El día 17 celebrábamos el día de la pobreza. Parece que este año cada día tenemos algo tan penoso como esto que celebrar. La palabra “celebrar” no es en el sentido que todos conocemos, sino más bien “recordar”, ser conscientes del momento en el que nos encontramos.
Hace unos días compartía con una familia una taza de café. Era una familia de clase media, como tantas otras que existían en nuestro país, y hablo en pasado porque lo que llamábamos clase media, está pasando a mejor vida…
Los dos se encuentran en paro desde hace algo más de un año, con dos niños de 6 y 10 años que como cualquier padre de familia, intentaba darles lo mejor. Ahora se ven obligados a recoger comida en la puerta de un supermercado. Y es que aunque parezca mentira, en España se siguen tirando 50.000 toneladas de alimentos frescos. Según las leyes actuales, no pueden donarse ni distribuir a las personas sin recursos porque las entidades no cuentan con las infraestructuras necesarias para su mantenimiento. Sin embargo, los dueños de los establecimientos, no ponen trabas para su reparto. Esto pasa en España, pero en Grecia, como todos sabemos, están vendiendo a precio inferior los alimentos caducados. Ahora España está a punto de pedir un nuevo rescate, ¿Qué va a pasar con nosotros? ¿Vamos a poder seguir resistiendo? Ya hay casi dos millones de familias españolas con todos sus miembros en paro y aunque España es un país solidario, pero todavía pensamos en singular y se oyen frases como estas: “Pobres… pero mientras no me toque a mí…” no amigos, no podemos seguir por este camino, tenemos que desechar este tipo de pensamientos. No tengamos la fe y la esperanza puesta en los políticos porque si el pueblo, si tú y yo no nos movemos, nadie va a llamar a tu puerta para ofrecerte un caldo caliente cuando tienes hambre… 50.000 toneladas darían de comer a más de 40.000 familias…
Empecemos cada uno en la medida de nuestras posibilidades a intentar poner nuestro granito allá donde nos encontremos.