Un santo para cada día: 7 de octubre La Virgen del Rosario. “Cantemos, Señora, tu dulce regalo, guirnaldas de lirios del jardín de Dios”
Las cuentas del rosario se iban desgranando lentamente y pareciera como que la paz y la bendición de Dios entraran en los hogares para quedarse
Corría el siglo XIII y la Virgen María era saludada como la Madre de Dios, pero a partir de ahora iba a serlo también como Reina del Santo Rosario. Por aquel entonces, según nos cuentan los historiadores, en el Sur de Francia se encontraba Domingo de Guzmán, el futuro fundador de la Orden de predicadores, combatiendo a los albigenses, que negaban la maternidad divina. Un día un tanto desazonado por los exiguos resultados obtenidos, orando en la capilla del convento de Prouille, le pedía a Ntra. Señora que le echara una mano. Fue entonces cuando la Virgen se le mostró con un rosario en los dedos, indicándole como había que rezarlo, al tiempo que le encargaba encarecidamente su difusión por todo el mundo, pues a través de él se derramarían abundantes gracias y muchos se convertirían. Domingo así se lo comunicó a Simón de Montfort, general de los ejércitos cristianos, quien ordenó su rezó entre las tropas antes de iniciar la batalla de Muret, que ganaría con una aplastante victoria, por lo que en prueba de agradecimiento mandó. construir una capilla dedicada a Ntra. Señora del Rosario. Este sería el primer paso en la difusión de esta hermosa devoción, que se iría extendiendo a medida que fuera tomando fuerza la orden dominicana. En poco tiempo el rosario pasó a ser en muchos sectores de la cristiandad la oración predilecta, los papas la favorecían y otorgaban indulgencias y los misioneros habrían de ser sus embajadores también en América.
En 1470 el dominico P. Alain de la Roche funda una cofradía con el fin de difundir la devoción al Sto. Rosario que alcanza una gran popularidad y es motivo para que se difunda esta práctica piadosa. Posteriormente, en 1475, otro dominico, el prior del convento de Colonia crea la Cofradía del Rosario, cuyo ejemplo es seguido en otros conventos de la orden de los dominicos, que son los que se constituyen como los paladines de este piadoso ejercicio, pasando a ser el rezo del santo rosario un integrante de la espiritualidad dominicana. Esta práctica había de tener su culminación en un hecho memorable. Los turcos amenazaban con invadir a Italia y poner en serios peligros a la cristiandad; el papa Pio V, gran devoto del rezo del santo rosario, consciente de esta amenaza, alentó a los príncipes cristianos y pudo disponer de un ejército que salió a su encuentro, teniendo lugar la famosa batalla de Lepanto, el 7 de octubre de 1571 en la que se pudo obtener una sonada victoria, debido, según sentir generalizado, a la intervención de Ntra. Señora del Rosario.
No solo los dominicos pasan por ser fervorosos entusiastas del santo rosario, también lo fueron religiosos de distintas órdenes, congregaciones, sacerdotes y seglares. Entre los devotos a esta práctica piadosa cabe recordar a S. Ignacio de Loyola, S. Alfonso Mª de Ligorio, S. Juan Pablo II, el papa Francisco, etc. Muchos son los hombres y mujeres que han venido dando muestras de ser fervorosos hijos de Ntra. Señora del Sto. Rosario. Gregorio XIII fue quien autorizó esta festividad a las cofradías, siendo Clemente XI el que la extendió a la Iglesia universal. El rezo del Santo Rosario ha sido así mismo recomendado afectuosamente por la Reina de los cielos en sus apariciones tanto en Lourdes como en Fátima.
Esta entrañable festividad, hasta el año el 1931 venía celebrándose en el primer domingo de octubre, pero a partir de entonces pasó a celebrarse el día 7 de este mismo mes. En 1960 se produjo el último cambio en el calendario litúrgico y en lugar de llamarse “Fiesta del santísimo rosario” pasó a llamarse festividad de “Nuestra Señora del Rosario “, que es como se la conoce hoy día. No podíamos acabar este breve recordatorio sin hacer mención del padre Peyton, el “Apóstol del Rosario” de los tiempos actuales, que llevó esta devoción a millones de corazones y hogares a través de las ondas sonoras de la radio, entre los que se encontraban estrellas de Hollywood como Bing Crosby, Loretta Young o Gregory Peck. Este gran comunicador del Siglo XX fue capaz de concentrar en torno al lema “la familia que reza unida permanece unida”, una masa ingente de personas, como lo fue la concentración de Barcelona en el año 1965. Son tiempos pasados, sí, pero Nuestra Señora es todavía y ha de seguir siendo la Reina por excelencia del Rosario, palabra dulce donde las haya, que ha de traducirse como perfumado salterio de rosas.
Reflexión desde el contexto actual:
Hoy, que vivimos la desafección de la vida familiar y ni siquiera los miembros que la componen se reúnen para comer juntos, se echa de menos el maridaje existente en otros tiempos entre rosario y unión familiar. Los sudores y las lágrimas, los triunfos y las alegrías se compartían entre todos y el calor de la familia se hacía sentir de modo especial cuando todos juntos rezaban a la Madre del Cielo. Las cuentas del rosario se iban desgranando lentamente y pareciera como que la paz y la bendición de Dios entraran en los hogares para quedarse.