Entrevista realizada al P. Martin Lenk*, S.J., Provincial de los jesuitas en las Antillas. El amanecer de una nueva realidad provincial
"No estamos llamados a buscar lo más fácil sino ir a ese lugar donde sintamos, como cuerpo apostólico, que hay más demanda de nuestra presencia
"Necesitamos potenciar este espíritu misionero que a los jesuitas nos va hacer un gran bien"
"Un llamado constante a ir a las fronteras, no solo como la frontera imaginaria entre dos países, sino también como márgenes sociales, culturales e intelectuales."
"Un llamado constante a ir a las fronteras, no solo como la frontera imaginaria entre dos países, sino también como márgenes sociales, culturales e intelectuales."
Julio Pernús corresponsal en República Dominicana
Hoy, cuando el horizonte ignaciano anuncia el nacimiento de una nueva provincia jesuita, conversamos con el P. Martin S.J., provincial de Las Antillas, sobre un acontecimiento que, según él mismo definió, está llamado a potenciar el espíritu misionero de la Compañía en el Caribe.
JP- ¿Qué es un provincial?
ML: A nivel mundial, desde que se creó la Compañía de Jesús al igual que otras congregaciones fundadas en la época, su cuerpo apostólico vio la necesidad de dividir su accionar pues había jesuitas que estaban de misión en diferentes lugares del mundo. Por ejemplo, San Ignacio, en el siglo XVI, envió a san Francisco Javier a la India y lo nombró provincial encargado de esa región, fundando así una de las primeras provincias de la Compañía de Jesús. Lo mismo sucedió en otras partes del mundo, dígase: España, Italia, Alemania, Francia. La Compañía de Jesús viendo esa realidad de universalidad y su presencia en 112 países, decide organizarse por provincias para poder dar una atención adecuada a cada contexto.
Con el propósito de hacer tangible esa organización se creó la provincia de las Antillas, compuesta por los países de República Dominicana, Cuba y la ciudad de Miami en Estados Unidos que fue forma parte de la misma provincia por razones históricas, ya que los jesuitas que fundaron varias obras de la Compañía en Miami llegaron desde Cuba. De ahí se desprende que estemos unificados de esa manera. Entonces, el provincial es el encargado de las comunidades y obras de la Compañía de Jesús en la provincia. Las tareas son básicamente dos: la cura personal, definida como la atención de las personas, sobre todo de los jesuitas que trabajan en la provincia. Tenemos 110 jesuitas que pertenecen a la provincia de las Antillas. Mi responsabilidad es ocuparme de ellos para que estén bien. La otra tarea es la cura apostólica, es decir, preocuparme por los trabajos que realiza la Compañía en las diferentes realidades provinciales. Contamos con más de 60 obras diferentes en las zonas antes mencionadas y eso requiere darle un seguimiento. Por supuesto, el provincial es el último responsable, pero cada uno de los implicados tiene sus tareas bien definidas y es el primero en preocuparse por llevarlas adelante.
Martin, como provincial usted es un símbolo viviente de la universalidad de la Compañía, porque nació en Alemania. ¿Puede contarnos un poco de su historia y cómo llegó a las Antillas?
ML: Fíjate que yo nací en Alemania, pero –entre risas– “renací en el Cibao”. Soy nacido cerca de Frankfurt y terminando el bachillerato, muy joven, sentí la vocación de querer ser sacerdote y entré en el seminario diocesano. Esa institución religiosa de mi país tenía la costumbre de enviar en algún momento a los estudiantes a otros seminarios, podía ser en la misma Alemania o a otros lugares del mundo. Yo llegué gracias a esa experiencia en el año '82 –hace 41 años– a Santo Domingo, donde pasé un año escolar y me enamoré de esta tierra: su gente, el mar Caribe, el plátano, la alegría. Por eso pedí al ordenarme sacerdote que me mandarán a República Dominicana. Pero como los tiempos de Dios son inéditos, duré siete años ejerciendo el sacerdocio en mi tierra natal hasta que me enviaron nuevamente a Quisqueya.
Estando en República Dominicana renace mi amor por la Compañía de Jesús con la que había estudiado en diferentes niveles de formación y tomé de nuevo contacto con los jesuitas a través de las obras de Fe y Alegría. La alegría interior que me produjo rencontarrme con el carisma ignaciano me llevó a un discernimiento y a pedirles que me admitieran como parte de la Compañía de Jesús. La aprobación me llegó a finales del siglo pasado, en el año 1999. Fue así como entré en la provincia Antillas, claro no pensé que un día el padre General me iba a nombrar provincial aquí.
Usted se refería como parte de la provincia Antillas a Dominicana, Cuba y Miami. Puede causar curiosidad a los que lean o escuchen esta entrevista por qué Haití no pertenece a la provincia.
ML: Haití pertenece por un modelo histórico y lingüístico a la provincia de Canadá, pero dentro de la provincia tiene una cierta autonomía; por ejemplo, Haití tiene su propio novicado y claro que estamos haciendo también muchas cosas en común en el Caribe.
