Denunciamos que importancia de familia ha disminuido acarreando moral permisiva en nuestra sociedad.

Domingo de la Sagrada Familia,


Mateo 2, 13-15. 19-23. Domingo Año A. 1° se enero de 2017.

El Evangelio nos hace reflexionar acerca de los padres de familia y su responsabilidad.

"José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre y se retiró a Egipto". Esta Palabra muestra la misión de San José como padre de Jesús. También,la grave responsabilidad y problemas, con sufrimientos, que esta misión le trajo.Ya,desde el comienzo, debió huir con María,su esposa,y el niño,de la persecución de Herodes.Tuvo que exiliarse con su familia.Vivir en un país extraño, con todas las dificultades y penas que eso significa.La Iglesia llama al exilio "muerte civil". José tuvo que defender a su esposa y a su hijo, poniendo el precio de su seguridad, y aún el riesgo de su propia vida.
Mucho hemos hablado del "fiat"de María: hágase en mí tu voluntad".Eso ha estado muy bien.Pero, sin minimizar nada de lo valioso de la Purísima e Inmaculada,no podemos dejar de hablar del "fiat" de José, cuando el Ángel le habló en sueños (lo hemos hecho en otras oportunidades): "Con esto, al despertarse José, hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado y recibió en su casa a María como su esposa". Todo esto sucedió, después de muchas dudas, pues, María, "antes de que vivieran juntos, quedó esperando por obra del Espíritu Santo".Esto lo digo al pasar, saliendo un poco de lo central de Evangelio de hoy, pues José, para mí, es un gran santo, y me gustaría, algún día, hablar más sobre él. El Evangelio habla poco de José.

Pero sigamos, mirando el Evangelio, viendo o contemplando la responsabilidad de los papás de Jesús.

Lo dicho anteriormente es un real cuestionamiento para tantos hombres: papás. Cuestiona a muchos sobre su responsabilidad y sobre el tonto machismo arraigado en más de algún papá de nuestros tiempos.
Muchas veces hemos podido constatar, cómo muchos "hombres" o "varones", en la práctica, dejan únicamente a su mujer,la misión de velar y de educar a los hijos: como que la mujer es la "funcionara" de esas cosas. Que esto, que estamos señalando, tampoco,hoy día, nos lleve al otro extremo, de un mal entendido feminismo, porque, en verdad, hoy día, estamos siendo testigos, a veces, de un desequilibrio y una exageración feminista: de una mujer que abandona su rol en el hogar, buscando una mal llamada "realizaciòn personal". Si hoy levantamos a José es para decir que la responsabilidad es paterna y no sólo materna. Estamos combatiendo el machismo: no más, en los colegios y escuelas, en las parroquias y preparación a los sacramentos de los hijos, convertidos en meros "centros de madres". La educación, y la educación y crecimiento en la fe: "en edad y gracia delante de Dios y los hombres", el desarrollo, crecimiento y madurez integral de los hijos, corresponde a papá y mamá, en una gran aventura de amor y unión de la pareja humana. Todo, es un proceso hermoso, que corresponde a una vocación divina del matrimonio, del esposo y la esposa, del papá y la mamá.

Esto me hace recordar a mis padres. Cómo se reunían y dialogaban como matrimonio acerca de todos y cada uno de nosotros: siete hermanos.
Cómo mis papás, al unísono, me enseñaron a amar y respetar; a obedecer y a apreciar el rol del uno y del otro en nuestro querido hogar y vida familiar toda. En este momento que escribo, recuerdo que un día, estando yo,ya grande, mi papá me vio escribiendo mi nombre con mi apellido masculino: había escrito sólo mi nombre y su apellido; él me dijo: "¿y usted, hijo, no tiene mamá?". Desde ese día, siempre, junto a "Pizarro", he puesto el apellido materno mío: "Poblete". Eso, me hace recordar, siempre, todo lo grande que fue ella en mi vida. Cómo ella,a su vez,me enseñó a amar y respetar, para siempre, al querido "José" de mi familia. Cuán presentes, están ambos, en mi vida, mirada con proyección hasta estos días. No puedo dejar de pensar en papá sin pensar en mamá. No puedo dejar de pensar en mamá sin pensar en papá. Siempre unidos, como María y Josè, y yo y mis hermanos, "creciendo en edad y gracia, delante de Dios y los hombres". Perdonen mi autoreferencia. Ella resulta de la formación recibida y de la educación de mi fe y de mi educación integral. "Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre". Lo ví auténtico en ellos dos. Vivieron juntos, como padres y matrimonio ejemplar, comprometidos con Jesús y su Iglesia por más de 50 años. Mi mamá vivió su pascua a los 85 años; mi padre a los 103 años. Siempre unidos, según voluntad de Dios. Pero, también, no puedo dejar mi condición de ser hijo de un Dios Encarnado. Siempre relaciono mi fe con la experiencia humana. "Nada de la experiencia humana es ajena a la evangelización". No puedo predicar el Evangelio sin encarnación en la vida de "todo el hombre y de todos los hombres". En este caso, de pasada, lo encarné, en esa maravillosa vida, como una gran experiencia humana, de mis padres y de mi escuela, que fue mi hogar y mi familia, compuesta, además por siete hermanos(as). 4 varones y tres mujeres.

