"La fe es una de las mejores herencias que habéis recibido de vuestros padres", afirma en San Siro Francisco se despide de Milán exigiendo a los jóvenes que destierren el buylling de las escuelas

(Jesús Bastante).- San Siro es una de las cunas del fútbol italiano. Allí juegan el Milan y el Inter. Pero, esta tarde, casi 70.000 almas se vistieron los colores de la blanca y amarilla para recibir al Papa Francisco que, antes de concluir esta maratoniana jornada, quiso encontrarse con los jóvenes del Norte de Italia y responder a sus preguntas.

Como si se tratara de Messi, otro argentino, Jorge Mario Bergoglio, fue aclamado por la multitud. Uno de los riesgos de la papolatría que el mismo Papa se esfuerza por evitar, en la construcción de una iglesia más participativa. Pero consciente de que, hoy, todos los ojos de la Humanidad miran esperanzados a las reformas del Papa de las periferias.

El jeep móvil en el que Francisco, junto al cardenal Scola -también aclamado por el speaker-, recorrió las cuatro bandas del estadio antes de subir al altar, caminaba lentamente, mientras el Papa saludaba, como si fueran un solo hombre, a todas esas almas que le vitoreaban. A él y a lo que representa. "Con la alegría del Espíritu", se leía en una gran pancarta, que resume a las claras la intención de esta visita.

Un espectáculo musical y de baile, seguramente excesivo, demostraba el amor de miles de jóvenes a Francisco. Al final, en el centro, una imagen de Cristo, y tres preguntas. La primera, la de un niño, Davide, que le preguntó qué le llamaba, cuando tenía su edad, para mantener la fe.

"No es fácil de responder, porque debo hacer un poco de memoria, en el tiempo en que tenía vuestra edad", respondió el Papa, quien inmediatamente recordó "tres cosas, pero con un hilo que las une". Los abuelos, jugar con los amigos y acudir a la parroquia.

"Los abuelos, que no saben usar el ordenador o el móvil, pero sí pueden ayudarnos a crecer en la amistad con Jesús", recalcó el Papa, que puso los ejemplos de sus cuatro abuelos, que "me hablaban de las cosas de la vida, a rezar o a no acostarme sin darle las buenas noches a Jesús".

"Los abuelos tienen la sabiduría de la vida, y así nos enseñan cómo vivir cerca de Jesús. Conmigo lo hicieron", recordó el Papa, quien desnudó su infancia ante los jóvenes. "Hablad con los abuelos, escuchadlos. Es importante en este tiempo hablar con los abuelos. ¿Haréis este esfuerzo? No os siento convencidos, ¿lo haréis?" (¡¡Siii!!)

En segundo lugar, "jugar con los amigos, y sentir la alegría de jugar, sin insultarse". ¿Jesús jugaba o no? "Convenceos, Jesús jugaba. Y jugaba con los amigos. Y nos hará bien jugar con los amigos, porque cuando el juego es limpio, nos enseña a respetar a los otros, a hacer equipo, a trabajar todos juntos. Y esto nos une a Jesús".

"Y otra cosa: pelearse con los amigos, ¿ayuda a conocer a Jesús? (¡¡Noooo!!!). Si uno se pelea, por cualquier excusa, la historia está acabada, ¿queda claro? A mí me ha ayudado mucho jugar con los amigos", apuntó.

Finalmente, la parroquia. "Id a la parroquia, relacionaos con los otros. Esto es importante. ¿Os gusta estar en la parroquia? (¡¡¡Síii!!!). Decidme la verdad, ¿os gusta ir a misa? .... No estáis seguros. ¿os gusta ir al oratorio? Ahhh... esta sí".

"Hablad con los abuelos, jugar con los amigos, e ir a la parroquia, porque con estas cosas tú rezarás más, y la oración es el hilo que une las tres cosas".


La segunda pregunta corrió a cargo de Mónica y Alberto, padres de tres hijos. ¿Cómo transmitir a nuestros hijos la belleza de la fe? Es complicado hablar de esto sin parecer aburrido o banal, o autoritario.

"Esta es una de las cuestiones clave de vuestra vida como padres, y la nuestra como pastores y educadores: la transmisión de la fe", respondió el Papa, quien invitó a los padres a "recordar cuáles son las personas que han dejado una impronta en vuestra fe". Francisco habló de un sacerdote de Lombardía, "un bravo sacerdote que me bautizó y que, durante toda mi vida, me ha acompañado a la entrada al noviciado. Y nunca me olvidaré de aquel sacerdote, un apóstol del confesionario. Misericordioso, bueno, trabajador".

