Los benedictinos, comunidad benemérita, merecen nuestro apoyo y solidaridad La expulsión de los benedictinos del Valle de los Caídos.

Impidamos que destruyan este monumento único en Europa.

Parece que es inminente la expulsión de los benedictinos del Valle de los Caídos. Además de un error, sería un atropello. Pero, curiosamente, apenas hay voces que se levanten para protestar o defender a los benedictinos en esta situación tan complicada para ellos. Yo quiero levantar mi voz. La presencia de los benedictinos en el Valle, como en otros lugares donde están, es una bendición de Dios. Son hombres de paz y de bien, de oración y trabajo callado, que recuerdan a nuestra sociedad que hay una realidad transcendente y unos valores que nunca debiéramos abandonar por nuestro propio bien y que nos han conducido hasta aquí junto a muchos hombres de bien como estelas en el mar de las preguntas que todos nos hacemos. Los benedictinos construyeron Europa a partir del siglo V y a ellos les debemos gran parte de la belleza del culto y de la misma cultura que hoy nos identifica y nos ha conducido a ser lo que somos. No lo olvidemos.

Cuando en 1955 se optó por ofrecer la Abadía del Valle de los Caídos a la comunidad benedictina se pretendía realzar con ellos el culto litúrgico y promocionar la cultura en un lugar tan hermoso, aunque, desgraciadamente, hoy condicionado por sus connotaciones históricas asociadas al dictador. Los monjes benedictinos, fieles a su tradición, han logrado crear en el Valle un lugar muy significativo por su Abadía, su cuidado de la Basílica, su impresionante Escolanía y su Hospedería. Fue el mismo papa Pío XII quien emitió el 27 de mayo de 1958 el breve “Pontificio Stat Crux”, que erigía el monasterio en abadía. Veinte monjes, llegados de Silos, formaron la primera comunidad.

Que sí, que Franco fue un dictador, pero el Valle de los Caídos no lo es. Es un monumento digno de ser conocido y admirado por todos en su máximo esplendor.

Esta controvertida e ideológica "Ley de Memoria Democrática" pretende extinguir la Fundación Valle de los Caídos y sacar un decreto de expulsión de los benedictinos de la Abadía. Los benedictinos, con su valiente y preparado prior al frente, Santiago Cantera, han decidido resistir todo lo posible, aún sabiendo que es una batalla perdida de antemano ante el rodillo ideológico del poder. Resulta incomprensible para mí el silencio  de nuestras autoridades religiosas ante este acoso y derribo de la benemérita comunidad benedictina. El prior tiene la impresión de que la jerarquía eclesiástica ha claudicado ante el gobierno. Esto no es nuevo. Los consagrados casi nunca hemos sido defendidos por la jerarquía. Véase la Desamortización de Mendizábal que llegó a firmar el propio arzobispo de Toledo. Semejantes situaciones hemos vivido a propósito de la enseñanza católica en colegios de religiosos y con algunas inmatriculaciones fraudulentas del patrimonio de los consagrados, sobre todo de monjas, por parte, incluso, de algunos prelados. La historia se repite. A los religiosos se nos valoran cuando servimos y callamos.

El presidente del gobierno ya ha dicho que “la presencia de los benedictinos es incompatible con los valores  democráticos y constitucionales del Valle y con los nuevos fines del Valle”. Lo cual, dicho así,  demuestra un sectarismo enfermizo. Su voluntad de que no sigan ahí es inequívoca. ¿Por qué esta obsesión contra los benedictinos? Sin duda, es una venganza por la actitud radical y firme del prior en la exhumación de Franco, que casi llegó a provocar su detención. Los benedictinos no se van a quedar resignados ante lo que se les viene encima y van a entablar una batalla legal, judicial y mediática para defender sus derechos, porque algunos tienen. 

Me temo que la jerarquía española llegará a acuerdos con el gobierno, sin tener en cuenta a la comunidad benedictina, como ha sucedido en casos similares, para no perder privilegios en otros asuntos de interés, y no precisamente espirituales. Yo levanto mi voz, desde este pequeño rincón de mi blog  “Teselas” a favor de la comunidad benedictina a la que valoro mucho por su gran labor cultural y religiosa en la Abadía durante tantos años y que algunos ahora ignoran por intereses inconfesables. Ya me diréis si no va a suceder así en los próximos tiempos. Una “desamortización“ disfrazada con el visto bueno de nuestra jerarquía, donde los benedictinos serán los principales y únicos marginados.

¿Qué será de la Abadía del Valle en los próximos años? ¿Qué va  suponer para este gobierno “resignificar”? Ya lo estamos viendo en otras situaciones ante cruces populares de muchos lugares que han arrancado y llevado a un vertedero sin la mínima consideración ni respeto. Confío en que no conviertan ese hermoso lugar, de los arquitectos Diego Méndez y Pedro Muguruza, en el museo de los horrores. La cruz con 150 metros de alta y 47 metros en cada uno de los brazos es una obra imponente y majestuosa, que impresiona a quienes acceden a su base donde la sostienen las figuras gigantescas de los cuatro evangelistas. Un monumento único en toda Europa que atrae a miles de visitantes cada año. Impresiona también la Piedad de Juan de Ávalos que corona la entrada de la basílica. En estos días se ha oído la propuesta-amenaza de Unidas Podemos de demoler la Cruz, como hicieron los talibanes con las estatuas de Buda en Afganistán, por considerarlo una ofensa al Islam. Un patrimonio cultural universal que fue dinamitado sin ningún reparo por los fanáticos. ¿Esto mismo quieren hacer los de Unidas Podemos con la Cruz? Sería un disparate imperdonable que nos haría ser el hazmereir del mundo. Estoy seguro de que la sensatez de los españoles lo impedirá. Pero, visto lo visto, no apuesto nada. Nos han tocado tiempos políticos de vuelo bajo y, si Dios no lo remedia, seguiremos bajando aún más.

Pido a todos los amantes del arte y de la belleza que levanten su voz contra la expulsión de los benedictinos del Valle y a nuestras jerarquías que defiendan a la comunidad benedictina a la que tanto debemos aquí y en toda Europa.

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