Entrevista exclusiva con el ex portavoz vaticano, moderador de la cumbre antipederastia Federico Lombardi: "La Iglesia está herida en su credibilidad"
"La legislación anti-abusos ya existe, hace falta que todos la respeten y la pongan en práctica"
"La Iglesia debe escuchar y afrontar este problema"
Hernán Reyes Alcaide, corresponsal en el Vaticano
Ex portavoz de dos papas, el jesuita Federico Lombardi será el encargado de moderar la cumbre anti-abusos convocada por Francisco que se hará en Vaticano del 21 al 24 de febrero.
En exclusiva con Religión Digital, reconoció que los escándalos hirieron a la Iglesia en su "credibilidad", afirma que la formación es clave para la prevención y pide que se "respete" el código canónico que ya establece normas anti-pedofilia.
¿En qué marco se convoca este encuentro histórico sobre la cuestión de los abusos en la Iglesia?
El encuentro se da en un marco de una historia larga de abusos por parte de miembros de la Iglesia, en los que han aparecido nuevas crisis recientes, en particular en Estados Unidos con el caso de Theodore McCarrick o el informe de Pennsylvania. También estuvo la cuestión de Chile, que involucró al papa Francisco pesonalmente a raíz de sus encuentros con los obispos de ese país. Y es importante el modo en el que el Papa habló de este tema, con las dos cartas al pueblo de Dios, en junio a Chile y en agosto en modo universal. Y se destaca el concepto de ese pueblo de Dios en camino, de involucrar su solidaridad espiritual para afrontar los problemas de la comunidad de la Iglesia. En este contexto, la convocatoria a los presidentes de las conferencias episcopales tiene un significado no solo para responder a las crisis que se siguen manifestando y muestra que se trata de un problema global de la Iglesia difundido no sólo en algunos países, sino que apunta además a un modo de afrontarlo como pueblo de Dios, y movilizarlo a través de sus pastores y sus representantes. Y los presidentes de las conferencias llegarán entonces también como representantes de los otros obispos de sus países, que son los pastores de las comunidades eclesiales. Hay entonces un motivo de contiuidad del problema en varios países, y también la vía de la convocatoria de los presidentes de las conferencias episcopales como signo de movilización del conjunto del pueblo de Dios como comunidad que debe reaccionar solidariamente. La Iglesia debe escuchar y afrontar este problema.
La Iglesia tiene un largo marco normativo sobre la prevención y castigo a los abusos. ¿Hace falta hacerlo cumplir más?
El tema es que si bien hay que entender a cada una de las realidades con su contexto, hay una disposición universal dentro de la Iglesia que ya legisla sobre este tema y es el derecho canónico, con las normas que han sido renovadas por Benedicto XI así como los procedimientos que ha establecido la Congregación para la Doctrina de la Fe para las investigaciones, denuncias y procesos, que establece con claridad los procedimientos por este tipo de crímenes. Son reglas claras para toda la Iglesia porque tienen que ver con el modo de ser sacerdote y de ejercitar el ministerio. Y valen para todo el mundo. En la Iglesia está considerado un crimen el abuso a menores por parte de sacerdotes globalmente, eso es igual para todos. Lo que sí puede ser diverso es la relación con la cultura y los aspectos de cada país. Y las líneas-guía de las conferencias episcopales deben tener en cuenta esas diferencias de cultura y de legislación de cada país. En ese sentido se puede decir que una guía normativa común sobre los abusos ya existe, que son los artículos del derecho canónico, y lo que es necesario ahora es que todos la respeten y la pongan en práctica en el contexto de sus países.
No hay que esperar entonces grandes cambios legislativos sobre el tema...
Como expresó el Papa, se trata también de ayudar a los obispos a entender más claramente qué hacer y cómo deben actuar. El encuentro puede ser muy útil en esto. Hay algunas conferencias episcopales con mucha experiencia, que se ocupan del tema hace años. Es en esa dirección que se habla de la posibilidad de que se forma una suerte de "Task Force", con expertos, canonistas, de cómo acompañar a las víctimas, que los obispos se sientan acompañados, para formular líneas guías, tratar casos de abusos y dar ayudas. Esta es una idea que ayudaría a muchos obispos como iniciativa práctica. Roma no tiene que hacer las guías para todo los países del mundo, debe haber una suerte de descentralización que permita acada conferencia episcopal actuar de acuerdo a los marcos locales. Sí hay un aspecto común que es la vigencia del derecho canónico para estos crímenes horribles. Y en el sentido de ser una comunidad universal que camina junta y se sostiene junta.
El papa dijo hace poco que ve una Iglesia "herida" por los abusos. ¿Cómo se la sana?
La Iglesia está herida en su credibilidad. Lo sentimos mucho en el punto en que la Iglesia se propone como maestra con autoridad moral y de formación espiritual en la sociedad y esta autoridad queda dañada profundamente por las incoherencias y falsos testimonios de las personas en su interior,incluso con roles importantes,que cometen estos crímenes gravísimos: es un daño grave para la misión de la Iglesia. Y la gran mayoría de sacerdotes que son inocentes sienten ellos también el peso de la enfermedad, porque pesa sobre el cuerpo de la Iglesia como comunidad. Incluso yo lo vivo así esto, es un peso muy grande que daña y debilita la credibilidad de la Iglesia en su servicio moral y espiritual a la gente. Han hecho realmente mucho daño. Esto se sana con una conversión profunda que vaya a las raíces, no es solo poner controles para evitar que estas cosas sucedan. Se trata de tener una buena formación espiritual humana para que disminuya radicalmente, aunque no podemos pensar que todo será perfecto, pero sí que estos casos se vuelvan algo rarisimo y sean enfrentados con decisión. Debemos lograr que la comunidad se sienta segura y jóvenes y niños puedan participar de las actividades de la Iglesia con confianza. Esto requiere de todos modos un trabajo profundo, en el cambio de dejar de defendernos a nosotros y a las institiuiones y pasar a ocuparse antes que nada de las personas, y el rol de la formación de los futuros sacerdotes, obispos, seminaristas, es central para esto. Una autoridad que deba ser entendida como servicio y no como poder.
¿Y qué rol tienen los laicos cercanos a la Iglesia en ese camino de sanación?
En América Latina ya hubo varios casos importantes (Perú, Maciel, Karadima) en los que se vio que en realidad estas son realidades de abusos de autoridad y de poder sobre la conciencia, y que una de sus facetas es el abuso sexual. Por eso es importante involucrar a la sociedad y a toda la comunidad de le Iglesia por renovar las relaciones en su interno.
Debe estar involucrada no solo toda la comunidad, sino que también es importantísimo lograr una mayor participación de la mujer dentro de ese mayor involucramiento del pueblo de Dios. Debemos bucar una mayor participación de las mujeres en el campo de la prevención, del acompañamiento a las víctimas, de la atención sobre las familias. El rol de las mujeres será determinante.