RD entrevista a Joaquín Navarro-Valls, ex portavoz de la Santa Sede “Benedicto XVI está cargando con errores que todos sabemos que no son suyos”

Amable y distendido, Joaquín Navarro-Valls nos recibe en el Wellington, el hotel de los toreros. Para una charla abierta y sin remilgos de más de una hora.

El eterno portavoz de Juan Pablo II, aunque no quiere presumir, se siente orgulloso de lo vivido con el Papa que le abrió "las puertas de su despacho y de su corazón".

A su lado, estrechó la mano de todos los grandes personajes del siglo XX. Desde Castro a Reagan, pasando por Gorbachov o la Madre Teresa. Testigo de la Historia en primera línea de fuego, no rehuye la candente actualidad.

Y, siempre pedagógico, asegura que "no peligra" la beatificación de Wojtyla por la pederastia "que nunca encubrió ni ocultó", aunque reconoce que Benedicto XVI, el "Papa sabio está cargando con errores que todos sabemos que no son suyos".


- Su libro ‘Recuerdos y reflexiones' gira en torno a la figura de Juan Pablo II. ¿Ha sido y es su ídolo?

- Ídolo no es la palabra. Es una persona que admiro, que he querido muchísimo. Y una de las personas que más me ha influido y marcado en la vida.

P.- ¿Por detrás de Dios y de San Josemaría, el fundador del Opus Dei?

R.- Por supuesto, por detrás de Dios y, probablemente, de mi padre. San Josemaría me ayuda a descubrir mi vocación y el Papa me ayuda a hacerla histórica. Al Papa Wojtyla le debo algo, para mí desconcertante, que me haya llamado a su lado y me haya abierto las puertas no sólo de su trabajo, sino de su corazón.

P.- Puede presumir de haber sido amigo de Juan Pablo II.

R.- Prefiero no presumir. Platón decía que sólo se puede ser amigo de personas entre las que hay una cierta proporción. Es evidente que tantos años trabajando juntos y compartiendo tantas cosas me ha dado acceso a su intimidad.

P.- ¿Es un timbre de gloria haber sido portavoz de la Santa Sede durante 22 años?

R.- Yo nunca lo he visto así, aunque, a lo mejor, lo fuese. Para mí, era un trabajo que sólo se podía realizar teniendo un acceso personal completo al Papa. Un trabajo que Juan Pablo II facilitó muchísimo, porque acceso lo he tenido siempre y en todas las circunstancias.

P.- ¿Un trabajo especial, el de portavoz del Vaticano, gratificante y, a la vez, duro?

R.- Es un trabajo de 24 horas al día. Hablando alguna vez con el portavoz de la Casa Blanca le decía: ‘Usted lo tiene fácil, porque trabaja con un uso horario. Yo tengo que estudiar, cada vez que doy una noticia, qué hora es en Manila, en Roma, en Washington y en los Ángeles'. De todas formas, no sería justo ni razonable que me quejase de ese trabajo.

P.- ¿Ha cambiado esa dinámica de trabajo entre el Papa Ratzinger y su portavoz, el jesuita Lombardi?

R.- Me faltan elementos para poder emitir un juicio sobre ese tema. Sería una impresión no fundada. Lo que sí puedo decirle es que los dos años que estuve con Benedicto XVI nunca tuve conciencia de que me faltase ese acceso y siempre se recibieron mis sugerencias con un agradecimiento sincero y con un reconocimiento a la profesionalidad institucional.

P.- Sigue siendo usted el laico más famoso de la Iglesia católica.

R.- No me lo he planteado nunca. La exposición inevitable de ese tipo de trabajo puede llevar a consideraciones de ese tipo.

P.- Se ha llegado incluso a hablar de la posibilidad de que le hiciesen cardenal.

R.- Estamos en el reino de la ciencia-ficción. Para ser cardenal creo que hay que ser obispo o, al menos, ser ordenado obispo antes, como en el caso de De Lubac, o pedir la dispensa.

P.- ¿Prevé, en un futuro no muy lejano, algún laico o alguna mujer en el cónclave?

R.- Ni idea. Eso depende de la disciplina de la Iglesia.

