de compromiso o posturas ambiguas. No digo que sea esto lo que se está haciendo en este caso. Lo que digo es que echar por ese camino de imprecisiones y ambigüedades, sería poner la primera piedra a un enorme edificio de conflictos y despropósitos. Ni en esta situación serviría de mucho echar mano de acuerdos firmados hace cuarenta años, entre los rectores de la Universidad y de la Facultad de Teología que había entonces. Lo importante ahora no es desarrollar aquellos acuerdos. Lo que importante en este momento es crear una cátedra que responda a las demandas actuales.
Y, sin duda, la demanda fundamental es que la Universidad ofrezca a su enorme y variado alumnado, y a la sociedad en general, un conocimiento competente de los saberes relacionados con el hecho religioso en sus múltiples manifestaciones, y en sus consecuencias para la sociedad y para los individuos. Como es lógico, si es que la Universidad quiere acometer esta tarea con las debidas garantías, debe contar con el competente profesorado que le ofrece la Facultad de Teología. Pero dejando claro, desde el primer momento, que la responsabilidad de lo que se enseña, en la cátedra de teología depende de la Universidad, no de la Facultad ni de los teólogos de ninguna confesión. Porque, si depende de la Facultad, por eso mismo dependerá también del Vaticano (Congregación para la Doctrina de la Fe). Con lo que se produciría la estrambótica situación de una Universidad española no-confesional que, en un sector de sus enseñanzas, depende de una institución confesional y, por tanto, autoritaria, o sea extra-científica, y para colmo radicada últimamente fuera de España.
Termino con una indicación concreta. Por si a alguien se le ha pasado por la cabeza, quiero dejar claro que yo nunca formaré parte en la cátedra, entre otras razones, porque mi avanzada edad ya no permite este tipo de actividades y compromisos.