En la misiva, en la que transmite su cercanía a quienes acompañaron al prelado hasta su sepultura, Francisco recuerda al fallecido obispo como "un pastor generoso que supo atravesar con valentía y espíritu evangélico" los acontecimientos vividos por la Iglesia de Argelia y también como "un hombre de diálogo y de paz" que trabajó por la unidad respetuosa y fraterna del pueblo argelino.
Dirigiéndose al Padre Eterno para que acoja al obispo en Su Paz, el Santo Padre lo confía a la intercesión de Nuestra Señora de África, del Beato Carlos de Focauld y de los beatos mártires de Argelia, enviando su Bendición Apostólica a la familia, amigos, obispos y fieles de la Diócesis de Orán.