En la vida tenemos muchas cosas en común y una de ellas es el dolor, por eso hoy quiero sentarme contigo María Magdalena y preguntarte ¿Cómo estás? Quiero que unamos nuestras lágrimas y hagamos de nuestro dolor una plegaria, hagamos de una experiencia cotidiana la posibilidad de acercarnos a otras mujeres y con ellas a Dios.

Te cuento algunos de los motivos que me han impresionado en los últimos días, pues ante las lágrimas y el dolor, solo me queda la esperanza de que el mismo Jesús, viene a ocuparse de nosotras 1Pd 5,7.

Pues bien, María Magdalena, cuando recordamos ese momento en que tu dolor fue atendido por Jesús: —Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Jn 20,15, nos unimos al dolor de las siguientes mujeres:

·         Mujer, ¿por qué lloras? Porque mi tío está muy enfermo en la clínica. ¿Qué quieres? Estar con él.

·         Mujer, ¿por qué lloras? Porque mi mamá tiene cáncer y está sufriendo mucho. ¿Qué buscas? Regalarle un poquito de bienestar, ayudarla, que desde la distancia sienta la compañía.

·         Mujer, ¿por qué lloras? Porque mi hijo se entregó y estará recluido por un año. ¿Qué buscas? Que él esté bien, pero lo extraño.

·         Mujer, ¿por qué lloras? Porque he discutido con mi hijo, no sé en qué fallé como mamá. ¿Qué buscas? Respeto.

·         Mujer, ¿por qué lloras? Porque mi hijo está en las drogas y mi nieta quiere quitarse la vida. ¿Qué buscas? Lo mejor para ellos.

Dios protege a todos los que confían en su benevolencia. No da la garantía de una vida sin sufrimiento ni opresión, pero podemos encontrar, incluso en los momentos más oscuros de nuestra vida, consuelo y fortaleza para afrontarlos. Devocional 2024. p72

Vecina, cuñada, hermana, mamá, amiga, mujer… ¿Por qué lloras?