Sigamos adelante. Hay papás que intervienen en la adolescencia de sus hijos. Algunos en la juventud de ellos.Con sinceridad, digo, que a veces,hubiera sido mejor que no intervinieran. Mejor dicho: Sí, intervengan, pero, por favor, háganlo bien, a la manera de Josè.
A veces los consejos y sus actitudes no son buenas. Hay una obsesión y un miedo de aparecer poco viriles, o anticuados o de "mala onda" para sus hijos e hijas. Por respeto humano y por influencia de una sociedad permisiva en lo moral, aún, entendiéndose bien con su esposa, formando una buena pareja con su mujer y madre de sus hijos, hay muchos papás (varones) que pecan por omisión, se inhiben, no actúan y no dicen nada de nada. Hay varones que dejan sola a su esposa en la tarea con sus hijos, que ella se las entienda sola. (Cfr. Puebla 837).
Hoy, también, como algo decía antes, existe el peligro de que por un exacerbado feminismo, la mujer tienda a salir del hogar,con poca permanencia en él, dejando a sus hijos solos,a la deriva de sus intuiciones e influencias de una sociedad sin valores; moralmente mal llamada "postmoderna". Ya no se trata ni siquiera de un modernismo; hoy ya se está hablando de "postmodernismo". De todo esto que denuncio, surgen muchos males de nuestra sociedad actual; hay desvíos familiares o más bien parentales. Ahí está el mal "in causa". ¿Se acuerdan del Chiste del sofá de Don Otto?… pues, bien, a veces los problemas se tratan de solucionar, "vendiendo el sofá" . No se va a las causas, ni al fondo de los problemas… y la causa y el fondo de todo, está en los padres y la vida familiar que han construido.

José y María, María y José, se ocupan juntos, ambos, de la vida de Jesús. Aunque María, en el Evangelio, aparezca más en primer plano, en todos los relatos de infancia de Jesús, nunca aparece sola. José se ve siempre a su lado: se ven los dos juntos. José desaparece de la escena cuando Jesús llega a la madurez y empieza a tener una vida independiente de la familia. Esta actitud forma parte de la responsabilidad de un padre y también de una madre. Y así, repitamos: "Jesús fue creciendo en edad y gracia delante de Dios y de los hombres". Hay que educar en lo valórico,con testimonio y vida de los padres, haciendo crecer en responsabilidad y confianza , proyectando al hijo hacia la libertad; educar en libertad no es fácil, pero es hermoso hacerlo, siempre contando con la fuerza y gracia del Señor. Mientras más responsabilidad tiene el hijo,hay que entregar más confianza y responsabilidad; que los padres vayan adquiriendo confianza en la responsabilidad del hijo, y que el hijo vaya teniendo más confianza en sí mismo y en sus padres. Ciertamente, así, los padres, pueden ir entregando más libertad. Mientras más responsabilidad y confianza del hijo, mayor confianza y entrega de libertad de los padres a sus hijos, y así, hasta la madurez e independencia. No obstante, la independencia del hijo, los papás nunca deben dejar de ser padres de los hijos. Esto significa, dicho de otra manera, que los padres traen, como instrumentos de Dios, un hijo al mundo por el amor de ambos, y este amor debe permanecer, dándolo siempre hacia el hijo, fruto de su amor grande. Los padres, siempre, por el amor, están llamando a la vida al hijo biológico, porque no son sólo padres biológicos. Todo hijo se siente seguro y grande, a medida que va teniendo, en su vida práctica, el sentimiento,que en los desafíos de la vida, siempre hay unos padres, que lo están llamando a vivir, por el amor; por el amor que el hijo ve que sus padres se tienen, y por el amor de ellos hacia él. En verdad, sólo el amor es fecundo, en todo y en todos.

La Virgen María, en los relatos evangélicos, aparece siempre como una esposa, no como una mujer abandonada, o una madre solitaria. Tampoco aparece como una madre despreocupada de su hijo y de su esposo, ni mucho menos, como una mujer preocupada sólo de su "realización personal". Lamentablemente, esto último, algo frecuente en el secularismo postmodernista de hoy se ha exagerado. Esta constatación, debiera ser un motivo de toma de conciencia y conversión. Este hecho debiera acercar más a los padres y a sus familias a María y José. Ellos son una respuesta a las crisis de familias y a los problemas de roles parentales de la sociedad actual.

