La cuarentena aceleró un proceso irreversible ¿Un futuro ciberreligioso?: Las celebraciones a través de la red disparan una multitud de interrogantes
El aislamiento por el coronavirus llevó a las confesiones religiosas a usar intensivamente el streaming y las redes
Fieles católicos, evangélicos, judíos y musulmanes respondieron masivamente configurando un fenómeno irreversible con ventajas y riesgos
"La modalidad a distancia, aunque positiva, nunca reemplazará la experiencia comunitaria, que seguiría siendo insustituible" seguran los líderes de las diferentes religiones
"La modalidad a distancia, aunque positiva, nunca reemplazará la experiencia comunitaria, que seguiría siendo insustituible" seguran los líderes de las diferentes religiones
| Valores Religiosos
(Valores Religiosos).- Como en tantos otros quehaceres, el aislamiento para prevenir la expansión del coronavirus provocó que las religiones en todos los países alcanzados por las restricciones apelaran a las nuevas tecnologías para llegar con sus prácticas del culto y sus mensajes a los fieles. En rigor, no se trata de un fenómeno novedoso, dado que muchas confesiones religiosas ya venían utilizando los nuevos recursos, conscientes del revolucionario cambio de hábitos en la comunicación y de la necesidad de no quedar al margen. Al fin de cuentas también pasó ante al surgimiento de la radio y luego de la TV. Pero la cuarentena aceleró un proceso irreversible, más allá de que en determinados oficios religiosos la participación debe ser presencial, como es el caso de la misa en la Iglesia católica, salvo una fundada imposibilidad de concurrir al templo.
La decisión del Papa Francisco de que se transmitan sus ceremonias por streaming y las redes sociales, provocó que sacerdotes de todo el mundo siguieron sus pasas. Los pastores evangélicos hicieron lo propio con sus prédicas y rezos imitando la tradición de los “teleevangelistas”. Los judíos asumieron el desafío a las puertas de la celebración de Pesaj. Y los musulmanes, ante la inminencia del Mes de Ramadán. Eso sí, el fenómeno dispara interrogantes: ¿Será esta una oportunidad para llegar a tantos creyentes que no asisten periódicamente al templo, en un marco de baja concurrencia al culto? ¿Fomentará la práctica religiosa en familia como ya está ocurriendo en muchos casos? ¿O el ejercicio religioso –que en las religiones judeo-cristiano-islamo es, por definición, comunitario- se volverá individualista?
El jefe de prensa de la Conferencia Episcopal –que agrupa al centenar de obispos del país-, el padre Máximo Jurcinovic, afirma que las restricciones por la pandemia “suscitaron una gran creatividad para sostener la cercanía pastoral mediante las nuevas tecnologías”. Subraya que “no solo pasa con la misa, sino con las meditaciones y hasta los retiros”. En particular, señala la posibilidad de “llegar a personas que están solas y ancianos que necesitan especialmente el aliento espiritual”. Jurcinovic no tiene dudas de que por la mayor utilización de las nuevas tecnologías cuando se levanten las restricciones “vamos a multiplicar los lazos y, por tanto la cercanía, con los fieles”. No obstante, aclara que la modalidad a distancia nunca reemplazará la experiencia comunitaria, que seguiría siendo insustituible.
“Veo todo positivo en esto de apelar a las nuevas tecnologías para lo religioso”, dice Rodrigo Fernández Madero, especialista en comunicación y uno de los promotores de “Entretiempo”, un retiro espiritual para personas de entre 35 y 60 años, de gran difusión en la zona metropolitana. “Nuestros grupos se están comunicando mucho, compartiendo reflexiones, rezos, pero lo más relevante es que se está conectando gente que no iba a misa, personas que cayeron en el desánimo y que ahora, con la mirada puesta en Dios, empiezan a recobrar esperanza”, sostiene. También apunta que el fenómeno produjo que se rece más en familia y que efectivamente se convierta, como decía Pablo VI, en una “Iglesia doméstica”. Tras afirmar que “Dios está en todas partes”, señala que, además, “es el único que no tiene restricciones para circular”.
Lo evangélicos no se quedaron atrás en el uso de los nuevos recursos tecnológicos. Y dicen que la respuesta de los fieles fue más que satisfactoria. En ese sentido, el pastor Osvaldo Carnival, al frente de la iglesia “Catedral de la Fe”, con sede central en el barrio porteño de Caballito, afirma que están “sorprendidos por el fenómeno”. A modo de ejemplo menciona que un servicio religioso suyo tuvo 60 mil reproducciones. Además, señala que al igual que con los católicos, aquellos que son renuentes a ir al templo se están sumando a través del streaming y las redes. De todas maneras, dice que la penetración de estos recursos de la mano de la sed religiosa de la gente se había visto en propuestas digitales internacionales como You Version sobre la Biblia, con 350 millones de descargas. Pero asegura que el nuevo escenario “lo potenciará”.
En el judaísmo también se apeló a las nuevas tecnologías y con un resultado muy favorable. La rabina Silvina Chemen, de la Comunidad Bet El, dice que la primera preocupación fue “cómo poder acercarnos a la gente que está sola y con pocos recursos. Una de las primeras cosas que hicimos fue dejarles un mensaje por Facebok y Whatsapp”. En cuanto a los servicios religiosos, apunta que “al ver que las redes colapsaban, optamos por Youtube porque hay mucha gente con ganas de participar. Gracias a las redes numerosas familias compartieron el seder de Pesaj”. No obstante, cree que tras la cuarentena habrá que ajustar el uso de los nuevos recursos. “Por caso –dice-, la gente de las provincias se siente emocionada de poder conectarse, pero lo presencial tiene su temperatura y deberíamos pensar algo mixto”.
El Islam también recurrió a las nuevas tecnologías ante las restricciones, pese a que las medidas de aislamiento “no ocasionan grandes dificultades al musulmán en su práctica cotidiana”, dice el dirigente islámico Omar Abboud. Señala que “si bien se recomienda que el rezo del viernes –su día sagrado- sea en comunidad en una mezquita, se puede hacer en la casa”. El secretario de Cultura del Centro Islámico de la República Argentina (CIRA) –la principal organización musulmana del país-, Ricardo Elía, afirma que la entidad “viene manteniendo una muy activa interacción con la comunidad musulmana mediante periódicos programas instructivos por Facebook e Instagram, además de una campaña solidaria denominada 'Hermano, no estás solo' que incluye donaciones a necesitados”.
Definitivamente, una nueva etapa comenzó con la pandemia en el relacionamiento de las religiones con los fieles y las practicas cultuales. Ya no será solo la visita a un templo, a un santuario, o la participación en una peregrinación o un encuentro de meditación. Lo virtual constituirá también una opción. Una opción -y en esto insisten católicos, evangélicos, judíos y musulmanes- que no debe llevar a un individualismo religioso, sustituir la práctica comunitaria y vivir la fe entre cuatro paredes. En ese sentido, vale recordar -parafraseando al Papa Francisco- que nadie puede salvarse en soledad.
Pero está visto que internet puede ser una gran aliada en la difusión y práctica de la fe. Al fin de cuentas, es un medio al que cada uno puede darle un fin. Y que ya no es el futuro, sino el presente de las comunicaciones. Lo cual -como ocurre con la educación a distancia- implica adaptarse a las exigencias de la nueva modalidad como la brevedad, el apelar a la imagen y el fomentar la interacción. Eso sí: habrá que evitar la tentación de convertir a la tecnología en una religión.