Distensión, un bocadillo de 770 metros de largo



Una noticia distendida, en contraste con la fuerte crispación actual en Cataluña y en España.

Un bocadillo superlativo, descomunal, ha puesto de manifiesto la capacidad para desconcertar que tiene la ciudad que lo ha puesto en la calle, Huelva. El suceso no es inmediato, sucedió hace ya días, pero fuera de Huelva lo que importa es el hecho, el sentido de la anécdota, no tanto la fecha.

770 metros de bocadillo
El hecho es que Huelva ha puesto en la calle Concepción un bocadillo de 770 metros de largo, casi un kilómetro, la extensión de la calle más céntrica de la ciudad, para los que la recuerdan mal o no la conocen, desde la misma Iglesia de la Concepción hasta el lugar denominado El Punto.

Todos los datos que envuelven este hecho desbordan a la imaginación más exaltada, más calenturienta. A lo largo de toda la calle se puso una alargadísima mesa gigante, una tirajala de mesa, desde un extremo al otro de la calle. Sobre ella, cubierta con limpios manteles de papel, se pusieron todos los instrumentos de la hazaña culinaria y callejera. Se emplearon en ella 1.000 barras de pan, 42 jamones de la tierra -traídos exprofeso desde la Sierra de Huelva- y cantidades proporcionales de tomate y aceite de una acreditada cooperativa también de la tierra, Olibeas.

La iniciativa ha estado puesta en marcha y realizada por una Asociación de Calles y la Federación de Empresarios, contando con múltiple colaboración popular de todos los estamentos. Uno de los organizadores comentaba en Huelva Información: "Esto es una locura. No sólo es el bocadillo mas largo sino es el más bueno, porque es el mejor jamón que hay en el mundo".

Motivación altruista
Este hecho merece atención, además de por ser curioso e insólito, por ser una manifestación hermosa de altruismo. Los consumidores que agotaron pronto el descomunal bocadillo, al retirar su pieza, introducían algún dinero en unas huchas preparadas al efecto. El resultado de esta macro-colecta estaba destinado a "Érase una vez", una Asociación local que se orienta realizar los sueños de los niños enfermos. Todo el inmenso despliegue se dirigía así a un objetivo benéfico. 150 voluntarios colaboraron además desinteresadamente en hacer todo lo necesario para convertir en realidad el ambicioso proyecto. Otro de los organizadores comentaba: "Aquí, en una cuna del jamón ibérico, que se haga un acto solidario con el producto estrella de nuestra gastronomía creo que es un placer para los sentidos".

Sin ser ingenuos, hay que contar también con que la gente es siempre novelera, tanto los organizadores como los participantes, curiosos y consumidores. Había el expreso prurito de llegar al exceso, de conseguir salir en el guiness. Y había también una intencionalidad interesada. La Asociación de Calles pretendía traer gente al centro de la ciudad, para facilitar así el comercio urbano: "poner toda Huelva en la calle es una manera de potenciar el comercio del centro", comentaba otro organizador.

Pero todo era contando con la colaboración de los voluntarios y orientado hacia una causa solidaria y altruista. En un momento crispado del país, cuando los intereses grupales hacen imposible la colaboración y están conduciendo España a un precipicio tan difícil de superar, viene bien centrar la atención en este hecho solidario, manifestativo de que la buena voluntad y el desinterés siguen funcionando y pueden convertir en realidad un bocadillos de 779 metros de largo.
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