RD accede al original de las 'Memorias' del secretario de Benedicto XVI Ganswein admite haberse reunido con el hermano de Emanuela Orlandi, pero niega un ‘expediente fantasma’ sobre su desaparición
“Personalmente, había expresado mi máxima disposición y solidaridad con Pietro Orlandi (…), pero la atribución del conocimiento de secretos relativos al propio secuestro por personas pertenecientes a instituciones vaticanas, sin indicar ningún nombre, no corresponde por tanto a ninguna información fiable o fundamentada; a veces casi parece una coartada ante el desánimo y la frustración. al no poder encontrar la verdad"
“Para afrontar la situación de frente, de acuerdo con Benedicto XVI, convoqué para la mañana del 21, ellos dos (Xuereb y Gabriele), junto con los cuatro Memores y también la hermana Birgit. Le pregunté a cada uno si habían sido quien entregaron esos documentos, y todos lo negaron firmemente. En ese momento, dirigiéndome directamente a Paolo, le acusé del robo (….). Después de comer, entré en la capilla y no esperaba encontrarlo allí. Me acerqué a él y le pedí que me dijera la verdad sobre lo que había hecho. Fue entonces cuando empezó a admitir que se había reunido con Nuzzi y le entregó unos documentos”
“Lo que aún hoy me desconcierta, cuando pienso en ello, es la actitud que Paolo mostró cuando le dije la suspensión cautelar del trabajo, a la espera de que se aclarase la situación. Sostuvo que sólo se estaba identificando a un chivo expiatorio y afirmó fríamente sentirse sereno y tranquilo con su conciencia”
“Lo que aún hoy me desconcierta, cuando pienso en ello, es la actitud que Paolo mostró cuando le dije la suspensión cautelar del trabajo, a la espera de que se aclarase la situación. Sostuvo que sólo se estaba identificando a un chivo expiatorio y afirmó fríamente sentirse sereno y tranquilo con su conciencia”
Apenas quedan dos días para la publicación, en Italia, de Nada más que la verdad. Mi vida junto a Benedicto XVI, las memorias de Georg Gänswein. Un volumen, de 336 páginas, editado por Piemme, al que ha tenido acceso RD y en el que el secretario de Joseph Ratzinger desgrana, a través de nueve capítulos (y con la colaboración del periodista Saverio Gaeta) algunos de los aspectos más desconocidos del pontificado del primer Papa prefecto de Doctrina de la Fe en cinco siglos, y desvela algunos ‘secretos’ que pueden ser utilizados en contra del actual pontífice.
Entre los puntos más polémicos, el “dolor de corazón” del Papa emérito tras leer ‘Traditionis Custodes’ (página 288) o cómo Ratzinger optó por Giacomo Biffi como posible Papa en el cónclave que acabó eligiéndole a él (con la inestimable ayuda, entre otros, de los cardenales Rouco, López Trujillo, Medina Estévez, Herranz, Meisner o Schönborn) como sucesor de Pedro, que podrían romper el deber de secreto de quien, todavía hoy, es prefecto de la Casa Pontificia.
Los 'candidatos' del Papa emérito
También lo es el hecho (página 236) de que entre los favoritos del Papa emérito para sucederle “miraba hacia tres figuras (bien presentes, por cierto, en las ‘tarjetas de puntuación’ de los vaticanistas): el italiano de 71 años, Angelo Scola, arzobispo de Milán; el canadiense de sesenta y ocho años Marc Ouellet, Prefecto de la Congregación para los Obispos, y el brasileño de 63 años, Odilo Pedro Scherer”, dentro de un capítulo en el que Gänswein relata las relaciones entre los dos papas, así como el “despido” que sufrió tras la publicación del libro del cardenal Sarah.
Sin embargo, Gänswein se muestra especialmente cauto en dos de los problemas que marcaron el pontificado de Benedicto XVI y que, aún hoy, están de plena actualidad: el escándalo del Vatileaks y la desaparición de Emnanuela Orlandi, cuyo caso -como adelantó RD- fue reabierto ayer por la Justicia vaticana.
Así, en el capítulo 5, ‘Los escollos de una administración compleja’ el secretario de Benedicto XVI desgrana tanto “La traición insospechada’ (páginas 133 y siguientes) de Paolo Gabriele, como ‘El misterio de Emanuela’ (143).
¿Un saludo de Benedicto a Orlandi?
En este caso, Gänswein relata cómo “tuve una reunión el 9 de diciembre de 2011 con Pietro Orlandi, que quería darme una copia de su libro (…) e informarme de algunas novedades del caso. También (…) me pidió que verificara la posibilidad de que el Papa Benedicto les dirigiera un saludo”. Algo que no sucedió a instancias de la Santa Sede, porque el hermano de Orlandi denunciaba “que algo se está ocultando”.