Para ilustrar lo que digo con ejemplos concretos, ahora mismo tenemos en Santo Domingo 10 estudiantes de Haití que estudian Filosofía con nosotros y el superior de la casa es un jesuita haitiano. Hay bastantes vocaciones a la vida religiosa en Haití y tenemos una fuerte presencia de la espiritualidad ignaciana en ese país.
Dentro de muy poco no seremos solamente una provincia constituida por dos países y una ciudad de los Estados Unidos. Sabemos que ahora se va ampliar la provincia de las Antillas. ¿A qué se debe eso y cuáles serían los países que van a formar parte de esta nueva provincia?
ML: El Caribe tiene una situación muy particular, fíjense que muchas instituciones a la hora de presentarse deben decir: América Latina y el Caribe. Porque entendemos que somos un poquito latinoamericanos, pero también somos algo diferentes al resto de los países de la región.
El Caribe es muy diverso, incluso su diversidad es más palpable que otras regiones de América Latina. Esta situación podemos verla con más claridad cuando comprendemos que fueron diferentes poderes europeos los que colonizaron la región, gracias a Dios eso es una historia pasada y hoy nos referimos a nuestra zona como países independientes. Esa colonización dejó toda una diversidad lingüística con países que pueden hablar francés y creole, otros de habla inglesa como Jamaica y Pequeñas Antillas que hablan hasta holandés. Por supuesto, a eso le podemos sumar las Antillas Mayores que hablan español.
Esta realidad que describo se ha reflejado también en la Compañía de Jesús, donde tenemos una variedad de afiliaciones y obras trabajando en el Caribe. Eso ha hecho pensar en un proceso de restructuración y ahora los jesuitas que trabajan en los países de habla inglesa y la provincia de las Antillas nos vamos a unir en la nueva Provincia del Caribe.
El día que hemos escogido para comenzar con la nueva provincia es el 31 de julio, día de la fiesta de San Ignacio. Como el 31 cae lunes, el día 30, domingo, celebraremos unidos como familia ignaciana en la vigilia el amanecer de esta nueva realidad provincial.
En resumen, ahora seríamos la vieja provincia de las Antillas conformada por Cuba, República Dominicana y Miami y además estaríamos agregando a la región de Guyana y Jamaica. Es interesante puntualizar que hay comunidades jesuitas en estos dos lugares, Guyana y Jamaica, pero también dar a conocer que los jesuitas de habla inglesa están realizando actividades en otros países como Trinidad y Tobago. No con una presencia establecida, sino a través de acciones vinculadas a lugares de espiritualidad ignaciana, por eso hemos preferido hablar de la nueva sección del “Caribe anglo-parlante”.
JP- Este cambio que usted ha referido implica una dinámica fuerte, pues se habla de introducir otro idioma en la provincia.
ML: Sí, somos un poco peculiares, pero fíjate que Miami pertenece a nuestra provincia y aunque uno se defiende bastante bien con el español, en Miami el idioma oficial es el inglés, por lo tanto, sabemos que no es tan nuevo para nosotros contar con otro idioma en la provincia. También considero que es uno de los signos de nuestro tiempo la diversidad cultural, pues hablamos en la época de las redes de comunicación. Nosotros, dentro de la Compañía, vivimos en ese sentido enredados en muchas redes y eso nos ha enseñado como Iglesia y vida religiosa que no podemos ser solamente de un lugar, sino que lo que sucede en un país también puede afectar a otros, es uno de los elementos indudables de la globalización.
Para las Antillas Mayores (Cuba - República Dominicana), a veces sentimos que los países de habla inglesa están muy lejos y quizás no sabemos geográficamente dónde están, pero, sin embargo, esos países están muy cerca y aunque tengamos un idioma diferente, creo que será como un gran regalo para la familia ignaciana el tener un horizonte más amplio.
Cuando se fundó la Compañía de Jesús en el siglo XVI la gente decía: para qué si ya tenemos una fuerte iglesia diocesana. La respuesta de sus fundadores fue que hemos sido creados para ir a los lugares donde otros no quieren o no pueden estar. Un llamado constante a ir a las fronteras, no solo como la frontera imaginaria entre dos países, sino también como márgenes sociales, culturales e intelectuales. Por eso la Compañía se dedica mucho a la enseñanza y a estar en los lugares donde cuesta trabajo permanecer.
La vocación, según San Ignacio de Loyola, es estar dispuesto a recorrer el mundo entero para anunciar el evangelio. Con sinceridad, creo que necesitamos potenciar este espíritu misionero que a los jesuitas nos va hacer un gran bien, pues no estamos llamados a buscar lo más fácil sino ir a ese lugar donde sintamos, como cuerpo apostólico, que hay más demanda de nuestra presencia.
* Esta entrevista es una edición especial realizada por Julio Pernús con información del podcast Variedades Ignacianas de la emisora Radio Marién de Dajabón. La misma es un trabajo en colaboración con el P. Aquiles Ozuna S.J. y Massiel Urbáez, sus protagonistas. Puede ver la entrevista completa en el siguiente enlace: https://youtu.be/fslMCT8c_OY