P.- ¿El principal exceso y el principal defecto de Juan Pablo II?

R.- A veces, en una persona, las virtudes tienen que ver con sus propios defectos. Juan Pablo II era una persona de una extraordinaria bondad. Y la bondad tiene que ser controlada por la razón, porque, de lo contrario se puede cometer algún error. Era tan bueno que podía pasarse de bueno.

P.- ¿La Historia recordará al Papa Wojtyla por encima de Reagan, Gorbachov o Castro?

R.- Sí. Ya ahora, después de cinco años de su muerte, está presente en la vida de la gente de dentro y de fuera de la geografía católica. Juan Pablo II ha sabido hacer simpática la virtud, con lo difícil que es eso. Con los jóvenes, nunca bajaba el listón y les abría un horizonte que la cultura moderna no les daba y esto es lo que la gente recuerda de él.

P.- ¿Está en peligro su beatificación, tocada por el tsunami de la pederastia?

R.- En absoluto. Y para no irnos por las ramas, citemos un caso concreto, el de Maciel. Aquellos años, en el sitio de Internet de la Congregación, colgamos una carta autógrafa de Maciel que decía, más o menos: ‘Sé que se me acusa de esto, de esto y de esto. Juro ante Dios que todo es falso. No me pienso defender y dejo todo en las manos de Dios. Firmado, Maciel'. Eso estuvo en la página web hasta el día en que yo tuve que comunicar a la opinión pública el resultado del proceso canónico contra él. Un proceso que se inicia con Juan Pablo II y se termina poco tiempo después de su muerte, dentro del primer año del pontificado de Benedicto XVI.

P.- Luego, Juan Pablo II no encubrió ni ocultó los casos de pederastia en la Iglesia.

R.- En absoluto. Esas acusaciones están histórica y objetivamente desmentidas por este hecho concreto que le he querido contar.

P.- ¿El entonces Secretario de Estado, cardenal Sodano, intervino para que cierta información sensible sobre Maciel no llegase al Papa Wojtyla?

R.- No tengo ni idea. El único dato real del que dispongo es que este proceso canónico contra Maciel comienza con Juan Pablo II. Recuerdo, además, una reunión del Papa con todos los cardenales americanos para discutir el problema de la pedofilia.

P.- ¿Cómo se explica, entonces, que el Papa califique a Maciel de ‘guía de la juventud' e Internet esté repleto de fotos de Juan Pablo II bendiciéndole? ¿No sabía nada, no le llegaba la información? Porque las denuncias habían empezado mucho antes.

R.- Las denuncias probablemente empezasen antes, existía esa carta que mencioné y que desapareció de la página web. Esto de saber y no saber me recuerda al caso del padre Murphy, lanzado por el New York Times. Lo que no se dijo es que este hombre fue acusado ante la policía de Milwaukee, que lo declaró inocente. Si este hombre fue declarado inocente por la policía, ¿se puede decir que esa policía encubrió al sacerdote? Este hombre engañó a la policía y también a su obispo.

P.- ¿No hubo, por lo tanto, un sistema predeterminado de encubrimiento?

R.- En mi opinión y por lo que yo sé, no.

P.- ¿Le duele esta situación por la que está atravesando la Iglesia?

R.- Me duele mucho como miembro de la Iglesia. Pero me duele más todavía como simple ser humano pensar que otro ser humano de mi misma especie haya llegado a cosas así. Lo que de verdad me avergüenza es que la raza humana haya dado personajes de ese tipo.

P.- El que haya sacerdotes entre esos personajes agrava todavía más el hecho.

R.- Sí, lo agrava más. Pero, en este momento, también tengo que decir que me gustaría que la opinión pública no fuese hipócrita. Y hablo como médico que, en su especialidad, ha conocido algunos casos. El tema de la pedofilia es un problema dramáticamente extendido, es algo bestial: uno de cada cinco niños ha sufrido abusos. Hay países miembros de Naciones Unidas donde es legal que un caballero haga esposa suya a una niña de 7 u 8 años. El 90% de los abusos se produce en el ámbito de la familia. Y frente a eso, hay algunos sacerdotes que han manchado su dignidad personal y la de la institución. ¿Me puede citar una sola institución, una sola, política, educativa, académica, religiosa, que se haya tomado tan en serio el tema de la pedofilia como se lo está tomando la Iglesia católica? ¿A quién le interesa, entonces, dañar la imagen de la Iglesia?

