Quería reflexionar junto a vosotr@s la necesidad de seguir manteniendo la esperanza por un mundo más justo en el que Dios más que nunca, se está haciendo presente en este momento que vivimos. Creo que ambas cosas van vinculadas: justicia = Dios.
Existe una injusticia y desigualdad cada vez más progresiva, cuyas consecuencias están derivando en una pobreza más severa, llegando hasta una exclusión social de personas que disfrutaban de una cierta calidad de vida. Pienso que este es uno de los muchos desafíos que el cristiano tiene por delante, puesto que es bastante difícil separar lo moral de lo teologal. No podemos permanecer insensibles ante tanta injusticia como está aconteciendo, convirtiendo en verdaderas victimas a quienes tendríamos que sentir como herman@s.
Todos somos conscientes de la cada vez más acusada diferencia no solo entre países, sino dentro del nuestro propio, con un notable aumento de paro, constantes desahucios, problemas familiares derivados en separaciones o incluso maltrato…demasiado sufrimiento acumulado sobre las personas que lo padecen y que no nos pueden pasar desapercibidas, constituyendo un desafío para quienes intentamos trabajar por un mundo más justo y cuyo reto es descubrir la verdadera luz a través de la fe junto a un compromiso cristiano.