Un santo para cada día: 22 de junio Sto. Tomás Moro (patrón de los políticos y gobernantes)
Tomás Moro será siempre ese hombre que, frente a todas las presiones de los poderosos, escogió cumplir con su deber y ser fiel a su conciencia
Estamos ante un personaje singular que mantuvo su dignidad en unos tiempos exigentes, porque estaba dotado de unos valores humanos y religiosos por encima de lo normal. Cuando el rey a quien servía le puso a prueba, él prefirió seguir la voz de la conciencia y mantenerse firme frente al Consejo de Estado de la nación, sabiendo que ello iba a tener como precio verter su propia sangre. Tomás Moro será siempre ese hombre que, frente a todas las presiones de los poderosos, escogió cumplir con su deber y ser fiel a su conciencia.
Tomas había nacido en Londres un 7 de febrero de 1478, fue el hijo mayor del matrimonio entre el jurista John More y Agnes Graunger. Tal como correspondía a la familia de su rango tuvo una esmerada educación, destinada a seguir los pasos de su padre, acabando por ingresar en el colegio de abogados en 1501. Cuatro años más tarde se casó con Jane Colt con la que tendría cuatro hijos, siendo la primogénita Margaret por la que sentiría una especial predilección. Muerta su esposa a los cinco años de casarse, volvió a contraer matrimonio con Alice Middleton, con la que tendría varios hijos, llegando a ser un gran señor admirado y respetado y sobre todo un hombre cultísimo, experto en leyes, humanista, filósofo, estadista y escritor, autor de esa joya literaria titulada “La Utopía”. Aún con todo, la vida de este gran hombre hay que centrarla en los servicios prestados en la corte de Enrique VIII de Inglaterra, llegando a alcanzar el alto cargo de Canciller.
En 1517 vemos ya a Moro trabajando para el rey Enrique VIII como miembro del Consejo Real, al que se le confiaban misiones diplomáticas en países europeos. Como ambos compartían un gran amor por las humanidades no tardó en surgir entre ellos una buena relación amistosa. En1520 los vastos conocimientos del gran humanista fueron de gran utilidad al rey, que por aquel entonces estaba escribiendo una obra teológica titulada “En defensa de los siete sacramentos”. Su apreciada colaboración fue recompensada con favores y cargos muy estimables. Los nombramientos fueron sucediéndose, hasta que en 1529 llegaba a ser designado Lord Canciller, siendo después de mucho tiempo, el primer laico que ostentara este cargo.
La valoración que se puede hacer de la actuación de Moro como Canciller, sobre todo en lo que se refiere al trato dispensado a los protestantes, es algo que está sometido a una crítica rigurosa. ¿Se comportó Moro como cabía esperar de un humanista como él? En cualquier caso, cabe decir que siempre es arriesgado juzgar los comportamientos de ayer con los criterios de hoy. Por ironías del destino el habría de pasar también por ese trance.
Enrique VIII había tomado la determinación de repudiar a Catalina de Aragón para casarse con Ana Bolena y después de haber sido condenado por Roma, a toda costa quería obtener el beneplácito de su Canciller, pero el Canciller no estaba por esas y se negó a dar su consentimiento y a prestar el juramento antipapista en favor del rey como cabeza suprema de la Iglesia de Inglaterra, ello supuso que fuera encarcelado en la Torre de Londres. Posteriormente fue juzgado y condenado a muerte por alta traición; de nada iban a servir que el papa y Carlos V intercedieran para que la condena a la pena capital fuera conmutada por otra. Tomás Moro era decapitado en Ower Hill el 6 de Julio de 1535, después de haberse despedido con estas palabras: “Muero siendo el buen servidor del rey, pero de Dios primero”.
Reflexión desde el contexto actual:
Santo Tomás Moro ha sido declarado patrono de los políticos y los gobernantes. De él son estas palabras: “El hombre no puede ser separado de Dios, ni la política de la moral”. Con la autoridad que le confiere el haber dado la vida por sus convicciones es por lo que puede dirigirse a ellos con toda la autoridad del mundo, para decirles que por encima de la voluntad de los hombres y de los parlamentos está la voluntad de Dios. Este mártir de la política lo fue porque antepuso la honradez y la decencia al oportunismo, porque quiso ser fiel a Dios antes que a los hombres ¿No es esto ciertamente lo que cabe esperar de unos políticos que se autoproclaman creyentes o esto lo hacen para conseguir votos?