R.- Suena a justificación...

R.- En absoluto. Lo que pasa es que me escandaliza ese silencio, que no es de la Iglesia, sino de la sociedad, como si este drama no ocurriera. Y nadie hace nada.

P.- Pide, pues, que las demás instituciones hagan lo que está haciendo la Iglesia.

R.- Por lo menos. Alejémonos del peligro de la hipocresía de afirmar ‘eso es una cosa de cuatro sacerdotes que hicieron cuatro suciedades'. Que las hicieron es cierto, que la Iglesia no tiene interés en encubrir, también. Y que está tomando medidas muy profundas. ¿Quién está haciendo lo mismo?

P.- ¿Hay una campaña para señalar sólo a la Iglesia católica?

R.- Me parece evidente que hay una campaña iniciada por el New York Times, con la que no han conseguido lo que pretendían. Hace un tiempo, el propio diario hizo un sondeo sobre la popularidad de Benedicto XVI, en el que alcanzaba un modesto 23%. Hace unos días, ese índice había subido al 45%.

P.- ¿Qué quiere decir?

R.- Que la gente está hasta las narices de que se apunte sólo a la Iglesia católica. Ahora parece que en los boy-scouts y el rabinato de no sé dónde también hay casos.

P.- Lo que pide es tolerancia cero con la pederastia para todos.

R.- Todos y que lo hagan. Que lo hagan como lo está haciendo la Iglesia católica.

P.- Pasemos a otros temas. ¿El Islam está invadiendo Europa?

R.- Hay un claro crecimiento demográfico, que no sé si es invasión, aunque en España tenemos mucha experiencia de eso.

P.- ¿Está en peligro la civilización cristiana europea?

R.- No por esa razón, sino por la indiferencia religiosa o por lo que, en frase feliz, Benedicto XVI calificó en la primera misa solemne de su pontificado como la ‘dictadura del relativismo'.

P.- ¿Crucifijo y velo en la escuela pública, sí?

R.- Tengo la suerte de no ser legislador. He vivido en Egipto como corresponsal. A mí, el velo nunca me ha molestado. ¿Qué razones hay para prohibirlo? Ser liberal de verdad está resultando cada vez más difícil.

P.- ¿Qué le molesta más que Zapatero acose a la Iglesia española o que exporte su modelo laicista a Latinoamérica?

R.- Su modelo es inexportable. Ningún país lo va a aceptar. Ni Cuba, ni Venezuela ni Guatemala. Ese deseo está condenado al fracaso. Además, no hay modelo. Hay improvisación global y un politeísmo de valores en conflicto. Habla de derechos humanos pero sin un soporte antropológico.

P.- ¿Zapatero persigue a la Iglesia?

R.- Tendría que estar más aquí para poder responder adecuadamente.

P.- ¿La relación del Vaticano con España está por encima de las coyunturas concretas?

R.- En el Vaticano cuenta más la relación con las naciones que con los Gobiernos. Eso explica que haya relaciones con Cuba o con Venezuela. Y eso no significa estar de acuerdo con Hugo Chávez.

P.- ¿Hay miedo en la Iglesia a la mujer y, por eso, se la aparta del altar?

R.- Eso es el resultado de una concepción equivocada del tema del sacerdocio. El sacerdocio no es un derecho. En la iglesia, nadie tiene derecho a ser ordenado. La persona es sujeto de una vocación. No se conculcan los derechos ni de la mujer ni del hombre. Si es un tema de vocación, entonces ya entra la teología.

P.- ¿La Iglesia católica no tendrá que pedir perdón dentro de unos años por haber marginado a la mujer?

R.- Pedir perdón, ciertamente, no.

P.- ¿Los gays pueden ser buenos curas?

R.- No tengo ni idea. Generalizar en categorías o colectivos no es razonable.


