Shevchuk celebra una Divina Liturgia or el 400 aniversario del martirio de San Josafat y el traslado de su cuerpo El cardenal Sandri al Sínodo greco-católico: "Unidos en la oración por la paz en Ucrania"
Shevchuk celebró una Divina Liturgia en el Altar de la Cátedra de San Pedro por el 400 aniversario del martirio de San Josafat y el 60 aniversario del traslado de su cuerpo por voluntad de Pablo VI
Al final, saludó el Prefecto emérito del Dicasterio para las Iglesias Orientales que recordó su relación con Ucrania y el viaje de Juan Pablo II
(Vatican News).- Todo el Sínodo greco-católico ucraniano reunido en Roma del 3 al 13 de septiembre celebró una Divina Liturgia en torno al altar de la Cátedra, en San Pedro, el domingo 10 de septiembre. La misa conmemoraba el 400 aniversario del martirio de San Josafat -que se cumple este martes-, paladín de la unidad de la Iglesia, que tomó partido en medio de las luchas entre los que querían permanecer unidos a Roma y los que querían seguir siendo ortodoxos por separado. Esta labor suya por la unidad de la Iglesia fue la causa de su martirio.
La celebración fue presidida por Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk, jefe de la Iglesia greco-católica ucraniana, y concelebrada por todos los miembros del Sínodo.
Al final, el cardenal Leonardo Sandri, Vicedecano del Colegio Cardenalicio y Prefecto emérito del Dicasterio para las Iglesias Orientales, dirigió un saludo a los presentes, que se abrió con el recuerdo del cardenal de su especial relación de larga data con Ucrania. Como sustituto en la Secretaría de Estado, Sandri siguió de hecho la preparación y el viaje de Juan Pablo II a Ucrania, y sus frecuentes encuentros con el cardenal Lubomyr Husar, arzobispo mayor de la Iglesia greco-católica ucraniana, antes del viaje.
La beatificación de los 25 mártires greco-católicos
El cardenal recordó que Juan Pablo II beatificó a 25 mártires greco-católicos en Ucrania, y también acudió al bosque de Bykovnya, en las afueras de Kiev, para rendir homenaje a las víctimas de la represión soviética. Cada una de esas víctimas, recordó el cardenal, "estaba representada por un árbol, cuyo susurro "parecía componer un himno de libertad y alegría para el futuro de Ucrania". Una melodía, subrayó, que "sigue resonando aún hoy en los corazones de vuestro pueblo, a pesar de los gritos y el silbido de las balas".
Juan Pablo II ante la tumba del cardenal Slipyi
De nuevo Sandri recordó el momento en que Juan Pablo II veneró la tumba del cardenal Slipyi y del metropolita Sheptitsky y, como signo de esperanza, "pudo saludar a las familias de los sacerdotes de la archiparroquia". El cardenal había vuelto a Ucrania como prefecto en 2017, llegando hasta los territorios del conflicto iniciado en 2014 con la anexión de Crimea y las autoproclamadas repúblicas de Donbass y Luhansk, tocando las "ahora tristemente conocidas" ciudades de Sloviansk, Kramatorsk y Kharkiv. De aquel viaje, el Cardenal dice estar ahora también en deuda con el entonces Nuncio en Ucrania, el Arzobispo Claudio Gugerotti, Cardenal en el próximo Consistorio y su sucesor al frente del Dicasterio.
Oración a María para poner fin a toda violencia
Por último, al hilo de los recuerdos, tuvo lugar también la peregrinación al Santuario de Zarvanytsia. "Desde aquí hoy", dijo el cardenal Leonardo Sandri, "queremos volver idealmente a los pies de la Virgen Madre de Dios, con la misma fe y una súplica aún más profunda por la paz: estamos seguros de que los dardos ardientes de nuestra oración llegan al cielo de Dios, con la esperanza de que hieran el corazón de los que hacen el mal atacando y pisoteando, suscitando la conversión y el cese de toda violencia".
El 60 aniversario de la traslación del cuerpo de San Josafat
La Divina Liturgia conmemoró también los sesenta años transcurridos desde que, el 22 de noviembre de 1963, Pablo VI quiso que el cuerpo del santo querido por los ucranianos fuera trasladado junto al de San Pedro, justo cuando el Concilio Vaticano II discutía sobre el ecumenismo. Al final de la liturgia, Shevchuk quiso agradecer al Prefecto emérito del Dicasterio para las Iglesias Orientales su "incansable servicio a la Iglesia greco-católica ucraniana y su cercanía al pueblo ucraniano en los momentos más dramáticos de nuestra historia". Su Beatitud subrayó que "el rostro institucional de nuestra Iglesia en los tiempos actuales es fruto de su paternal preocupación por nosotros".
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