A veces se nos ha presentado a María, Madre, como una "monja", pero de ésas, fruto de ciertas concepciones equivocadas que se tienen de ellas. De ésas alejadas de la realidad, que hace decir a la gente sencilla:"ellas se pasan rezando, y dicen que rezan por nosotros, y nos dan 'buenos consejos',alejados de nuestra realidad, de los cuales, nos hace decir.'qué saben ellas de la vida’. Ellas viven en otro mundo, en ‘una burbuja’,con un Evangelio desencarnado de la vida y del mundo actual. A lo mejor lo mismo podría decirse de ciertos sacerdotes. No puede ser. Ni la Virgen ni José son así. Ellos han probado todos los afanes de la vida. También de los problemas y sufrimientos de los matrimonios, y tal vez, igual que cualquier ser humano, se habrán planteado los desafíos de qué escoger para su hijo y para ellos mismos; qué escoger para el bien y felicidad de su familia. Incluso, habrán pensado, María y José, qué esposo o qué esposa, o papá o mamá escoger.

Por lo tanto, este tiempo de Navidad, no es sólo el misterio de un Dios que asumió toda nuestra condición humana, sino también, el testimonio de una familia pura y transparente, que asumió todas las responsabilidades del matrimonio y de la paternidad.

Otro "gallo cantaría" en Chile acerca de nuestra juventud y nuestra sociedad toda, si hubiera matrimonios auténticos y verdaderos, que se aman y crecen siempre en el amor; dialogando los esposos, siendo siempre, por su profunda vida interior, una buena noticia, una novedad permanente del uno hacia el otro, y por supuesto, si cumplen, con responsabilidad, la paternidad, que Dios, el Padre, "que nos hizo a su imagen y semejanza: varón y mujer",les dio con respecto a sus hijos.

En resumen, en esta convocación, en esta exhortación, está una esperanza de poder conseguir otra realidad social y moral, con auténticas y responsables familias, como la Sagrada Familia.

Los chilenos necesitan, como lo necesitó Jesús, de una familia, de unos padres auténticamente padres en la vida toda, sin excluir nada de ésta. Y, ¿por qué no, un crecimiento y un desarrollo en lo personal y social, delante de Dios y de todo el hombre y de todos los hombres de esta tierra nuestra?. AMÉN.

Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+



P.S. Resulta que yo entrego este domingo un escrito acerca de la Sagrada Familia, pero el domingo siguiente a Navidad este año 2017 cae 1° de enero y se celebra la fiesta de Santa María, Madre de Dios, por tanto, al respecto, sólo me remitiré a lo escrito en libro de lecturas diarias dominicales del Departamento de Liturgia del Arzobispado de Santiago:
"Al definir el dogma de la Maternidad divina de María ("Theotokos"), el Concilio de Éfeso (431) afirma la participación de María en el hecho central de la historia de la salvación: la Encarnación del Hijo de Dios, Dios hecho Hombre, Dios como el Padre y el Espíritu Santo, en la carne de María.
La liturgia, desde 1931, celebra ese hecho en la fiesta de Santa María, Madre de Dios, y nos invita a tomar conciencia de la realidad de la Encarnación de Cristo: Dios hecho Hombre, su carne fue formada en el seno de una mujer: María.
Al ubicar esta fiesta el primer día del año civil, la Iglesia recalca que el Hijo de Dios, hecho Hombre y carne en María, asume el tiempo, recapitula toda la historia humana y le trae la paz y la reconciliación". ("Eucaristía Diaria. Lecturas y oraciones de la celebración eucarística. Departamento de Liturgia del Arzobispado de Santiago).

Agregamos:

En Navidad celebramos el nacimiento de Jesús, Hijo de Dios, por tanto Dios, como el Padre y el Espíritu Santo. Ahora, ocho días después, celebramos a María como Madre de Jesús, Dios en tres personas distintas, iguales en dignidad: El Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios. Aquí está la igual dignidad de las tres personas en el Dios Uno y Trino. Entonces, María como Madre de Jesús, el Hijo, es por lo tanto Madre de Dios.
Jesús nació de acuerdo a la condición humana, nación de una mujer. Y esta mujer es María.
Jesús, el Hijo de Dios, humano como nosotros, se hace nuestro hermano, y por ser el Hijo de Dios, nos da el derecho a hacernos hijos de Dios. E igualmente hijos de María.
El texto evangélico correspondiente a la Fiesta Santa Madre de Dios celebrada este año el 1° de enero es: Lucas 2, 16-21.
Esta Fiesta de Santa Madre de Dios con su Evangelio ya citado, es la continuación y el complemento del Evangelio de Navidad. El texto de hoy enfoca la actitud maternal de María.
Una maternidad particular, ya que ella fue también redimida en vista de los méritos de su Hijo, el Salvador, que vendría y vino. Pero también, por eso mismo, igualmente pasó a ser de su Hijo su discípula.
"María guardó todo en su corazón". En textos como éste se nos hacer ver fugazmente cómo María aprendió, al mismo tiempo, a ser madre de Jesús, su Hijo; Hijo, que al mismo tiempo, la hizo pasar a ser su discípula. Jesús alabará a su madre no sólo por ser su madre, sino porque ella fue tan completamente fiel a su Palabra.
Si no podemos imitar a María en su maternidad divina, deberíamos poder imitarla en su fidelidad como discípula de Jesús, el Dios hecho Hombre.

Seguramente, otra día u otra vez, podremos hablar más de Santa María como Madre de Dios. Tengan un nuevo año 2017 muy en el Señor.
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