P.- ¿Benedicto XVI pasará a la Historia como el Papa que limpió la Iglesia católica de la pederastia?

R.- Es un tema que le ha tocado vivir y que lo está realizando con una dignidad y claridad extraordinarias y será un tema que quedará ahí. Yo creo que será recordado como el Papa sabio, un Papa que se dedica a aportar conceptos. No en vano es el Papa con una mayor y más importante bibliografía de la historia de la Iglesia.

P.- ¿Tan sabio como buen gobernante?

R.- No lo sé. El Papa ha tenido, en varias ocasiones, la generosidad humilde de hacer suyos errores y limitaciones que todos sabemos que no son suyos. ¿Recuerda aquella carta sobre Williamson, reconociendo que, en la Iglesia, tenemos que estar más atentos a Internet? ¿Tiene que estar el Papa atento a Internet? Y así, otras muchas cosas.

P.- ¿Es factible que pueda ir a Moscú o a Pekín o que, incluso, consiga la unidad de los cristianos, con lo cual también pasaría por eso a la Historia?

R.- A veces la Historia pega unas aceleraciones inesperadas. El diálogo ecuménico progresa. China es China, pero va evolucionando. Se está trabajando para un encuentro con el Patriarca ortodoxo de Moscú.


P.- ¿El poder sagrado deslumbra y puede incluso chamuscar? ¿Hay intrigas, hay luchas en la Curia?

R.- Puede haberlas, pero las miserias de los demás no arañan mi fe mínimamente. Creo por Dios.

P.- Imagino que, en la Curia, hay gente buena y no tan buena. ¿Y gente mala?

R.- Me he encontrado con gente buena, algunos santos, algunos sabios, pero ningún delincuente.


P.- ¿Coqueto o goloso?

R.- Coqueto, procuro no serlo. He disminuido los azúcares por las proteínas.

P.- Se pasó media hora mirando a un mono, según cuenta en su libro. ¿Ejercicio ascético?

R.- No, pura curiosidad. En el fondo, el ser humano sólo se abre o se cierra con otro ser humano. Aunque me encante hablar con mi perro ‘Blitz'. Sólo con el ser humano se pueden intercambiar cosas personales.

P.- ¿Cómo lleva el casar su imagen real con la que los demás tienen de usted?

R.- Es un problema. Hay tres yo: el que lo demás ven, el que creo que soy y el que soy en realidad.

P.- ¿Le molesta la imagen que se proyecta de usted en los medios?

R.- Nunca mato al mensajero por muy mal que lo haga y siempre trato de entender sus circunstancias.

P.- ¿Orgulloso de ser de la Obra?

R.- Contento.

P.- ¿El Opus Dei ha perdido influencia en el Vaticano en aras de la Compañía de Jesús?

R.- No me consta que se haya buscado. En 22 año, sólo hablé una vez y media del Opus Dei. Eso forma parte de la ciencia-ficción, que nada tiene que ver con la realidad. Benedicto XVI tiene un texto precioso hablando de San Josemaría Escrivá. Para Juan Pablo II y para Benedicto XVI todos sus hijos, absolutamente todos, son los preferidos.

P.- ¿Por qué se han radicalizado tanto las posturas entre las diversas corrientes de la Iglesia?

R.- Eso no tiene sentido. Las diferencias de estilo o de talante, no importan. Lo sustancial es la fe que nos une.


TITULARES

"Juan Pablo II me abrió las puertas de su despacho y de su corazón"

"¿Un laico o una mujer, cardenales? Ni idea"

"Juan Pablo II era tan bueno que podía pasarse de bueno"

"La beatificación de Juan Pablo II no está en peligro por la pederastia que nunca encubrió ni ocultó"

"¡Ojalá todas las instituciones hiciesen lo mismo que está haciendo la Iglesia con la pederastia!"

"La gente está hasta las narices de que se apunte sólo a la Iglesia católica"

"¿Qué razones hay para prohibir el velo?"

"La Iglesia no tendrá que pedir perdón por marginar a la mujer"

"Ratzinger será recordado como el Papa sabio"

"Benedicto XVI está cargando con errores que todos sabemos que no son suyos"

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