Junto a ello, evitar las peleas. "No podéis imaginar la angustia que siente un niño cuando sus padres se pelean. Sufren mucho. Y cuando los padres se separan, la cuenta la pagan ellos. Cuando se trae un hijo al mundo, hay que ser conscientes de esto", señaló, invitando a los padres a leer Amoris Laetitia. "No olvidéis, cuando os peleáis, los niños sufren, y no crecen en la fe. Los niños lo captan todo, son muy intuitivos, sacan sus propias conclusiones y enseñanzas".

"La fe es una de las mejores herencias que habéis recibido de vuestros padres, y esa fe la debéis transmitir a vuestros hijos. Mostradles cómo la fe os ayuda a ir hacia adelante, sin pesimismo. Este es el mejor testimonio que podéis darles. Las palabras se las lleva el viento, pero aquello que permanece en la memoria del corazón, permanece para siempre".

Y, en la medida de lo posible, "santificar las fiestas", que no es solo ir a misa "y dormirse en la homilía, que sucede. Sino también celebrar juntos". "En mi tierra eso se llama dominguear'", recordó, aunque admitió que en nuestros días "muchos padres tienen que trabajar incluso en días festivos, y esto es triste. Yo siempre pido a los padres: juega con tus hijos. Juega. Jugad con los hijos, perded el tiempo con los hijos, y así también les transmitiréis la fe".

Y una última cosa: "la educación familiar en la solidaridad. Transmitir la fe con la educación en la solidaridad, en las obras de misericordia, que hacen crecer la fe. Esto es muy importante. No hay fiesta sin solidaridad".

La tercera pregunta la hizo Valeria, madre y catequista. ¿Qué consejos nos puede dar para abrirnos a la escucha y al diálogo con todos los educadores que tienen que ver con nuestros jóvenes?

"Yo creo en una educación basada en pensar, sentir y hacer. Es una educación con el intelecto, con el corazón y con las manos, y tres lenguajes. Educar en la armonía de los tres lenguajes, al punto que los jóvenes, los niños y niñas, puedan pensar qué es lo que sienten y hacen, sentir qué piensan y hacen, y hacer lo que piensan y sienten. No divorciar las tres. No educar solo el intelecto, es importante, pero el cerebro, sin el corazón y las manos, no sirve", pidió.

Y es que "la educación debe ser armónica. Educar con las ideas, los valores, pero nunca educar sólo con las nociones o las ideas. El corazón debe crecer, y el hacer, el modo de andar en la vida", señaló Bergoglio, quien recordó el caso de un alumno "que era un fenómeno como futbolista, pero que no se comportaba bien", y al que, durante dos meses, se le prohibió jugar. "Un día, el entrenador habló con la directora y le pidió que el chico volviera a jugar, y le hizo capitán del equipo. Ahora el chico se sintió valorado, que podía dar lo mejor que sí, y comenzó no sólo a comportarse mejor, sino a mejorar todo el rendimiento. Esto es muy importante. Tras nuestros estudiantes hay algunos más preparados para el deporte, y no tanto para la ciencia, y otro más con el arte, o con la filosofía. Un buen maestro sabe estimular las buenas cualidades, sin dejar las otras, buscando siempre la complementariedad".

El Papa concluyó alertando a los jóvenes sobre el buylling. "Por favor, estad atentos. Escuchad, estad atentos, en vuestra escuela, si alguno o alguna le hacen buylling, se ríen de sus defectos, pensad: ¿me divierte hacerle pasar vergüenza? Pensad. Esto se llama buylling".

"Por favor, todavía no he terminado", dijo el Papa mientras los chicos apaludían. "Por favor, haced la promesa al Señor de no hacer jamás esto, y no permitir que se haga en vuestra escuela, ¿entendido? Prometedlo". No bastó con el "Sí" rotundo de los jóvenes. "Bien, este sí lo habéis dado al Papa. Ahora en silencio pensad qué habéis hecho sobre esto, y pensad si sois capaces de prometérselo a Jesús. ¿Prometéis a Jesús no hacer este buylling? A Jesús".

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