“El hecho que el Papa mencione siquiera el caso puede prestar apoyo a la hipótesis, casi demostrando que el Papa "no está de acuerdo" en cómo se ha gestionado el asunto"”, recuerda el secretario papal
“Personalmente, había expresado mi máxima disposición y solidaridad con Pietro Orlandi (…), pero la atribución del conocimiento de secretos relativos al propio secuestro por personas pertenecientes a instituciones vaticanas, sin indicar ningún nombre, no corresponde por tanto a ninguna información fiable o fundamentada; a veces casi parece una coartada ante el desánimo y la frustración. al no poder encontrar la verdad".
De Alí Agca a la mafia, pasando por Marcinkus
Tanto Gänswein como Domenico Giani informaron de ello a Benedicto XVI, así como de las “diferentes y conflictivas pistas” de los últimos tiempos, desde la conexión con el atentado de Ali Agca contra Juan Pablo II a la participación de la Magliana o “asuntos relacionados con el IOR de la época de Marcinkus a la supuesta financiación del movimiento polaco Solidarnosc”, noticias para las que, admite Gänswein, “cada uno tenía pruebas a favor y contra, sin llegar nunca a una prueba definitiva”.
Un posible dossier sobre el tema en los papeles robados por Paolo Gabriele al propio Gänswein y que supusieron el Vatileaks también rondan las ‘Memorias’ del secretario, algo que no apareció. “En los últimos tiempos, sin embargo, los magistrados se han preguntado por qué había tanto miedo de que en su lugar hubiera un copia. Inevitablemente, la hipótesis de que el dossier contenía "toda la verdad sobre lo ocurrido y a manos de quién". Muy más sencillo, nunca he compilado nada en relación con el caso Orlandi, por lo que este expediente fantasma no se ha hecho público simplemente porque no existe”.
Vatileaks, comisión de cardenales y el 'chivo expiatorio'
Sobre el Vatileaks, Gänswein apunta, pero apenas dispara. Las “indiscreciones” del cardnal Castillón Hoyos, que “había dado crédito ingenuamente a personas personas poco autorizadas” sobre unas filtraciones de supuestos secretos vaticanos a interlocutores chinos.
“Siguiendo instrucciones de Benedicto, me reuní con Castrillón y Romeo [entonces cardenal de Palermo] y mi clara impresión fue que el cardenal colombiano había dado crédito ingenuamente a personas poco autorizadas, motivadas por oscuros intereses”, relata Gänswein.
“La filtración de más documentos llevó a Benedicto a crear, el 24 de abril una Comisión de Cardenales que, "en virtud del mandato mandato pontificio a todos los niveles" (como se dijo explícitamente), podía interrogar confidencialmente a cualquiera que estuviera considerados capaces de ofrecer pistas para la consecución de la verdad”.
La comisión estaba compuesta “por tres cardenales autorizados, todos ellos mayores de 80 años y, por tanto, capaces de actuar sin "conflictos de intereses": Julián Herranz, experto en Derecho Canónico, Jozef Tomko, excelente conocedor de la Curia romana, y Salvatore De Giorgi, más externo a la esfera vaticana”. De eso no da detalles, pero sí de cómo descubrió que el ‘cuervo’ era (o esa es la versión oficial) Paolo Gabriele. “Para afrontar la situación de frente, de acuerdo con Benedicto XVI, convoqué para la mañana del 21, ellos dos (Xuereb y Gabriele), junto con los cuatro Memores y también la hermana Birgit. Le pregunté a cada uno si habían sido quien entregaron esos documentos, y todos lo negaron firmemente. En ese momento, dirigiéndome directamente a Paolo, le acusé del robo (….). Después de comer, entré en la capilla y no esperaba encontrarlo allí. Me acerqué a él y le pedí que me dijera la verdad sobre lo que había hecho. Fue entonces cuando empezó a admitir que se había reunido con Nuzzi y le entregó unos documentos”.
“Lo que aún hoy me desconcierta, cuando pienso en ello, es la actitud que Paolo mostró cuando le dije la suspensión cautelar del trabajo, a la espera de que se aclarase la situación. Sostuvo que sólo se estaba identificando a un chivo expiatorio y afirmó fríamente sentirse sereno y tranquilo con su conciencia”.
“El 26 de julio de 2012 -relata Gänswein- se celebró una reunión en Castel Gandolfo, en la que la Comisión de Cardenales dio a Benedicto un informe verbal sobre los resultados provisionales de la investigación. En sustancia había surgido que había habido algunas personas que, para diversos intereses especiales, habían tenido contacto con Gabriele y de alguna manera le había apoyado en su decisión de revelar documentos, infundiéndole esas dudas que le llevó a tomar decisiones perjudiciales, sin que por ello hubiera una detrás de una conspiración real”, despacha la polémica que, hoy, diez años después, sigue sin aclararse del todo. Para esto, en concreto, las ‘Memorias’ de Gänswein no tienen respuesta. Y Gabriele murió en noviembre de 2020, llevándose el posible secreto a la tumba. En cuanto al informe de los cardenales, en su primer encuentro con el nuevo Papa, Benedicto se lo entregó en una famosa “caja blanca”.
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